Diez potentes poemas de Leo Lobos, poeta chileno, autor de «La casa bailarina y otros poemas»
No pidas frutos al árbol que no riegas
Así como el queso atrae a las ratas, las competencias, deportivas o guerreras, atraen a los humanos que no se han liberado de su egoísmo.
Alejandro Jodorowsky
Rodeada de relámpagos es el rayo quien te besa
Georges Bataille
No pidas frutos al árbol que no riegas
No pidas nada a la nada que respiras no pidas aire no pidas más
Escucha en silencio el árbol te dice
con sus mudas hojas lo que en verdad eres
Un reloj de sol que a cada momento proyecta
la hora que es, el alma, la energía diferente de cada hora
No pierdas el día no fuerces tus horas limpia tu sombra riega las flores
presiente a los árboles y sus raíces buscar el agua
corre, ve y dile a los demás
Corazón uno
Segundo tras segundo ese amigo que es pura devoción
como una divina noria está haciendo circular la vida en ti
late con un ritmo que viene del momento
en que el espíritu se manifestó
si te concentras sentirás en tu pecho la primera palabra
el redoblar del trueno
su enigmática danza obedeciendo la incesante orden de la multiplicación
dentro de tus costillas llevas un motor terco
seguro como una flecha que avanza en un cielo vacío
Océanos palpitantes
Al amor solo le basta un corazón que lo palpite
como el mar que ha mordido todas las playas
como el viento
que lo desborda
en el estallido
de todas sus olas
Altaola
Me sacudí como los perros
de las olas que me querían
Pablo Neruda
Cuando el mundo es un horizonte curvo
inmenso
como los arenales de la luna
mar adentro
soy nacido de los pájaros
un punto inmóvil
una tabla
suspendida sobre
el mar
un giro
un vuelo de palabras
entre tiburones de espuma
una enorme ola
de
lo
otro
subiendo con la marea del instinto
un nombre vacío
la tempestad
el hijo de la nada
Nieve-uno
Para ver Nieve en la noche
debes cerrar tus ojos
en su transparencia
radiante
verás entonces
con los ojos cerrados
una
vez más
Nieve dentro de ti
Silencioso dentro de la noche
Ser como o rio que deflui
silencioso dentro da noite
Manuel Bandeira
Fluir, leve andar
descalzo inflar lentamente los pulmones
pesar cada paso sentir
cada instante entrar
silencioso dentro
de la noche
como si ella
fueras
tú
Perdidos en La Habana
Se puede ver a lo largo de Cuba verdes
o rojos o amarillos descascarándose con el
agua y el sol, verdaderos paisajes de estos
tiempos de guerra
Después de tres botellas de ron
ella lloraba en el lobby
del Hotel Capri, mientras le leía poemas que no eran míos,
Hablaba de las playas a las que llegó
en motocicleta, cuando aún el sol brillaba
los cubanos son niños que lo miran todo decía
Otro él, aparece desde el centro del salón y necesito
más de un segundo para
reconocerle
me acerco y me cuenta de mujeres, palacios de salsa,
de bailes mágicos
no hay, pienso
no existe una isla
sin orillas
No quiero habanos
no tengo dólares
mejor será
desaparecer antes que la noche
El Vedado, La Habana, Cuba, 1995
Buscando luces en la ciudad luz
A Paz Carvajal y a la tan necesaria Paz para este mundo y el otro.
Busca que busca
la luz de la palabra cruzando
ríos y lagos
mares y montañas internándose en
ciudades laberintos actuales bosques
sumergidos desde Santiago a Boston desde
Nueva York a París, París, París y en este
bosque blanco que, otra cosa, la misma cosa
la veo parada ahí
en la calle
pensando quizás en el eco
de las aguas entre la multitud y los autos veloces
buscando la luz, buscando las luces de una piel
que nadie podrá herir
mientras perdidos transeúntes
le preguntan
por dónde
por qué camino
por qué lugar se entra
se sale del espejo
donde a ratos logran escuchar a un triste Lewis Carroll
llorar por una niña llamada
Alicia
atrapada por
él
en
una
historia
paradojal
Marnay-sur-Seine, Francia, 2002
A límite humano
a mazmorra, a cárcel a ciudad abierta
huele aquí
lavamos nuestros rostros
maldecimos después de llorar
y en procesión lenta
nos enterramos uno a uno
como sí algo de nosotros
descansara en esos
minutos repetidos
repetidos
repetidos
Otra vez le leí
colocó un puñado
de letras oscuras y bellas
sobre el papel
como un rostro
pálido iluminado
por sus ojos
las páginas
miraron
por
él
otra vez
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LEO LOBOS (Chile, 1966). Poeta, ensayista, traductor, artista visual y gestor cultural. Laureado UNESCO-Aschberg de Literatura 2002. Realiza una residencia creativa en CAMAC, Centre d´Art Marnay Art Center en Marnay-sur-Seine, Francia, con apoyo Fondo Internacional para la Cultura y la Fundación Frank Ténot. Ha participado en innumerables muestras de arte en Francia, Estados Unidos, Argentina, Colombia, Brasil y Chile. Su obra ha sido traducida al portugués, búlgaro, inglés, italiano, árabe, francés y holandés. Ha publicado una veintena de libros de poesía, arte y traducción.
Poemas que diluyen la sabiduría del camino en extensos y a la vez precisos paisajes, y digo extensos porque abundan en hondura, y digo precisos porque son milimétricamente compactos. La lectura de corrido deja una sensación de plenitud, un espejo compartido con el lector que a la vez se vuelve parte de él. Qué maravilla vivir un momento sin tiempo, sin límites, sin posesiones, entrar en blanco y salir absolutamente repletos. Excelente publicación que se agradece.
Alejandra González O.
Santiago de Chile
Poemas que nos ayudan a comprender ciertos aspectos de la condición humana y que nos inspiran, muchas gracias por compartir
Eduardo Robles