El escritor y psiquiatra Jesús Martínez nos comparte una semblanza y una selección poética del escritor Mauricio Marquina, quien falleciera recientemente (Chinameca, San Miguel, 1946 – † San Salvador 2025)*
Jesús Martínez | Psiquiatra y escritor
Amo la rosa de la pasión,
que vive en los adoradores del fuego
Mauricio Marquina, Ceremonias lunares
El 16 de septiembre falleció el entrañable Mauricio Marquina, miembro de una amplia estirpe de médicos escritores como Rabelais, Conan Doyle, Chéjov, Pío Baroja, William Carlos Williams, y los salvadoreños Alberto Rivas Bonilla, Melitón Barba y Reyes Gilberto Arévalo.
Poeta ancestral, profundo y jodón, lo que caracterizaba al sacerdote de Ceremonias lunares era la pasión que impregnaba toda su actividad vital: la medicina, la antropología, la literatura, la poesía, las plantas sagradas, medicinales y enajenantes.

Creía profundamente que la locura es una especie de libertad y que la única droga es la vida. Además, que siempre hay que ser sutil, como el filo de una espada.
Con él murió su imaginario benefactor Pedro Cumas. El amigo de Armijo y de Kijadurías, de Arévalo Rico y de Melitón. El amante de Bob Dylan, la humanidad y las causas justas.
Perdimos sus saberes ancestrales, su manera «orgásmica de leer», su gran capacidad para ficcionar en la oralidad, sus vivencias con los huicholes en México y su actividad guerrillera en Nicaragua. Perdimos, además, sus magníficas carcajadas y un vasto anecdotario.
Nos dejó una abundante obra dispersa en revistas como La Pájara Pinta y dos libros publicados: Obscenidades para hacer en casa y otros poemas, publicado en la Revista la Universidad de la Universidad de El Salvador en 1968 y Ceremonias lunares, 1971 y 2024. Participó en los libros colectivos: Las cabezas infinitas, 1971. Y Tzuntekwani, Cabeza de jaguar, 2016. Además, dejó montones de libros y cajas llenas de escritos inéditos.
Fue miembro fundador de la Asociación Salvadoreña de Médicos Escritores (ASME) y corresponsal del Diario Co latino de El Salvador.
Hace un año recibió un reconocimiento por su trayectoria literaria por parte de la Universidad Salvadoreña Alberto Masferrer.

Compartimos recitales en el Colegio Médico y varias reuniones en su casa, así como un memorable encuentro en el Valle del Señor con el poeta Kijadurías y otros amigos escritores.
La última vez que nos vimos, me recomendó varias lecturas y me regaló una antología de poetas italianos contemporáneos. Después de revisar unos poemas me escribió un comentario: «La poesía es también un arma terapéutica. Como nos dice Lautremont, la metáfora le ayuda a calmar el hambre de infinito que padece la humanidad. Los médicos escritores tenemos un organum poeticum, una sensibilidad especial para captar la humanidad del otro y poetizarlo, para ser los auténticos traductores de la gran metáfora vital. En el trabajo literario se rebela el sentido profundo de nuestra vida a través del ejercicio de la medicina, las conductas solidarias más allá de la caridad.»
Estaba enfermo ya: la artritis lo había diezmado desde hace años y el cáncer lo puso a mamar del más atroz de los silencios. Marquina presintió el fétido olor a muerte mucho tiempo antes en un fragmento del Chilam Balam: «Será el Origen de la muerte por la mala sangre salir la luna, y al entrar la luna llena acontecerá la sangre entera».
Ahora me tocó a mí escribirle estas líneas. Nos quedó pendiente un estudio sobre el tratamiento de las enfermedades mentales en el mundo precolombino y la publicación de una antología de médicos escritores. Tenemos la obligación de publicar su obra inédita.
Adiós, querido colega, maestro y amigo. Descansa en paz. Nos encontraremos nuevamente en la increíble potencia de tu poesía, en el pozo profundo de la memoria, hasta que el río del tiempo desemboque en su océano infinito. Hasta pronto Mauricio Marquina, «escrivividor» como ninguno.
Jesús Martínez Jurado.
18-9-2025
SELECCIÓN POÉTICA
La obra de Mauricio Marquina está dotada de una fuerza poética colosal. En su poesía se respira cierto surrealismo, el plano existencial es su alimento poético. Sus imágenes son oníricas y perturbadoras.
Los poemas de Obscenidades para hacer en casa y otros poemas son un grito de libertad, deseo y rebeldía contra las restricciones y prejuicios sociales hacia una sexualidad liberadora. Aparece el acto médico despojado de la humanidad, atrapado en un sistema de pobreza y de miseria. Como animal político reflexiona sobre el valor de la poesía en un mundo caótico y doloroso, la defiende como una forma de resistencia y un camino hacia la redención.
Los poemas de Ceremonias lunares celebran el amor, la sensualidad, la conexión con la naturaleza, la unión física y espiritual entre los amantes como un saber ancestral, la experiencia sagrada del amor.
A continuación, presentamos una selección de Obscenidades para hacer en casa y otros poemas, publicado en la Revista la Universidad de la Universidad de El Salvador en 1968 y Ceremonias lunares, en la edición de 2024. A diferencia de otras publicaciones, se ha respetado la puntuación y el corte de verso original.

DE OBSCENIDADES PARA HACER EN CASA Y OTROS POEMAS
SUEÑO DE INFANCIA
Esa noche yo tenía que permanecer acostado sobre los muertos
y darles de comer el pescado seco que había sobrado la noche
anterior. Unos habían sido condenados por inocentes y eran
la mayoría otros, por encontrarse desnudos durante los servicios
religiosos. Pero no es la hora de esclarecer recuerdos
difusos. Yo buscaba una mano caliente todavía
en cuyas arterías desgarradas corriera un poco de sangre
inoficiosamente coagulada. En vano.
Soy incapaz de decir como estaba vestido
y ansiosamente apretujado de odio. De temor. Pero los cuerpos
ya estaban disecados de antemano: restos de músculos,
nervios, huesos oscuros, todo sumergido en un charco de
formalina entonces comencé a sacar timbales y anteojos oscuros
de los cráneos y fui construyendo, en el punto más alto de
la fiebre ritos obscenos, diálogos desnudos para el amor,
fragmentos de poemas sin odio ni tristeza,
y así llegó el tiempo de mirar lentamente cada una de las
órbitas vacías —cegadas por lágrimas purulentas—
inclinado violentamente sobre un seno arrugado
me puse a mamar en el más atroz de los silencios.
Para entonces había dejado de creer en todo. Algunos de mi
generación subterránea siguen empleando, desde aquella noche y
como única arma, la ironía contra las cosas; otros, meditan
sentados sobre la tumba de Vallejo, bebiendo a grandes tragos
una especie de cicuta metafísica. Pero ninguno estuvo conmigo
aquella noche, y algunos conservan todavía
sus máscaras pintadas colgando de los agujeros
cerebrales
amenazando destruir las palabras, las oraciones, los salmos.
Esa noche, al final del corredor, me entregaron un par de manos
y un libro en blanco, para encarnar el Testimonio y la Locura.
NUESTROS EXCESOS INSUFICIENTES
Tu pequeño seno izquierdo es la continuación absoluta
de mis labios. «No podemos continuar de esta
manera, mejor dejémonos»; en ese instante
nuestras obligaciones, nuestros excesos insuficientes,
soportan una armazón imposible que sólo permite
el paso de lágrimas adultas.
Nuestra historia es confusa. Como el resto de amantes
capturados entre una andanada una ráfaga
de vivencias presentes en las miradas acechantes de
los seres que nos rodean.
Un montón de prejuicios reunidos —capturados apenas—
como un puñado de luciérnagas en la cacería de nuestras
infancias muertas.
OBSCENIDADES PARA HACER EN CASA
Hoy no me has vuelto a permitir que te ame siempre la misma
negativa silenciosa puedo adquirir el ronroneo místico
para situarme a tu espalda desnuda desdoblándome
no has permitido y el miedo vuela otra vez con el
camino atado en la garganta
y la manera más sutil de volverte a mirar día tras día
se soporta en medio de un pequeño murmullo de odio
y no debía ser así
hemos de amarrarnos mutuamente las cintas
de los zapatos aquel par que para comprarlo dimos vuelta y media
a la ciudad cansada y terminamos la velada simplemente besándonos
pienso entonces que tu amor se desmorona en celos
como un pálido paquete de úlceras derretidas
que me das entonces sino mas bien un tibio regalo de frutos
agrios que me das sino la tristeza de carecer en absoluto
de amor de sensación despierta pero tu estás coronada
hediondamente de prejuicios engastados en joyas milenarias
de ídolos tenaces y un camino oscuro desde tus ojos
senos diminutos memorias disfrazadas de coraje y deseo
pequeño pubis dame una solución para mi mundo
para nuestros mundos contrahechos seminales dame
paciencia y valor para hacer cosas ultrafilosóficas para tomarle
la medida al hombre dame una medida que carezca de una
mancha de sangre pero estoy seguro estoy firme
que no hay que no sentimos el fétido olor a muerte
a excrementos a héroes encadenados y pudriéndose
a pedazos
quiero darte mi mundo interior quiero hacer
de nuestro acto sexual una especie de trasplante una
lluvia de sudor lentamente caliente
una destrucción ejecutoria de tu cariño que escucho a la
distancia pon mi cabeza en tu pequeña guillotina
tú que cuentas líquenes y algas entre tu familia tú que
abrazas suavemente como una mordida de oreja
toca una sonata en esta cuerda sola que resiste la
violencia y la astucia del mundo y que los camaradas
sigan bailando su canción de amor entre las huelgas.
LOS SERES ALUCINANTES
Rodeado de seres alucinantes vestidos de blanco
endiosados por el misterioso Oficio de Curar
de establecer el equilibrio perdido en los cuerpos
una negociación
indirecta con el ego que se inflama como un edema
y se rebalsa de un sentimiento oloroso a inmortalidad
de compresas pestilentes pestilentes a falso amor a falsas
ebriedades de ternura y pan caliente
rodeado de espectros atornillados firmemente al
Gran Inmueble de la pobreza a la Gran Vagina de la
Miseria
animales vestidos con trajes beiges celestes de manta
recurriendo inmisericordemente a sus ídolos
aferrándose con espuertas insuficientes
al Gran Mar de la Vida
mirando absorbiéndolo todo en blanco y negro bocas fabulosas
que sólo saben escupir un ciento de palabras
la mayor parte agresivas como su miseria
y trazados silenciosamente por cotidianos demonios de lata.
EL INSERVIBLE OFICIO DE LA POESÍA
para qué diablos escribir; vivimos. Únicamente rodeados
de fracasos de un origen condenatorio un enfrentamiento
crítico de lo que llega a constituir nuestra
Gran Página Final en blanco borroneada tachada
con suspiros alienantes en un mundo barrenado de sonidos
de sentimientos revolucionarios y sectas secretas
congregadas en las catacumbas que habitamos
cientos como yo sueñan escribir un solo libro
que los salve que los complique un tufo estridente
a futuro encebollado
ya no es posible creer en patrañas ilusorias refrescadas eternamente
por el Gran Dios de la Publicidad no sé acudir a mi salvación
sólo con mi amante mi novia mis hermanos mis viejos que
sufren atados como trniquetes insustanciales perfectamente
emocionables atados a mi mundo de recuerdos de voces
y silencio mucho silencio en toneladas métricas
atoradas de odio y pulcritud
te lo merecías por hacer naufragar
los escasos gastos de la verdadera alegría la Suprema Alegría
cuando colocaste culo arriba los santos sentimientos
te lo merecías —pero aquí el final de nuestro
mundo ínfimo construido de penas y deseos— desde ese momento
voy atando mis manos a la labor cotidiana
al inservible oficio de la poesía
nuestra locura nuestra hierba fugaz apuñaleada detrás de
alguna puerta a medio construir
un resquicio melenudo feroz atenazado de hierro y cemento
de calles fabulosas que acogen con suficiencia maternal
todos estos pasos como resquicios de amor.
ESCAFANDRA Y CONVERSACIONES
Nos hemos sumergido, justamente, para vadear
el río infinito de las conversaciones. En un sentido
múltiple todos estamos dotados para hacerlo. Y lo hacemos.
Nos quitamos y ponemos máscaras sucesivamente. La cosa
está en sentirse hinchado como la panza del sapo
de una manera completamente anfibia.
Las horas circulan llenas de voces nuestras. «Necesitas
confesarte con tus amistades íntimas, si no lo
haces, conseguirás ahogarte». Y eso no es todo.
La enumeración de nuestra virtudes de nuestros principios
de nuestros minúsculos actos de amor o de odio
lo exigen seguimos importando a los demás.
Estamos condenados a descubrir nuestros secretos
y colocarlos en el último vagón de los acontecimientos.
MONÓLOGO INCONCLUSO
intento dar a vosotros a nosotros a ellos
una explicación a este desatinado uso de la razón
que ejercito de rato en rato con amables pausas
cuando contemplo las estrellas y la luna
en primer lugar quiero ponerme de acuerdo en cuanto a mi
autocatarsis que os voy a predicar como una especie de medicina
pervertida de hongos sagrados
extraída con forceps desde el fondo de mis razonamientos
algo así como un gemido de odio lanzado desde el fondo
de un útero que aborta
una conciencia castradora del erotismo que siembra en el nosotros
la desnudez
de un monólogo inconcluso entre comillas y si es cierto
que poseemos cierta repugnancia al derramamiento de sangre
en las capillas y los lugares de modas esto es lo que
probablemente nos distingue de los animales
enteramente situados en la retaguardia de nuestra manera de ser
un montón de chongos de colores rodeando el vértigo
del carroussel de la vida en la etapa eterna de la acumulación de fuerzas
una tristeza discreta que llevo de pasta a pasta exactamente
como un libro o una noche que cae de mi cintura para abajo
un asco exorbitante que derramo porque perdonen
uno se lleva el corazón a la mano y extrajudicialmente declara
frente al plato de frijoles la Bestia la Bestia en
el instante en que el peso de las deudas lo van empujando
así a pequeños empujoncitos a la tumba en que no les debo
nada a los gusanos mas cómo aseverar que esto resulte
cierto y no me diga usted entonces que mediante
estas líneas se puede calcular lo cabrón que es uno a veces
estoy solitario como un poema de Vallejo
tendrán que perdonar mis lágrimas de cocodrilo en celo giro sobre
Un torno fresco aún lanzando profiriendo muchas
palabras muchas verdades que ustedes no podrán decir
a grito pelado con las manos en la bolsa alimentando el recuerdo
solamente de pequeños frutos ácidos un salón vacío
horadado por numerosas puertas cerradas impregnado de vivencias
oblicuas complejas como el fenómeno poético una profundidad
semejante a dos niños negros caminando de la mano
entre la pasmosa celeridad de los Sumos Sacerdotes en el Ritual de la
Violencia y aún más tienes
que jugar con los pies descalzos sobre un suelo de brasas
profetizar sobre la tragedia del vecino adúltero que llora en
sus frecuentes borracheras
que adora divinamente a su mujer pero la pobre no está de acuerdo
con ese funcionamiento glandular con esa
falsa alegría de navidad con ese aumento de salario
que le prometieron a usté desde hace cuatro meses
con ese par de huevos fritos que constituyen su alimento
su carne su sangre que el señor derramó por nosotros
y por muchos para la redención de los pecados de esa gatita sexual
llamada brigite puede usté entonces
refrescar solamente sus recuerdos de infancia
que siempre serán mejores que su futuro de plato de zinc que
se va pelando en los fines de mes todo untado de manteca nieve
jugador confuso prófugo en la tierra de nadie que habitamos
y que somos
y todo esto porque no le doy tiempo a mi mujer que sueña
junto a la almohada húmeda de lágrimas y enojos
mientras estrecha esa raíz veleidosa que la posee con intenciones
malignas esa Gran Raíz el pilar de la seguridad del hogar
y este oficio complicado con las vidas que me rodean.
DE CEREMONIAS LUNARES
I
Amo la rosa de la pasión,
que vive en los adoradores del fuego,
en los embriagados con las sonajas de la locura,
en los drogados por la justicia y la ternura,
en los asaltados por la fuerza infinita del amor,
en los comedores de hongos sagrados,
en los convocadores de caricias y su agua,
en los untados con el calor de su cuerpo,
en los cerebros con nidos de mariposas,
soñando las olas del mar.
En los hombres y mujeres con mirada miel,
en los músicos, ardiendo como brasas al viento,
en los brujos con las máscaras luminosas de la noche,
en los amantes pipiles, agitando sus almas
en el delirio de la vida.
II
Estás desnuda purificando en agua de sueños,
abriendo el instante al espíritu de los sentidos,
vertida sobre mis manos en los de fuego,
restregada a mí.
inundada con el ritmo desnudo del corazón:
la ciudad eres tú,
el monte,
el árbol,
Eres mis manos volando lentamente en tu piel,
danzando,
floreciendo de las mariposas nocturnas que nos nacen,
¡Oh!, agua bebida con la ternura de los cuerpos,
y las almas acercándose
empapándose de este quejido vital, divino.
¡Agua de piel!
VI
Agua del tacto, mójame,
lluvia de labio humedece la tierra de mi carne.
Corazón palpitante de la noche, mira mi estrella,
luz y fuego en llamas, sé mi corazón,
soles de raza y espíritus, griten por mi cuerpo,
sed de llamas, arrástrame y piérdeme.
Molusco profundo y maravilloso, toma mis labios,
juegos de niños, toquen mis manos,
venado de músculos,
miel de la voz con amor,
se de vivir en el río de otros ojos.
Puñales del tacto y sueños de invierno,
entren en mi sangre por el cristal del amanecer,
y por el cuerpo del espíritu amado,
y por el espíritu del cuerpo amado.
VIII
Están en mí, todos aquellos que han sido en mi rostro,
los que me han besado,
los que me han mirado,
los que vuelvo a ver y recuerdo con alegría de voz,
los que oyeron gritar en el fondo de sus sueños,
las que buscaron, bañadas del amor de mi cuerpo,
y han tocado el fuego del ser, estallando, consumido
por su propio fuego interior,
las que, con sus alas en mi vida se han hundido infinitamente.
Y los comunicados por la mirada han entrado en mi ola
de recuerdos.
XVI
Estos hongos han nacido en mis ojos,
como cuando encuentro alas en otros labios,
sonidos abiertos a todos los colores,
uranio milagroso, desnudando tus gestos de fuego,
voy a ti a un paso del invierno,
y conozco por el espejo solar que avanza en la noche de las serpientes,
el oro de tu cuerpo,
el puñal de la pureza de tu sonrisa,
el ardor de tus labios, enlazados a esta tormenta,
y aprieto la fuente de tu rostro entre mis dedos.
Y se pinta de verde esmeraldino, el rojo profundo de mi lengua,
Dos arcoíris de plumas de quetzal coronan tus senos,
Hay un rincón en la habitación del infinito,
Una fuente eterna y continua del cuerpo femenino,
Una sordera de ojos y un corazón cantando.
Cabelleras del desorden,
Oro oculto bajo la lengua,
¡Oh! ¡Puñal de la pureza de tu sonrisa!
XVII
El agua cae de los cuerpos,
para unirse a esta palpitación bestial,
ardiente, espantosamente viva.
Esta agua que corre, son los deseos musgosos bañándose en
nuestras almas desnudas,
como un manto de luz sobre la piel,
abrazando el inmenso corazón del cuerpo en vuelo,
¡Oh!, ¡Cantos jadeados!
Hay un fuego alegre que cierra nuestros ojos,
una ola de piel que se restriega para fundirse a otra,
¡Oh! ¡Espíritu de la piel penetrada!
Llanto vivo y seminal como el corazón de Dios,
canto sobre las olas del mar de los cuerpos,
flor de libertad que se siente en vuelo,
abrazados por los labios,
inclinando la cabeza del fuego infinito por el tacto,
yo abrazo en los ojos, la boca del día y de la noche,
como la sangre que canta en el vuelo del cuerpo,
con fuerza,
como una cascada que trota,
¡Oh!, ¡Palpitar divino!
XXII
Sin esfuerzo me confieso a mi amada,
me doy
Como la caricia abrasadora del viento que hay en mí.
Hasta el agua de su piel,
a pedazos, a tibias miradas,
me entrego a su boca en el centro del río infinito,
caigo en sus brazos y soy en sus ojos.
Llevo sus manos a mis ojos y soy en sus ojos.
Sus ojos me invaden, en torrentes continuos,
Con la humedad de la estación, la frescura de su cuerpo llega a
tientas a mis labios.
Con sus sueños y tibiezas, lentamente quemándome,
untándome con barro el corazón.
Bañando mi lengua, en los cristalinos remansos de sus ojos oscuros,
en la presión maravillosa de su cuerpo
cayendo a lentas caricias,
como la lluvia que se deshace en el aire.
Por ella, toco el nudo de mi esencia y destapándome el alma,
recojo su palpitar extraño y tembloroso a un mismo tiempo.
Como quien abre la puerta sensaciones profundas,
parado en lo alto de la montaña,
a pecho desnudo, a cuerpo hirviente,
sin raíces, solo las hojas y los tiernos tallos del deseo que crece en mí,
sigo los pasos de mi amada.
En el momento de la invasión amorosa que nos lleva de las manos,
hasta las cavernas inmensas del amor, sin esfuerzo,
confieso a mi amada, lo que pude ser y no fui
y que quizás aún sin ser lo fui.
Le digo palabras, en un abanico que se abre sigilosamente
en sus oídos,
en sus ojos a cultos que aún desconozco:
allí, esclavo supremo de las esencias florales,
que asoman sus bocas por el tacto
que se extienden desnudas como rayos de sol y estrellas en olas a mis pies.
Allí, hay una batalla que siembra los surcos,
que van desde los miembros hasta el caracol terrible del alma
y lo empapan de un sonido lejano que percibo profundamente.
Hablando de nuestros sueños, nos buscamos despiertos,
cabalgando juntos el rostro de Dios y su dulzura,
abrazados,
empujados a la orilla de los barrancos.
Llamando locamente cada cosa por su nombre,
tocándola, mordiendo su carne viva,
su corazón de semilla que se alza danzando sobre las rocas del río.
* Esta publicación cuenta con el permiso de Irma de Marquina.
** (N. del E.): Por una limitación de la plataforma, un asunto técnico, no fue posible reproducir las sangrías de los poemas de la presente selección.

JESÚS MARTÍNEZ (13-8-1985). Doctor en Medicina por la Universidad de El Salvador, especialista en Psiquiatría y Salud Mental por el ISSS y la Universidad de El Salvador; Máster en Clínica Psicoanalítica por la Universidad de León, España; formación en Psicoanálisis en el Centro Psicoanalítico de Madrid, España. Pertenece a la Asociación Salvadoreña de Psiquiatría filial de la Asociación Mundial de Psiquiatría y al Centro Psicoanalítico de Madrid. A nivel literario, escribe cuento y poesía, ha aparecido en varias antologías poéticas y revistas, formó parte de varios círculos y talleres como el Círculo de la Rosa Negra y Delira Cigarra. Obtuvo el premio Letras Nuevas en 2009 promovido por La Prensa Gráfica y CONCULTURA; y el I Concurso Literario de cuento «Puesisesque» 2015, promovido por la Secretaria de Cultura de la Presidencia. Es miembro de la Asociación Salvadoreña de Médicos Escritores «Dr. Alberto Rivas Bonilla» filial del Colegio Médico de El Salvador.
Verdaderamente el dejo un vació en todos nuestros corazones. No hay poeta como el. Siempre humano y con un corazon de oro ❤️
Lo extrañare por siempre . Gracias por escribir estas lindas palabras para mi abuelo.
Impresionante la obrade Marquina, Lo conoci cuando manejaba, o coordinaba lo cultural en el Diaruo Colatino.
Me iba a publicar mis primeros «pininos» en el perioódico, sin embargo no lo hizo, no recuerdo porque. He leido todo lo publucado por este medio y con la, madurez que ahora tengo puedo afirmar, era grande su creación po~tica Grande como él.
Gracias por dar aconocer tanta belleza.