El poeta hondureño Fabricio Estrada nos comparte unas palabras sobre la antología Fui el delirio, del poeta salvadoreño Alfonso Fajardo
No estoy seguro esta noche de quién o qué energía le ha dictado a Alfonso Fajardo cada verso que ha escrito. Si nos vamos a sus pasos iniciales, encontramos en La danza de los días a la musa tal como la concebía la literatura clásica, intermediaria de las grandes potencias que movían al mundo. Quizá por ello es que la lectura inicial de su poética es estrictamente una danza de imágenes vistas desde el torbellino de una danza derviche, sólo que esta danza se hace bajo las luces de un semáforo, con el alto voltaje de la urbanidad más vertiginosa.
Si no fuera porque un día tomé al dictado lo que la vida me decía, yo, desenfadado, sería el hombre más feliz de la tierra y, como la eternidad, seguiría siendo el joven inmolado que disfruta del mar y el sol y otras simplezas.
Hay que saber ubicarse qué cosas estaba dictando la época de posguerra en los jóvenes que vieron el muro suspendido de las municiones en San Salvador. Bala a bala caía el muro y, como hormigas fosforescentes, aquellos posadolescentes iban buscando los libros que sobrevivieron a los combates que se daban en los mismos barrios donde crecieron. Y sí, crecieron con la guerra al otro lado del solar y también con la necesidad de saber qué había en la poesía más allá de las bombas. Conozco de primera mano la fuerza que impactó en Alfonso a través de Sarduy, Rimbaud, Nicanor Parra y Raúl Henao, ya por esos años lecturas o tantras para el hijo de Ciudad Merliot, tan necesitado de cambiarle el lenguaje a un mundo que lo rodeaba e intentaba ubicarlo en la lista de los anónimos o de los poetas que aspiraban las flores de la poesía caduca.
Cuando lo leí por primera vez entendí que tenía una razón poderosa para elegir la poesía de por vida, una radiación que ningún plomo contendría. Eran los años en que Javier Payeras irrumpía en la poesía Centroamericana con su Soledadbrother y que en El Salvador se debatía entre los poetas sí había que continuar apuntalándole el monumento al gran Roque Dalton. Pero en las pláticas con Alfonso, Rainier Alfaro, Carlos Clará, un evangelio nuevo estaba evadiendo el determinismo a través de la poesía de Rolando Costa y Alfonso Kijadurías. El temblor sobrenatural y surrealista ya estaba en la voz de esta generación a la que me acoplé alucinado.
Faltaban algunos años para que la abogacía le exigiera a Alfonso su hexámetro de leyes pétreas, y ahora, al revisar la intensidad con que se volcó sobre sus primeros poemarios, veo en ello la necesidad de quebrar toda ley antes de sumergirse en su mundo de acotaciones y sentencias definitivas. Por supuesto, no ha sido el mundo jurídico su final, más bien ha sido su exigencia para que cada verso se escriba con la conciencia de legislar el universo, como bien lo propusiera Shelley. Y así es que vamos viendo, a través de sus poemarios, la constitución apócrifa, el código revelador y rebelde a la vez, el precedente de un poeta que El Salvador ya no podrá evadir.
A veces mi filosofía se resume en un partido de fútbol. Mis contradicciones son perfectas. Yo soy perfecto y mentiroso.
Les será muy difícil a los encasilladores de oficio encontrar algo predecible en el delirio de Alfonso Fajardo. Estamos ante un poeta que se autodestruye de manera intermitente, como las ciudades de Europa bajo su eterna guerra, como la paz salvadoreña, como Rimbaud traficando esclavos luego de sentar la belleza en sus piernas. Alfonso es un sismógrafo que se utiliza como brújula o una brújula serena en medio de la tormenta de los años. Se equivocan quiénes encuentran sosiego y contemplación en su actual textualidad. Observamos a un tigre que duerme y eso ya es alarmante. Darle la bienvenida a Honduras es darle casa a ese sueño que puede saltar hacia nuestro cuello y beber de nuestra inocente sorpresa.
Fabricio Estrada
Honduras,Sabanagrande, Francisco Morazán, 1974
Poesía:
Sextos de Lluvia, 1998, Poemas contra el miedo, 2001, Solares, 2004 (Editorial Pez Dulce, Tegucigalpa), Imposible un ángel (antología, Il Miglior fabro) 2005, Poemas de Onda Corta, 2009, Blancas Piranhas, 2011 (Pez Dulce), Sur del mediodía, 2013 (México, Pervert Public -Costa Rica-Casa de Poesía), Houdini vuelve a casa (Pez Dulce, Honduras-Editorial Trabalis Puerto Rico), 2015, Blake muere en París a causa de un paparazzo (antología personal, Ediciones Aguadulce 2018, Puerto Rico). 33 Revoluciones para Rodríguez, 2018 (Honduras, Editorial Universitaria). Osos que regresan a la radioactiva soledad de Chernobil, 2019 (Uruguay- Editorial Yaugurú). Piedra Boomerang, (Proyecto Literal-Limón partido, México 2019, Ediciones Poetaria Honduras 2023)
Sus poemas aparecen en antologías iberoamericanas e inglesas. Ha participado por Honduras en diversos festivales internacionales. Sus artículos de opinión han sido publicados en revistas impresas y on line de Iberoamérica. Integró el Taller de Poesía Casa Tomada (1993-1996) Teg.; Miembro Fundador del Colectivo de Poetas Paíspoesible, Teg. (2004-2008); Miembro Fundador de Artistas en Resistencia, Teg. (2009-2011), Primer Lugar del Premio Nacional de Poesía de Los Confines, Honduras 2017. Ha sido traducido parcialmente al inglés, sueco, árabe, portugués e italiano. En narrativa ha publicado La Era Pre-Schuman (cuentos, Editorial Casasola, 2021 Honduras y Editorial La secta de los perros, Puerto Rico, 2022). Su novela Los Extras, así como crónica, Tegucigalpa, Ciudad Crónica están en preparación.