En El Escarabajo celebramos los treinta años de los Acuerdos de Paz de El Salvador (1992-2022) con una breve selección de poesía dedicada a este acontecimiento histórico de nuestro país. Celebramos la Paz porque nos permitió tener una democracia que nos garantizó la existencia de una pluralidad de ideologías. Celebramos la Paz porque la represión y la persecución política era parte del pasado. Mediante diferentes visiones de poetas de distintas generaciones, celebramos la Paz porque gracias a ella podemos disentir y elegir a nuestros gobernantes
ACUERDOS DE GUERRA
Papá escupe sus dientes
y son estrellas fugaces en mi cara.
Mamá lava las heridas que me dejan las esquirlas de los explosivos.
Una a una me las limpia con la ternura de sus gritos desgarrados.
En la cocina de mi casa caen los bombazos;
en el comedor, las ametralladoras olfatean sueños y latidos.
El humo que se levanta y recorre los pasillos
espanta al gato, orina las paredes con asfixia y hollín,
mortifica al perro, en el corral altera a las gallinas.
Y corren hombres armados de la sala a los dormitorios,
de los dormitorios a los baños.
A rastras sobre el ripio y el desorden dos bandos se persiguen.
Agazapados entre muebles ruinosos
esperan doce años por ver quien cae primero.
Dentro de mi casa llueven hojas secas de árboles
que una tarde fueron hombres sencillos y consecuentes,
obreros y campesinos de cumas y guitarras…
y que bajaron de la montaña, y que subieron a la montaña,
y cada hoja seca hoy aparenta
una lágrima fosilizada en el cadáver de mi abuela
quien apenas se quedó con la bolsa del maicillo en las manos, como quien estruja un rosario,
cuando alimentaba a sus pollos.
Y el televisor sigue encendido.
Y la radio sigue prendida.
Mi hermana en su cuarto es violada por tres soldados,
estrangulada con su propia ropa
y hoy la noche se quema
en los pétalos fríos de su sangre que solo sirvió para mortero
durante los treinta y cinco años siguientes.
Al abuelo lo dejan dentro de la pila,
a medio cuerpo sumergido en el silencio.
A media sombra su pupila y su mirada es de una soledad entera.
En la cocina caen los bombazos.
Misiles de alta precisión botan las paredes
de nuestras fotografías familiares.
En zigzag se ven moverse las sombras y las siluetas
de hombres a travesando el pasillo y atrincherarse en el patio.
Detonaciones se escuchan donde nada puede verse por el humo de la pólvora.
La escalera, las espátulas, los platos, las cacerolas, las tazas, se horrorizan:
se escuchan gritos de hombres que matan,
gritos de hombres que mueren.
Y el televisor sigue encendido.
Y la radio sigue prendida.
Culetazo tras culetazo papá escupe sus dientes.
Y bajo quince patadas el rostro de mi tío será irreconocible.
Y ayer me decía:
Pegale a la pelota, así. Ombe, ponele mente. Y se carcajeaba.
Y yo, ahora, en la sala,
sentado sobre mi propio despojo,
mientras cielo a cielo
se cae a pedazos el cielo de mi casa,
escucho un hombre decir en la radio:
En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo.… les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cese la represión!
Mientras en la tele, en el mismo instante, o en el mismo disparo otro hombre dice:
«¡Ay, está mancillando los Acuerdos de Paz!» Sí, los mancillo porque fueron una farsa.
Más noche,
cuando los días se confundieron con los años,
más noche, todavía:
alguien advirtió y tomaron las palas.
Y los huesos se amontonaron,
se fueron desempolvando.
Mamá fue la primera en salir,
luego mi abuelo.
De papá: pedazos de su dentadura.
Incompleto, como mi hermana y la abuela.
A mi tío no lo encontraron,
a mí tampoco.
Y el televisor sigue encendido.
Y la radio sigue prendida.
Vladimir Amaya (de Morir en 1821 y sobrevivir para contarlo en el siglo XXIII, Editorial Cuscatlania, 2021)
ACUERDOS DE PAZ
Se llevaron las cabelleras despeinadas el subsuelo y los panales
Confiscaron el agua silvestre que nos burbujeaba volcanes en la piel
Se repartieron las bombas y el futuro
Nos aventaron a la garduña abrazos de algodón
Y carnets
La rebeldía pasó a ser un artículo suntuario
y la suntuosidad la más contemporánea forma de rebeldía
Desclavaron las ventanas y hoy sólo hay luna en nuestro corazón
¿Con qué alumbrar las fotografías
de los que continúan asaltando la memoria?
¿Qué perro se recostará a los pies del amanecer
si han derretido todos los soles?
Desclavaron las ventanas y nos clavaron ventas
Amordazaron a un grito que rabiaba irreverencias desde una pared
A cambio nos ofertan paredes para resguardar las rabias
Desalojaron a los soñadores con sus canastos de magia y ternura
Echaron a los pájaros del diccionario
También a la hojarasca y a los noes
Solo han sobrevivido
las manos la palabra y el recuerdo
Lo que concierne a mí
es suficiente
Otoniel Guevara
San Salvador, 1992
PAZ
¿Qué es la paz?
¿Tres letras que detienen un cohete?
Una palabra muda capaz de ensordecer a los poderosos
Un punto en el centro de la tierra donde ondea una bandera blanca
¿Qué es la paz?
¿Tierra firme, tierra libre?
¿Un revólver de oro en la mano de un tirano?
¿Es esa la paz de los hombres?
¿Es esa la paz?
¿Paz?
¿Qué es la paz?
¿Tres letras que detienen la mano de la violencia?
Una palabra que me atraviesa el pecho y sangra con los débiles
Un punto en el centro de la tierra donde ondea una bandera blanca
¿Qué es la paz?
¿Una paloma que vuela con un ramo de olivo huyendo del plomo?
¿Una utopía en la boca de los poetas?
¿Es esa la paz de los hombres?
¿Es esa la paz?
¿Paz?
Paz
Tantos eufemismos,
y sólo cabe uno para llamarte:
JUSTICIA.
William Alfaro San Salvador, 2006
LA PAZ NO SE LOGRA SOLO CON EL DESEO
La marcha es un saltar de ojos
dándose tropezones
cada tira de carne arrancada por las piedras
evidencia la huella de la columna
La noche se viste de trashumantes
en madre de los que se van hacia la luz
nos vamos por las veredas de la noche
por sus verdes arrullos como guijarros toscos
que llegaron a la forma perfecta
a la redondez del ojo
a fuerza de rodar hacia la muerte
Amílcar Colocho
1990
SOBRE UN VIEJO TEMA
La paz es un trozo de tierra
besando la mar del sur
es el sueño en sobresalto de heridas
es el paisaje escalando
los volcanes de la hermandad
Es un viejo tema
y sobre un viejo tema
pueden construirse poemas y ciudades
Edgar Iván Hernández
CORAZÓN ALEGRE. (Francisco Cabrera)
SUENAN TAMBORES Y TROMPETAS
RISAS DE NIÑO SATISFECHO
GRITOS DE HOMBRE LIBERADO
ECOS DE MUJER FUERTE Y VALIENTE
LÁGRIMAS DE MUJERES Y HOMBRES
QUE HAN SUFRIDO.
EL TROPEL ES GRANDE Y RETUMBA
EN EL CORAZON DE UN PUEBLO LIBERADO
DE LAS GARRAS DE UNA GUERRA SANGUINARIA
QUE LOS MUERTOS REGÓ SOBRE LA SIERRA.
HOY SE JUNTAN LAS MANOS DE GUERREROS,
SOSTENIENDO LA PAZ YA CONQUISTADA CON LA SANGRE DE MILES DE HERMANOS QUE CONTENTOS
CELEBRAN DESDE EL CIELO.
LA ALEGRÍA DESPLAZA CUALQUIER DUDA
Y LA ESPERANZA DE MEJOR VIDA, LE PONE ALAS AL ALMA QUE COMO PALOMA DE LA PAZ REBOLOTEA EN CADA PECHO, EN CADA MENTE, EN CADA CORAZON ENLUTADO DESDE HACE TIEMPOS,
SE RECUERDA A LOS CAÍDOS EN LA LUCHA, A LOS ASESINADOS, LOS PERSEGUIDOS, DESAPARECIDOS
Y VOLVIMOS A SER HERMANOS SIN RENCORES Y SIN MIEDOS,PERSIGUIENDO EL MISMO SUEÑO A SER MEJORES, APRETUJANDOLO BIEN, PARA NO PERDERLO EN EL CAMINO.
la palabra tambien es un arma poderosa