Especial «La hora más alta», muestra de poetas colombianas
Pequeño ardid
Acuérdate de tu guardián
René Daumal
Guárdame de mí,
gran silencio leve que habitas
más allá de la sombra,
entre los tumultos del enebro
y las mentiras sabias.
Guárdame de mi viento en contra
pues la brisa ha dejado de ser
mensajera tuya de pureza.
Qué traerás, qué ofrecerás
más acá de las sombras,
en un tiempo de desapariciones,
cuando vuelven las cabezas separadas
a preguntarse descreídas
si no dejaron
algún secreto bajo la lengua.
Te escucho, oh Guardián,
pero no alcanzo tu clara diadema de sortilegios acechantes,
pues no perteneces a este lado de la sombra,
donde acaso te tome por un borracho en mitad de la calle.
Habla el volcán
Miles de preguntas arden
bajo tierra,
preparan la erupción.
Ya bullen, ya se sacuden;
de combate provocadas,
pronto hallan los cráteres,
están por venir afuera.
Manos son y en las montañas se alzan,
manos de magma toman las estancias.
No queda en pie trono
ni posesión ni usura algunos.
Suenan las preguntas,
chasquidos en los tímpanos oficiales.
Se recuerdan los nombres hostigados,
los desmembrados insepultos,
ocultos bajo lodo impune.
Se avivan los nombres en las voces;
pueden derruirse los muros de las prisiones,
pueden tomarse los tronos,
se diluyen las fronteras,
si se invocan esos nombres.
Ningún arma, ninguna injuria, nada,
habrá de replicar esos nombres calcinantes.
Cañón adentro
Sigo el camino el esternón,
busco el origen de la sed,
voy al fondo de un cañón de paredes plateadas,
sólidas merced al tiempo,
movedizas cuando el aluvión,
cuando la infancia, era glacial.
Colecto las raicillas del pensamiento.
Las cargo a mi espalda erosionada
junto al agreste olvido que cae de mí.
Se asoman,
desde las pequeñas cuevas,
los indicios del dolor;
veloces burlan las miradas
y vuelven a ocultarse en la piel del cañón.
Inscritas en las paredes,
las coordenadas indescifrables
del rayo prehistórico
que formó mi faz.
Tiempo de la hondura,
tiempo sin sílaba,
cuando soy sólo un sonido
en tránsito a la fatiga.
Busco un manantial
que bañe la pregunta adherida a mi historia.
Busco la vida recién nacida
y hallo la sed.
Sigo la senda del esternón.
Elegía de las preguntas
El oro se pierde tiempo abajo
se lo traga la tierra como a los muertos
El oro, pero ¿la lengua?
La lengua perdida ¿adónde va?
La voz de treinta mil Guanes da vueltas
en un bohío inmaterial
El agua también se pierde tiempo abajo
Se la tragan los hombres y las bestias
Lagunas perdidas, quebradas extintas
El agua negra se fue al mar, pero ¿la lengua?
La lengua perdida ¿adónde va?
Los hombres y las bestias se pierden laguna adentro
La Laguna de los Caracoles era muy brava
se tragaba a las personas en el centro de la ciudad
La laguna se recuerda, pero ¿la lengua?
La lengua ya se ha ido en un viaje
junto a los Guanes sucumbidos en las minas
El nombre extinto de un ave extinta
El nombre del árbol desaparecido
El nombre del Río de Oro
del Río Frío, ¿adónde han ido?
El agua extrañada de la laguna
corrompida por la sed de los hombres
y el hollar de las bestias
El tiempo también se pierde, tiempo abajo
en el recuerdo del oro
de la lengua y la laguna desaparecidas
El tiempo da vueltas junto a los Guanes
en un bohío inmaterial
Las gentes se ubican en el espacio
repiten Zapamanga
Bucarica
Chitota
Chimitá
Cuatro resguardos extintos
El tiempo da vueltas junto a las gentes
por los cuatro puntos cardinales
cuatro palabras que guardan una lengua
y la lengua completa, ¿adónde ha ido ya?
La lengua estaba hecha de piedra caliza
como las montañas y las cinchas
La lengua se desmoronó y se fue por los aires
formó estoraques inexplicables
Una peña llamada de Sumangá
aparece en las crónicas
desaparece en los mapas
y se dispersa espectral en la cabeza
Ahí en Chocoa, en Chocoíta
los Guanes y Yariguíes
se salen de la batea como el oro
y dan río abajo
Tiempo abajo
otros Guanes escalan las cinchas
se refugian en una cueva inmaterial
lanzan luego su lengua a los abismos
Y el abismo tras la lengua, ¿adónde irá?
De Antes de la abolición (inédito)
Archivo de diosas olvidadas
Las perversas,
las propietarias del asco público,
las apartadas,
producimos la propia,
la turbia luz.
Ninguna luz de afuera
incide sobre nosotras, lo sabemos.
Destilamos humos
y ruidos y envidias como redes,
unas sobre otras,
en la espera,
de grasa gruesa
que llevamos tatuada.
Nos lavamos
compulsivas por una lluvia,
conjuro de las lágrimas ahogadas.
Nos sabemos un archivo de diosas olvidadas.
En conserva, nuestro secreto de cuando mujeres:
aquel misterio
ahora condensado en cubículos
juega con los espejos -clandestinos-,
sus cuchillos de variado material.
A veces el ánimo amanece cerrado,
a veces se sabe que habrá tormenta:
rodará la fortuna afilada
sobre vientres
y mejillas.
A nosotras solo llegan los azules,
los pájaros negros,
que nos encuentran la humanidad, la llaga.
¡No reclamemos! ¿Acaso,
hubo algo que se nos diera,
hubo algo para nosotras?
Marcadas
con el signo del deseo proscrito,
desfilamos atadas
inocentes todas,
que la culpable anda suelta
y gobierna, la loca,
detestable la más,
a quien llegaremos un día
en venganza con escobas.
A veces el ánimo amanece rayado,
a veces se sabe que hubo tormenta
y al cabo retornan al suelo
nuestros traseros sagrados.
Bostezan las diosas, tejen,
decoran la tela monótona,
blanquean pacientes el veneno, penan,
bajo la vitrina repiten letanías.
Las apartadas
practicamos nuestras risas ácidas
unas frente a otras.
Posamos para el mal hado
en cámara lenta.
ANGYE GAONA (Bucaramanga, Colombia). Es Licenciada en Español y Literatura. En 2001, dirigió la I Exposición Internacional de Poesía Experimental, en el marco del Festival Internacional de Poesía de Medellín. En 2009, publicó Nacimiento volátil, con ilustraciones de Natalia Rendón y, en 2015, Comentario sobre el carácter radical, Beca departamental de creación en poesía, sobre el que el jurado expresó «Verso vigoroso, imágenes nítidas y reflexiones que no riñen con la 'cripticidad' de la poesía y alcanzan significación universal a partir de elementos locales».
Por su activismo en favor de los prisioneros políticos colombianos, fue encarcelada en 2011 y liberada tras una campaña internacional que incluyó la publicación de sus libros en Italia y Brasil. Ganó en 2011, primer puesto en el Salón de Arte Metropolitano en la modalidad de escultura con su obra «Reja», poema visual exhibido en el espacio público de la Universidad Industrial de Santander.
Ha participado en Festivales de poesía en Colombia, Canadá y China.
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