Reseña de Amatista, el tercer poemario de la poeta hondureña Iveth Vega. «Amatista es, en mi opinión, un libro-puente entre la poesía extremadamente simbólica de sus comienzos y una poesía más despojada, más íntima, que da valor a las experiencias personales y vitales», escribe Margarita Leoz
Margarita Leoz | Escritora española
El último poemario de Iveth Vega es en realidad una reedición de poemas aparecidos en dos plaquettes anteriores, a los que se suman otras composiciones inéditas que la autora había dejado de lado en publicaciones previas. Bajo esa variedad cristalina del cuarzo que da su color violeta a la cubierta y al título del libro, Amatista ve la luz en abril de 2025 en el sello de la editorial Efímera conducida por el poeta y gestor cultural Salvador Madrid.
Este tercer poemario de Iveth Vega (Santa Bárbara, Honduras, 1991) es a mi entender un libro-puente. De los veintisiete poemas que contiene, algunos conectan con el estilo intelectual, extremadamente simbólico y filosófico que la autora exhibió en sus dos primeras obras, Elementos sucesivos (Malpaso, 2021) y El lenguaje de las burbujas (Efímera, 2022). Como en la señal de un cruce de vías keniata que recrea el poema de Kenneth Koch «One train may hide another», en los poemas de Iveth Vega un verso esconde siempre otro. Este es, por ejemplo, el caso de «Díscolo», texto inspirado por la mitología mexica, donde el tú poético resulta ser Tezcatlipoca, dios del cielo nocturno, las estrellas y la providencia, viril y siempre viejo, al que se le representa con un espejo de obsidiana que humea. Lo mismo sucede en otras composiciones de difícil acceso, como «Transitoriedad», donde la autora despliega su admiración por la críptica novela Avalovara, del narrador vanguardista brasileño Osman Lins. Es posible que el lector ávido de significados inmediatos sienta que no comprende del todo –«La violencia pide oscuridad», dice un verso de Rosario Castellanos–, pero sí será capaz de percibir con fuerza las imágenes que sobre lo efímero expande el poema: «la tarde verde-azul (…) que se desmorona», «nuestros dos paraguas se alejan», «los pasos que se irán borrando de la arena». Asimismo, incluso en los poemas de más difícil incursión, el lector puede detectar aquellos leitmotivs reiterados en la poesía de Iveth Vega y que constituyen ya las inflexiones de su particular voz. Me refiero a motivos como la (con)fusión entre espacio y tiempo, mediante la cual se otorgan cualidades espaciales a atributos temporales y viceversa («Se desplaza, pero no llega; el tiempo se mueve debajo de él»), a lo onírico como base de conocimiento («Escarbo con clarividencia este sueño acuoso») o a la recurrencia del elemento acuático, que inunda de imágenes líquidas poemas como «15 de febrero»: «Transportas un mundo submarino en un estuche gris», «Las camas flotan, / mi nariz y mi cerebro se llenan de agua».

Sin embargo, este poemario posee también otro tipo de textos, menos enigmáticos, que conectan con el nuevo rumbo que la escritura de Iveth Vega está tomando en la actualidad. Por eso Amatista es, en mi opinión, un libro-puente entre la poesía extremadamente simbólica de sus comienzos y una poesía más despojada, más íntima, que da valor a las experiencias personales y vitales, aunque estas aparezcan siempre atravesadas por la ficcionalización de lo literario. No ampararse en mitologías ni en símbolos o códigos externos es signo de madurez creativa y así lo muestra la autora en poemas como «II», «III» o «Noche de medusas». En estos textos surgen escenarios cercanos a lo doméstico («las calles polvorientas de la infancia», «Llevo a casa plantas que arranco de los peñascos») y personajes del ámbito familiar —un padre, una hermana, un hijo—: «Mi hermana nació como los girasoles. / Traía consigo / cierta gracia amarilla», «Mi padre me levanta en brazos para que mis pies no se mojen». Amatista nos habla de la transitoriedad, un concepto que remite al mismo tiempo a la condición de transitorio –lo efímero, lo provisional, lo fugaz– y a la acción de transitar, esto es, de pasar de un lugar a otro. Tanto esa cualidad de lo eventual como ese desplazamiento entre dos puntos son cuestiones tan básicas y tan complejas como intrínsecas al género humano y a su devenir. Amatista es, además, un puente por el que su autora transita entre la orilla poética de sus comienzos y los márgenes que sus próximos libros buscarán, iluminarán y nos depararán. Y esos futuros libros nosotros, sus lectores, ya los soñamos, ya los ansiamos.

Iveth Vega, Amatista, Editorial Efímera, Honduras, 2025
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Selección de poemas de Iveth Vega
El trashumante
Atardece lento sobre el oriente.
El trashumante dice: yo soy el camino.
Se desplaza, pero no llega;
el tiempo se mueve debajo de él.
Se cubre la frente con una mano
y observa los aviones que rayan el cielo de octubre.
El trashumante abre sus enormes manos cartográficas
para desenfocar con su humo el espacio
y concentrar todo en un momento sin indicaciones ni fronteras.
Tus manos deben ser piadosas. Mis manos deben ser tiernas.
Díscolo
Busco en tu rostro las ciudades que nunca he visitado,
los soles de acuosos amaneceres.
De los labios a los oídos han migrado las palabras
como aves oscuras de alas ruidosas y picos sangrantes.
Llevas en todos los sueños la misma camisa,
el mismo mensaje y el mismo espejo.
Siempre te escondes,
juegas con las sombras y con las imágenes.
Giras entre los dedos monedas y horas,
llevas el ojo al campo desolado,
a los libros de la juventud,
al llanto de la infancia.
A la página del tiempo infernal
donde revelas tu nombre.
19 de septiembre
Dibujas con carbón las rutas de los sueños.
Escribes en el aire escasas palabras para decir lo que quiero escuchar.
Devoras el resto de los sueños con tu tinta espectral.
Engulles toda la materialidad y tu hambre no cede.
Corres con tu cuerpo de animal feroz dentro de mi cabeza,
con tus manchas de guepardo, con tu olor salvaje y con toda tu rabia.
He olvidado el resto de mis sueños.
Transitoriedad
Descubro, hoy, un texto, y estoy convencido de que
todo el secreto de mi paso por el mundo se vincula a él.
OSMAN LINS
Misteriosos son los caminos que escoge la tinta para conmover los ojos de quien ve, los dedos de quien escribe, los labios del poeta que recita de memoria las palabras que un ave fénix ha depositado en su garganta en la tarde verde-azul a media luz de julio a media sombra del fuerte que se desmorona.
El viento arrastra débilmente el olor de las ciudades añoradas y nuestros dos paraguas se alejan uno del otro.
El motivo que nos atrajo es el motivo que nos aleja.
Misteriosos son los caminos que escoge la piedra en su viaje de la mano al agua.
Las ondas concéntricas oscurecen el estanque.
Muerte y vida, muerte y transitoriedad, vida y sospecha.
La saciedad nos acerca y el vacío dice: estás, pero no estás.
La ausencia condensará estos recuerdos en sincronía con la mano invisible que pinta unos crisantemos rojos en el horizonte y la música de un piano dictará el ritmo de los pasos que se irán borrando de la arena.
Noche de medusas
A Héctor
Invoco.
Diseño con minuciosidad una esfera.
Exprimo toda la belleza del mundo y mojo mis pinceles en ella.
Concibo el espacio para que bailes en esta eterna noche de medusas
con los pies descalzos en la suave y cálida arena,
entre las olas que cosquillean tu piel levemente.
No mires hacia abajo,
solo alza las manos y enciende con las puntas de los dedos las luces púrpuras de este biombo que nos cubre de la inclemencia del tiempo.
La agresiva belleza del mar te rodea y no temes.
Respiras la brisa marina que serpentea al compás de mis manos.
Las medusas componen su música de vaso transparente,
su música ancestral de cuerpos acuosos.
Afuera el tiempo es implacable, nunca se detiene,
pero en este poema viviremos para siempre,
bailando abrazados en esta eterna noche luminosa.

MARGARITA LEOZ (Pamplona, España, 1980). Licenciada en Filología Francesa por la Universidad de Salamanca y en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad de Barcelona. Autora de los poemarios El telar de Penélope (Calambur, 2008) y Caer (La Isla de Siltolá, 2024), de los libros de relatos Segunda residencia (Tropo Editores, 2011) y Flores fuera de estación (Seix Barral, 2019), de las novelas Punta Albatros (Seix Barral, 2022) y Lo que permanece (Seix Barral, 2025) y del libro recopilatorio Nadar entre corales. Artículos, reseñas y ensayos sobre literatura hondureña actual (Los Amorosos, 2025). Es académica correspondiente de la Academia Hondureña de la Lengua.

IVETH VEGA (Santa Bárbara, Honduras, 1991). Escritora. Licenciada en Letras con orientación en Literatura (UNAH). Ha publicado los libros: Elementos sucesivos (2021), Amatista (2021, reeditado en 2025) y El lenguaje de las burbujas (2022). Ha sido publicada en más de veinte antologías y revistas literarias nacionales e internacionales. Ha sido galardonada en seis certámenes nacionales, entre ellos, el Premio Nacional de Poesía «Los Confines» (2021), considerado el mayor galardón de poesía en Honduras.