EDITORIAL.- No hay palabras para matizar lo sucedido este primero de mayo de 2021 en la Asamblea Legislativa salvadoreña; no existen justificaciones políticas, jurídicas o populistas para maquillar el Golpe de Estado consumado que se le ha infringido a la democracia salvadoreña.
La nueva Asamblea Legislativa, sin justificar las causales por las cuales puede ser removido o destituido de su cargo a los Magistrados de la Sala de lo Constitucional y al Fiscal General de la República, ha procedido a destituirlos con dispensa de trámite y sin mayor discusión a dichos funcionarios, violando la Constitución misma y todo lo que ella representa: el respeto a la separación de poderes, el debido proceso, la pluralidad de ideas y, sobre todo, el respeto al sistema de frenos y contrapesos propio de una democracia.
La concentración de poder a costa del debilitamiento de las instituciones del Estado, a todas luces, es contraproducente para la democracia misma, peor aún si la concentración de ese poder se ha hecho obviando los procedimientos legales establecidos para la destitución de esto funcionarios.
Lo sucedido la noche del 1 de mayo de 2021 es la continuación y la consumación de lo que ya se esperaba desde los sucesos del 9 de febrero de 2020: una política de autoritarismo derivada de un caudillismo que, vistos los ejemplos en Latinoamérica, solo derivan en una dictadura, independientemente de que esta sea de izquierda, derecha o en el caso salvadoreño, una dictadura híbrida que solo responde al populismo, y que retoma las características de diversos autoritarismos regionales, como el hondureño encabezado por Juan Orlando Hernández o como el del nicaragüense Daniel Ortega.
Lo peor de esos sistemas fundidos en el crisol del populismo, sean de la ideología que sean, es que se alimentan por decenios del hartazgo por las incapacidades de la derecha y de la izquierda de resolver los principales problemas de los salvadoreños, eso es lo que tenemos actualmente en El Salvador: hartazgo de todo; ese es uno de los grandes problemas y debemos ser capaces de reconocerlo. Un clásico caso del dicho popular de que «la medicina resulta peor que la enfermedad».
Bajo la excusa de querer brindar a la población lo que otros gobernantes no han sido capaces de otorgar, no se puede socavar la democracia que venía siendo constante y estable desde los Acuerdos de Paz. Bajo esa excusa se ha dado al traste con 29 años de democracia y estabilidad política en El Salvador, porque lo ocurrido este primero de mayo de 2021 no se puede definir de otra manera que un Golpe de Estado.
Debido a lo anterior, como ciudadanía o sociedad civil, como artistas o hacedores de cultura, como profesionales o trabajadores, no nos podemos quedar inmóviles mientras nuestra casa se incendia.
Es urgente que todos los actores del país revisen sus acciones, hacemos un llamado para que construyamos puentes en beneficio de la población, con respeto a nuestra joven democracia, con transparencia, pesos y contrapesos. Aunque el golpe ya ha sido consumado y pasará a la historia como uno de los días más nefastos de la historia reciente de El Salvador, queda en la sociedad civil saber resistir el golpe, reinventarse y evitar que el absolutismo de la dictadura infrinja nuevos golpes a lo que muy probablemente fue la democracia salvadoreña.
Queda mucho por resistir. Ahora ya no es opción guardar silencio… está prohibido callar.
Totalmente de acuerdo .solo loa ciegos y los brutoa no lo pueden ver
Dicen por ahí que los latinos somos tremendistas, a cualquier cosa le llamamos el final de la época o la muerte del sistema…