Hablar de Walter Béneke Medina siempre será un acto de ruptura, su personalidad impregna su legado y las visiones que otros tenemos sobre ello. Fue una de las personalidades más influyentes de la política y cultura de la segunda mitad del siglo XX en El Salvador
David J. Rocha Cortez | Escritor, crítico teatral, investigador cultural y docente universitario
No es por lo tanto la ausencia de limpieza o de salud lo que vuelve abyecto,
sino aquello que perturba una identidad, un sistema, un orden.
Julia Kristeva
La cita que abre este texto permite pensar en la categoría de abyecto como una instrumentalización simbólica del poder. Esta categoría marca una producción de sentido en torno a la otredad, a lo que se repele y, al mismo tiempo, conflictúa y pone en crisis a los sistemas sociales de orden. Esta perspectiva permite hacer una lectura a contra pelo de la obra dramatúrgica de Walter Béneke (1930-1980): El paraíso de los imprudentes (1955) y Funeral Home (1958) que constituyen dos textos importantes en la historia del teatro salvadoreño. El presente trabajo toma como punto de partida este archivo y propone una lectura que devela los mecanismos de enunciación de la voz homosexual desde el texto dramático. En este sentido, se argumenta que en la obra de Béneke emerge la voz de las ciudadanías abyectas partiendo de que en los años 50 el sujeto homosexual era visto como parte de la otredad.
Hablar de Walter Béneke Medina siempre será un acto de ruptura, su personalidad impregna su legado y las visiones que otros tenemos sobre ello. Fue una de las personalidades más influyentes de la política y cultura de la segunda mitad del siglo XX en El Salvador. Béneke ocupó distintos puestos de poder durante los gobiernos militares de los años 60 y 70. Fue embajador de El Salvador en Japón, ministro de Relaciones Exteriores, ministro de Educación y uno de los intelectuales de confianza del presidente Fidel Sánchez Hernández, entre otros cargos. Dentro de todas sus funciones públicas es recordado por la Reforma Educativa de 1968 que forma parte de los procesos modernizantes del Partido de Conciliación Nacional (PCN).[1] Fue asesinado en 1980, el crimen aún sigue irresuelto.
Es importante decir que Walter Béneke no fue un homosexual en el armario. A diferencia de muchos artistas e intelectuales de la época él decidió no esconder su deseo. Esto dota a su legado de otro eje de ruptura en tanto que señala caminos políticos locales de la disidencia sexual. El cineasta salvadoreño André Guttfreund dice sobre Béneke en una entrevista:
«El hombre nunca le tuvo miedo a nada, cuando él se fue como embajador a Japón y se enamoró de un pintor japonés, él se lo llevó a vivir a la embajada. Cuando era ministro de Educación, el amante de él estaba viviendo con él mientras era ministro, el hombre era abiertamente gay y no le importaba quién lo supiera. Para mí esa era una cosa increíble en el contexto latinoamericano, pero también por eso lo odiaba mucha gente».[2]2
«Una cosa increíble en el contexto latinoamericano», ¡por supuesto que sí! Pensando desde las dinámicas de construcciones de género en nuestros países, estamos ante un caso particular no solo en El Salvador sino a nivel continental. Han sido pocos los homosexuales, lesbianas y trans que han ocupado cargos de poder en las esferas políticas de esa época. Además, no olvidemos que estamos hablando de gobiernos militares donde el cuerpo masculino toma centralidad desde el poder y el discurso cultural.
En el texto «»Club de afeminados»: una historia de pánico moral en El Salvador de1957», Amaral Arévalo, académico salvadoreño especialista en historia de la disidencia sexual, explora el proceso público de persecución y desmoralización de un grupo de homosexuales de la burguesía salvadoreña, esto constituye un giro en la retórica del Estado y al mismo tiempo un espacio de quiebre en la invisibilización/visibilización de otra capa social del mundo LGBTI local. Aunque el autor se centra en los finales de la década del cincuenta, expone algunas prácticas culturales que van a ser decidoras de las dinámicas del Estado hacia la sexualidad.
Tomando en cuenta que la producción dramatúrgica de Béneke se encuadra a partir de 1955 se explora lo argumentado en el texto. Arévalo dice que en El Salvador de la década del 50 el Estado, en alianza con la Iglesia católica, realizó campañas de moralización que conllevaban acciones de represión que eran «acompañadas por diferentes sectores sociales que tenían como objetivo el control y “erradicación” del trabajo sexual, la pornografía, la desnudez pública y el alcoholismo, catalogados como elementos de peligrosidad que laceraban la institucionalidad del Estado por realizar o promover acciones contrarias a la moral».[3] Esto se puede leer desde la construcción de ciudadanías. Es decir, el Estado propone las ciudadanías puras entendidas como «el mecanismo mediante el cual el centro de la cultura nacional puede imaginarse como un espacio aséptico ocupado por sentimentalismos y comportamientos inmaculados, un espacio de ciudadanía pura».[4] Esto lleva a observar la teoría de lo abyecto en tanto que
«(…) en el campo del surgimiento de la sexualidad en el occidente moderno esta operación ideológica se manifiesta en la creación de la heterosexualidad obligatoria. La ley actúa en su función represiva que efectivamente produce la heterosexualidad, que por exclusión —expulsión— repulsa crea al homosexual como otro subalterno».[5]
En la dramaturgia de Béneke se observan los conflictos identitarios entre ciudadanías puras y abyectas, tomando como centro al sujeto homosexual desdoblado en los personajes de la ficción. En este sentido, la enunciación del sujeto homosexual se hace desde esta exposición retórica. Con esto no se quiere decir que El paraíso de los imprudentes y Funeral Home son textos de teatro gay, sino que en ellos emergen producciones de sentido que develan mecanismos de crítica desde la voz homosexual del autor. El investigador español Alberto Mira, explica la producción dramatúrgica de homosexuales en la década de los 50:
«Si consideramos que la subjetividad homosexual en los cincuenta constituía una suerte de exilio, la metáfora puede extenderse a través de las posibles actitudes de todo exiliado: (…) En un entorno adverso, ciertos dramaturgos homosexuales trataban de articular su homosexualidad en el corazón de sus textos como el exiliado que conserva sus hábitos culturales como punto de anclaje de su identidad cultural».[6]
Esta idea del exilio de sí mismo va a ser un mecanismo de los personajes de los textos de Béneke. Si bien, estamos hablando de un escritor particular dentro del mundo letrado latinoamericano es importante decir que se conecta con otras experiencias, con otros autores/as, en tanto que tuvo que apropiarse de los valores estéticos de la dominancia artística y cultural para posicionar su obra en la esfera hegemónica. Dentro la historia del teatro salvadoreño, el autor aquí estudiado pertenece a la corriente de dramaturgos que moderniza la escritura dramática del país al producir textos que estéticamente dialogan con las tendencias occidentales.[7]
Béneke, en ambos textos, nos presenta a personajes atormentados, atmósferas enrarecidas, una teatralidad creada desde la extrañeza y el distanciamiento de la realidad local. Sin embargo, en ambas propuestas se nos habla desde personajes protagonistas jóvenes y cercanos a la realidad. El paraíso de los imprudentes ocurre en un apartamento del barrio latino de París, mientras que Funeral Home sucede en una sala de velatorios en Estados Unidos. Ambos espacios operan desde la producción de atmósferas íntimas que permiten a los personajes develarse tal cual. Estamos ante la presencia de un primer mecanismo de enunciación: volver público lo privado. A primera vista, esto puede parecer un mecanismo superfluo, sin embargo estamos hablando que los modos de vida de homosexuales de la época e incluso hasta hoy en muchos casos están mediados por la intimidad. Volviendo a leer desde la teoría de lo abyecto, vemos que la heterosexualidad se constituye desde el espacio público, mientras que el deseo abyecto va a tener anclajes desde el mundo íntimo, el relegado, el oscuro, el que no desestabiliza el orden. A este espacio, se le suma la metáfora de la puerta. En el primer caso, la puerta funciona como la posibilidad de irse, de migrar, de volcarse al deseo para poder ser tal cual, mientras que en el segundo texto opera como conexión entre el mundo público y el privado, entre el mundo tradicional y el deseo retorcido de una mujer.
La voz del autor homosexual va estar desdoblada en los personajes protagonistas de ambos textos. Pensando el desdoblamiento como «un recurso de distanciamiento por el que la voz poética delega en otra voz la enunciación».[8] Tendremos de este modo, personajes que están encerrados y circunscritos al deber ser moral y al deber ser del yo. En el paraíso de los imprudentes se nos devela un trío amoroso entre Jean, Carlos y Christiane. El texto deja ver sutilezas de una relación homofilial entre Jean y Carlos que sobrepasa los límites de la amistad. El personaje de Carlos mira en su relación con Jean todas las posibilidades de la libertad, mientras que en su relación con Christiane el personaje siente el peso del encierro, de la rutina, del matrimonio. El matrimonio será el tropos en el que el autor hará énfasis y criticará. Funeral Home se cuenta desde dos escenas casi paralelas en las que, por un lado, vemos a una familia tradicional celebrando la navidad y, por el otro, la lúgubre sala velatoria donde una mujer vela a su marido. Esta obra se construye con líneas narrativas por oposición simbólica en tanto que la segunda imagen va a criticar a la primera. A propósito de este texto, la académica Tatiana Séeligman dice:
«El tránsito de los personajes, la diferencia en el ambiente entre ambas salas en que se divide el escenario, las luces diferentes y el cambio de vestuario, todos son signos que refuerzan el enfrentamiento de escenas especulares, las cuales a su vez reflejan la fragmentación del sujeto quien intenta alcanzar la unidad de su ser en su tránsito entre los espacios generados, dentro de una práctica inútil de ceremonias sociales ineficaces».[9]
Esta fragmentación de los personajes, que es símbolo de una identidad culturalmente fragmentada que no permite aceptar lo que se es, más la imposibilidad de las ceremonias sociales son otros dos mecanismos en los que aparece la enunciación del autor homosexual en ambos textos. Constantemente se está señalando la ineficacia del sistema social dominante y se revelan con sutilezas los mecanismos de un deseo abyecto. Hay en la ficción un conflicto entre las enunciaciones y prácticas públicas y privadas.
Leer la obra de Walter Béneke siempre va a generar disrupciones. Él siempre fue una persona irrefrenable, que logró minar el poder desde dentro. Tanto su dramaturgia como su gran proyecto de la Reforma Educativa de 1968 configuran puntos de quiebre y no retorno. Explorar su figura y su legado, no consiste en un acto reivindicacionista, sino un acto político que nos devele caminos y posibilidades para entender el legado de ciudadanías homosexuales dentro del poder local. En nuestro país buena parte de las luchas LGBTI han sido cooptadas por el mercado neoliberal, por tanto sus ejes se han despolitizado. Pensar en Béneke hoy es traer al presente ese pasado irrefrenable que creó una ruptura.
[1] La reforma educativa impulsada por el ministro Béneke pretendía democratizar el acceso a la educación y recomponer el sistema a través de mediaciones tecnocráticas. Para él, era imposible realizar la industrialización salvadoreña sin tener ciudadanos preparados para este desarrollo. El ministro emprende una tarea que forma parte de una dislocación del proceso de modernización hasta entonces emprendido en el país. Para entender mejor la Reforma Educativa sugiero el texto Modernización, autoritarismo y guerra fría. La reforma educativa de 1968 en El Salvador. Escrito por Héctor Lindo Fuentes y Erik Ching. UCA Editores, San Salvador, El Salvador. 2017.
[2] Diego Murcia: «»El Óscar lo guardé por mucho tiempo en el armario». Plática con André Guttfreund, cineasta salvadoreño». Recuperado en: https://elfaro.net/es/200910/el_agora/3627/%E2%80%9CEl-%C3%83%E2%80%9Cscar-lo-guard%C3%83%C2%A9-por-muchos-a%C3%83%C2%B1os-en-un-cl%C3%83%C2%B3set%E2%80%9D.htm?st-full_text=all&tpl=11
[3] Amaral Arévalo: «“Club de afeminados”: una historia de pánico moral en El Salvador de 1957». Recuperado en: https://elfaro.net/es/201907/columnas/23518/%E2%80%9CClub-de-afeminados%E2%80%9D-una-historia-de-p%C3%A1nico-moral-en-El-Salvador-de-1957.htm
[4] Berlant y Warner: Sexualidades transgresoras. Una antología de estudios queer. Rafael M. Mérida (Ed.). España: Icaria editorial. p. 232
[5] Carlos Eduardo Figari: «Las emociones de lo abyecto: repugnancia e indignación». En Cuerpos, subjetividades y conflictos: hacia una sociología. 1.a ed.- Buenos Aires: Fundación Centro de Integración, Comunicación, Cultura y Sociedad.
[6]Alberto Mira: ¿Alguien se atreve a decir su nombre? Enunciación homosexual y la estructura del armario en el texto dramático. Universitat de Valencia (Ed.). 1994. p. 144
[7] Entre los que destacan Álvaro Menen Desleal, Waldo Chávez Velasco, Roberto Armijo y Roberto Cea, entre otros.
[8] Héctor Domínguez Ruvalcaba: La modernidad abyecta. Formación del discurso homosexual en Hispanoamérica. Xalapa, Ver., México: Ed. Universidad Veracruzana. 2001. p.119
[9] Tatiana Séeligman: «La seducción de la muerte en Funeral Home de Walter Béneke». Recuperado en: http://istmo.denison.edu/n18/articulos/seeligman.html