Poemas de Juana M. Ramos

Los poemas de Juana M. Ramos, académica salvadoreña, en conjunto, exploran la complejidad de las relaciones humanas; ofrecen una reflexión profunda sobre el amor, la pérdida, la identidad y lo elusivo que puede ser comprender al otro


Mi voz dice fe…

Intenté un haikú para tu huida 
pero carezco de la habilidad 
que tienen otros
de retenerte en sus palabras. 
Habría resultado más efectivo 
un poema inagotable
que diera cuenta 
del jacarandá que hay en tu gesto
o del lirio que soy a la orilla 
de tu lengua caudalosa.
Habría sido más recomendable 
reconocernos en las aceras
de la ciudad que llevas 
como camándula en tus dedos,
o mejor, escucharte decir
que canjearías cualquier latitud
por el frío húmedo de esta jungla
que encuentra guarida
en cada uno de mis huesos.
(Cae, sin piedad, la primera nevada
de este invierno retraído, 
cae y tímidamente se acumula 
en el barandal negro recién pintado. 
Habría sido distinta su caída 
si se acumulara en tus hebras sucintas
o, en alguna medida, se confundiera 
con la albura de tu rostro).
El resplandor provocado por la nieve
descubre una extrañeza en la tarde
que silabea tu torso, tus contornos,
que coquetea sin reparo con la fuga.
Sí, hay una ambigüedad en ella, suficiente  
para dejar al descubierto mi astillar inevitable. 
Cabe la posibilidad de que esa extrañeza
redunde en la tarea 
de descifrar tu mano franca, bordón de tu barbilla,
de acertar mi mano franca, bosque de arrayanes
donde danzas fecunda y desbordante.
Y así pasan los días en el necio intento
de desaprender la cadencia del quebranto:
-todo estará bien-, expele tu boca a ras de mi boca,
al tiempo que en mi voz se derrumba 
cada letra de tu nombre,
al tiempo que mi voz dice fe 
como quien deletrea una flor 
o susurra un soliloquio.


Sunny intenta amansar una herida

Deposito mi cuerpo 
en una camilla cubierta con una sábana floreada. 
Sunny, el médico chino,
hace su magia: masaje, ventosas, acupuntura.
Lo agradezco. 
Le explico que llevo varios días 
como en un cuarto sin puertas ni ventanas
sentada al borde de una herida
tejiendo la aspereza de un último desgarro.
Él pregunta por la herida:
¿ha lamido muchos filos? – escudriña –. 
Tal vez se trate de una cicatriz en busca del cuchillo – declara –.
Tal vez la cortadura y la tijera sean una misma – remata –, 
o tal vez sea tan solo una recurrencia – baja la guardia –.
(De inmediato pienso en la niña que sonríe 
junto a su bicicleta amarilla. 
La única imagen capturada por su padre.
Padre e hija, en el pasado, vueltos costra;
padre e hija, en el futuro, medidos con la misma vara).
Tal vez, en la herida, el origen – asesta Sunny –,
entretanto toma mis pulsos y descubre 
con destreza la razón de mis insomnios,
entretanto busca en la punta de mi lengua 
lo que queda de este corazón
que intenta pronunciar la estatura de tu vientre,
la obstinación de tu cuerpo rendido al arrullo de palomas,
la osadía de mis alas en la inminencia de tu vuelo. 
(Y reaparece la niña, mirada triste, 
a punto de ser abandonada). 
El tintineo de la lluvia en la ventana asfalta la noche,
preludia la palabra amor atascada en la garganta:
porque no es suficiente para impedir el éxodo,
porque de sobra es apta para desangrar 
a este animal que llevo por ternura. 
Pero la mano avezada y piadosa de Sunny, 
perdurable bálsamo,
amansa la herida – descomunal e interminable –,
que gruñe tendida sobre una camilla 
cubierta con una sábana floreada. 

Con derecho a réplica 

Porque unas veces 
se es error,
otras veces, 
una casi epifanía,
en ocasiones, 
un seguro epifonema,
por momentos, 
un poco más o menos 
que un satori,
de vez en cuando, 
un siempre,
muchas otras, 
nunca,
con frecuencia 
se es la insuficiencia, 
un déficit, 
la escasez, 
lo inadecuado,
el peregrino a quien cerrar la puerta,
la total carencia: 
nada.


Haikú para tu flecha

Soy de tu flecha 
atravesada carne 
magro cordero.


Ginjinha

Sus ojos se espesan
con el timbre de mi voz.
Me asomo a esa mezcla
de quietud, fulgor y pétalo. 
Invento cantos, 
esperanzados todos,
 en doblegar su indiferencia. 
Vulnerable,
por momentos, 
se asoma a esa mezcla
de zozobra, bruma y espina
 que sospecha en mí.
Altruista,
permite que dance mi mano 
en el medallón de su pecho. 
Susurro su nombre en su oído
 me mira con la ternura
de quien se sabe
llena de paciencia y de siglos.
   Me agasaja, segundos,
con una antigua melodía gutural 
que deposita entre mis manos.
Mis ojos se espesan
con el timbre de su voz.

A pesar de su sonrisa 

Guardo con recelo una fotografía, 
en ella sonríe una mujer 
hecha de cal 
hecha de arena.
Podría jurar que el hastío 
repta en su brazo derecho 
hasta alcanzar su mano. 
Se aferra al brazo firme 
del amante, 
él mira con desconfianza 
a la cámara como quien está a punto 
de marcharse sin aviso. 
Padre y madre coronan la escena,
ambos con un gesto entre dulce 
y salobre,
el resto es la consabida
estampa familiar.
La imagen se me antoja amarillenta,
en ella, la mujer se vierte
casi nocturna,
tal vez conspicua 
o quizás desgarradura
(todo ello a pesar de su sonrisa). 
Me empeño en asumirla pétalo, 
por momentos espina,
a veces aguijón,
de repente femme fatale,
ancho mar, faro, o a lo mejor
una gran sequía. 
Me empecino en su mano,
como dije antes, 
afianzada al brazo firme 
del amante 
(ese que pronto ha de partir),
mano suave que esconde
un adiós ineludible.
La mujer se me figura jaula,
aprisionado vendaval,
reclusa caricia.
Es posible, también, 
que ella sea alpiste
acechada por pájaros 
voraces
en busca de sustento.
Por un instante la asumo
hondura y a la vez escafandra,
a lo sumo tramoya, bambalina, 
máscara, puesta en escena.
Quizás sea tan solo 
esa habitación con llave
que por nada de este mundo 
debe abrirse, 
o simplemente una mujer 
como vértigo
como arrebato
como estocada, incluso.
Todo ello a pesar de su sonrisa.

Juana M. Ramos (Santa Ana, El Salvador. Profesora de español y literatura en York College, Universidad Pública de la Ciudad de Nueva York. Ha participado en conferencias, coloquios y festivales de poesía tanto en Latinoamérica como en España. Ha publicado los poemarios Multiplicada en mí; Palabras al borde de mis labios; En la batalla; Ruta 51C; Sobre luciérnagas; Sin ambages/To the Point; Clementina (versión en español), Clementina (versión bilingüe italiano/español); Donde crecen amapolas, El agudo blandir al pronunciarte y el libro de relatos Aquí no hay gatos. Es autora del libro Nomadismo y alteridad. Las otras historias de la guerra y coautora del libro de testimonios Tomamos la palabra: mujeres en la guerra civil de El Salvador (1980-1992). Además, sus poemas y relatos han aparecido publicados en antologías, revistas literarias impresas y digitales en Latinoamérica, EE.UU. y España, y han sido traducidos al inglés, portugués, francés e italiano. En 2021 recibió el premio Feliks Gross Award, otorgado por la Universidad Pública de la Ciudad de Nueva York por su labor como docente e investigadora, y fue reconocida por la Fundación Chifurnia como Poeta del Año 2023 en El Salvador. En 2020 dio inicio a una intensa labor cultural a través de EntreTmas, un espacio digital donde entrevista y promociona a escritoras latinoamericanas y españolas que residen en Estados Unidos, Latinoamérica y España. Asimismo, es directora de la revista semestral de literatura EntreTmas Revista Digital y curadora, junto a Margarita Drago, de Palabra-Imagen-Escena, un espacio artístico creado para la difusión de las creaciones de poetas, narradores, dramaturgos y artistas visuales que producen su obra en español en NY.

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