Esos escombros en que nos hemos convertido en materia de seguridad, apuntan a la instalación de un régimen de excepción (al igual que en El Salvador) en el que a cambio de restablecer la paz, todo lo demás y de forma irregular se justifica: las desapariciones, los juicios sumarios, las detenciones arbitrarias contra defensores y defensoras de los derechos humanos, escribe el poeta Memo Acuña sobre Costa Rica, en esta nueva columna de opinión
Memo Acuña | Sociólogo y escritor costarricense
Ha sido un fin de semana de terror en Costa Rica.
Como si la metáfora no fuera suficiente, la principal vía de comunicación que conecta el Aeropuerto Internacional con la ciudad capital, San José, sufrió un colapso producido por aguaceros intensos, rayería e inundaciones. La carretera se llenó de escombros de todo tipo.
La imagen, valga decirlo, asemeja en mucho a la de un país que ha sido entregado sin dilación a los poderes fácticos, que ahora sí hacen lo que les venga en gana. El país se llenó de escombros, se entrampó, se inundó todo de su propia agua profunda.
No solo los efectos del clima producidos por el hombre y sus modelos económicos extractivistas y lacerantes fue lo que tuvimos este fin de semana en esta Costa Rica, ya para nada excepcional.
En menos de 48 horas, seis asesinatos nos muestran la gravedad de lo que nos hemos convertido: el sicariato salió de las pantallas y de las narconovelas para convertirse en una realidad absoluta. Como tantas otras cosas que nos han ocurrido en el pasado reciente, llegó para quedarse.
Es claro.
El dejar hacer, dejar pasar en materia de seguridad tiene un propósito político: convencer a la ciudadanía de que el único camino posible para «detener» esta violencia, implica la construcción de una megacárcel al estilo salvadoreño. Todo ello bajo la operación de una oprobiosa industria que hace millones a costa de respuestas populistas como esta.
Esos escombros en que nos hemos convertido en materia de seguridad, apuntan a la instalación de un régimen de excepción (al igual que en El Salvador) en el que a cambio de restablecer la paz, todo lo demás y de forma irregular se justifica: las desapariciones, los juicios sumarios, las detenciones arbitrarias contra defensores y defensoras de los derechos humanos.
Estamos a un minuto para que esto ocurra en Costa Rica.
Para evitar esa debacle, el camino, la vía costarricense como ha sido llamado históricamente a ese pacto sociopolítico, debe ser recuperado. Si hay un elemento que ha dibujado ese cierto excepcionalismo, es la forma cómo hemos recuperado el rumbo cuando estamos a punto de perderlo.
Es ahora. Es ya.

MEMO ACUÑA (Costa Rica, 1969). Sociólogo y escritor costarricense con posgrado en Comunicación Social. En la actualidad prepara su tesis de doctorado en Ciencias Sociales, UNA, Costa Rica. Fue profesor investigador de FLACSO Sede Académica Costa Rica (2005-2011) y tuvo a su cargo la Dirección del Instituto de Estudios Sociales en Población (IDESPO) de la Universidad Nacional (2012-2017). Como escritor ha sido invitado a varios Festivales Internacionales y encuentros de literatura y poesía a nivel latinoamericano. Ha organizado eventos literarios, encuentros, lecturas y talleres, a nivel centroamericano, relacionados con la migración. Acompaña un espacio de escritura creativa denominado Taller del Sur, en la Universidad Nacional, Costa Rica. Ha publicado en total ocho poemarios y lo ha hecho en Costa Rica, Honduras, El Salvador y Guatemala, un libro de cuentos (Costa Rica) y uno de ensayos titulado Déjennos pasar. Migraciones y trashumancias en la región centroamericana (Editorial Amargord, España, 2019). Por esta última publicación obtuvo en Costa Rica el Premio Nacional de Literatura Aquileo J. Echeverría en la rama de Ensayo, 2020.
