Yerros preelectorales

Detalle de fotografía publicada en Anadolu Agency.

El autor reflexiona sobre las próximas elecciones en El Salvador: «Durante todos estos meses de campaña, los electores hemos estado esperando conocer qué es lo que ofrecen los candidatos para resolver los graves problemas que sufrimos como país»

Manuel Vicente Henríquez B. | Comunicador y escritor

Cuando acabamos de cumplir 29 años de la Firma de los Acuerdos de Paz —es decir, 29 años de vivir en democracia—, nos alistamos para asistir a un nuevo proceso electoral este próximo 28 de febrero. Como sucede en cada votación, esta se presenta como una elección crucial para la estabilidad democrática del país en los años venideros, de ahí la importancia de la fecha.

Sabemos que la participación electoral es fundamental en sociedades como la nuestra, que buscan fortalecer, a través de las urnas, un régimen democrático en el cual la competencia política permite llegar al poder y así usar este poder en beneficio de las mayorías. Eso es en teoría.

Sin embargo, en la práctica, las votaciones son una clara muestra de nuestra realidad, constituyéndose en la mejor vía para conocer los problemas y desafíos que nuestra la sociedad. Así pues, a pesar de la trascendencia de estas elecciones, vemos cómo el desánimo hace presa de los ciudadanos. Elección tras elección, los niveles de participación son cada vez menores.

Sabemos que una sociedad informada es una sociedad mejor. El tener la información necesaria sobre tal o cual asunto nos hace tener un mayor razonamiento.

El desencanto por la política (o los políticos) es tal que cada vez más escuchamos frases del tipo: «A mí no me importa eso de la política». «Todos los políticos son iguales». «A mí la política no me da para las tortillas». «Si no trabajo, no como». Y esto es peligroso pues, ante la apatía de los votantes, nuestras autoridades son designadas con baja aprobación de la mayoría de los empadronados con capacidad de ejercer el voto. Además, la misma democracia se debilita ante la falta de participación político electoral de la población.

Entonces: ¿Por qué hay un mayor abstencionismo? Hay diversas razones, pero en este texto me quiero referir a una: la falta de información.

Sabemos que una sociedad informada es una sociedad mejor. El tener la información necesaria sobre tal o cual asunto nos hace tener un mayor razonamiento, tener un panorama más claro sobre algún tema y, finalmente, tomar mejores decisiones.

Respecto a las elecciones, la información que los votantes esperamos conocer es la relativa a la oferta electoral de los candidatos. Durante todos estos meses de campaña, los electores hemos estado esperando conocer qué es lo que ofrecen los candidatos para resolver los graves problemas que sufrimos como país. Cuando estamos a pocos días para ir a las urnas, los ciudadanos ya deberíamos estar debidamente informados sobre la oferta electoral que tienen los partidos políticos y sus candidatos. Pero no ha sido así.

La falta de información de los partidos se puede atribuir a la pandemia, que ha influido negativamente en todas las esferas de nuestra vida, tanto individual como socialmente. Eso es medianamente cierto, pues ni la crisis que tenemos debido a la COVID-19 impidió ver mítines electorales de tal o cual partido político, con la respectiva aglomeración de personas, sabiendo lo que eso implica en los días que corren.

Ante la carencia de ofertas electorales, los votantes hemos advertido una «campaña» de ataques, griterío de redes sociales y diatribas entre oponentes. Una campaña de ataques virulentos, de sabotajes, de calumnias y difamaciones. La mejor «oferta» de los aspirantes a una curul en la Asamblea Legislativa ha sido atacar a un funcionario o a otros candidatos. Toda la campaña se ha basado en desprestigiar a los adversarios, pero para nada hemos conocido qué harán para no ser como ese a quien desacreditan.

Por estas actitudes es que el sufragio es cada vez menos atractivo para la gente. «Por qué voy a votar por éstos si no me proponen nada?», bien podría pensar cualquier hijo de vecino. «Nunca supe qué harán para sacarnos del atolladero en que estamos», dirá otro. Y el atolladero en que nos encontramos tiene que ver con la pandemia, el alza en los combustibles, la violencia feminicida, las finanzas del públicas, los impuestos, los problemas económicos, la corrupción, el grave problema del agua, el deterioro creciente de nuestro medio ambiente, la debilidad institucional, el abuso de poder y un largo etcétera.

De nada de esto supimos los ciudadanos en esta campaña electoral, solo de sus yerros preelectorales.

1 Comment

  1. Excelente análisis, la política en nuestro país ha decaído tanto tanto en credibilidad, sin embargo es más peligroso que esa apatía nos gane en la pérdida voluntaria al derecho de votar. Eso a la larga es más nocivo para una sociedad.

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