Estación del frío

Estación del frío es un material de búsqueda, de desasosiego y de anhelos más allá de laberintos de espuma y de piedra. El trabajo de Meyer es un material que busca mostrar, con rigor poético, el deseo y la belleza de un mundo atrapado en el mar, en el filo de una sonrisa o en la distancia de un recuerdo

Claudia Meyer / Investigadora, docente y poeta

No está perdido lo que no encuentra puerto
ni a la deriva una barca que extravía su muelle.
Hay viajes cuyo destino es el recorrido, no un espejismo en el horizonte.
Y se vive viento, niebla, mareas cuyo propósito es ir y venir,
olas donde la brújula sonríe con su boca náutica.
Este viaje nos llena manos y ojos de nosotros mismos:
vamos de forasteros e inmigrantes ilícitos
dejando estelas de ausencias y amares a mares.

En el ojo de un ave hay más mundo que en mis manos
porque giran en él los cielos cobalto, la inestable luz de las estaciones.
Despojos, suspiros de mar pueblan el laberinto,
acertijos de algas en una religión de polvo
como la misma sed que me crece y ahoga.
La incertidumbre, luz del filósofo,
deviene lujo a la sombra que es la única fe;
la propia carne muerde las entrañas,
el silencio clava sus agujas en el traje de la piel.
Enemiga del humo es la escritura
pero puede ser devorada por el fuego,
¿qué dirá de eso, en una plaza, el sofista?
Las palabras son oscuros collares en el cuello de los pasillos,
la osamenta de los pasos se desmenuza en fósforo y olvido.
Mi encierro es magnífico.
Tiene de terrible una serenidad escalofriante,
se aloja como crepúsculo en la fosa de la garganta,
es raíces de vastedades inadmisibles.
La noche de azafrán habla y su voz es la espesura,
hoy podría volar y desatar el horror en júbilo de alas profanas,
y ser horizonte que se extiende y retoza,
y la mirada de las aves sería también en mí,
deslizándose conmigo en un acertijo de cirros hasta su extinción.

No usé el beligerante escudo del sol para conquistar fronteras,
ni fundé otra patria más allá de mi labor;
la flecha de mi brazo fue hermana de la caza,
no del imperio donde el sol no se oculta.
Mi crimen fue concebir el laberinto
y el de los pájaros el de darme uno a uno el tornasol de sus alas.
Otros tejan con sangre y oropel sus victorias,
yo me quedo con un puñado de arena, contigo y esta playa.

Padre, mira que las alabanzas de los hombres se ciernen sobre tus cimientos.
Eres labrador de preámbulos, todo se sucede a partir de tu demencia.
Padre, dormitas perdido en tu lecho de preguntas, sueñas con los vítores de los pueblos.
Se quebró tu júbilo entre tantas pruebas.
Para ti no hay serenidad, fuerza, sueño, ni arrogancia.
Padre mira que la historia te lleva consigo: su guarida no se resiste a la memoria.
Se resecan tus jugos y se nubla la cognición.
Estás perdido, solo y sin embargo conmigo, pero te es inútil.

Padre, mi frente necesita de la tuya para soñar:
sin ti no puedo llegar a los confines de los pájaros, ser migrante,
poblar el cielo con carne humana, gritar con voz de Adán entre las bóvedas.
Padre, ¿será que necesito convertirme para ti en otra herética orilla que alcanzar?,
¿ser fruto de tu ingenio y no de la sangre?
Acaso Padre después de ello veas que sigo aquí,
esperando me acompañes.

No eres tú, muerte, orquídea de pétalos destronados,
la que el condenado a mareas lleva entre los ojos ausentes:
es un triste vuelo de ala trunca, un beso de piedra vacío de viajeros
o el frío azul que se olvidó en el vientre.
Puse la frente en tu espuma profana y atravesó el granizo mi máscara férrea;
en soledad fui lo que no pudo renacer: una nueva patria del silencio.

A veces te vuelves trozo de madrugada, tristeza marina para la costa que te espera.
Recuerdo, sonrisa, latido, palabra, eterno, sublime, perfección.
Beso sin sabor a vacío, voz amante dormida, espejo que gotea mi rostro ya extinto.
Ilusión que baila sobre el miedo, vigilia que muere en el océano.
De pronto, solo silencio.
A veces no queda ni tu ausencia.
A veces te olvidas de que ya estás muerto.

Hace falta verme desde lejos, desde otras pupilas,
una mirada descalza que nada sepa de mí,
que desconozca mis brasas y espinas,
que ignore la destrucción y cenizas que deja mi paso.
Una mirada que pondere sin acalorarse,
sin tomar parte en la sed o el ahogo.
En esta escala de grises hace falta el blanco y el negro.
Ante la insipidez de los matices, la definición.

«Yo vivo en mi propia ausencia, ausencia solo mía,
nadie tiene cabida en ella»
Marcela Serrano

Déjame ser sombra que nazca sobre tu boca:
lentamente y paso a paso como un incendio de mariposas.
Déjame ser sombra y me posaré en tu letargo:
hambriento de la espera y rígido de cansancio.

Seré sombra muda, anónima, soledad y vacío que carcome los huesos,
vena herida que ate con sangre el otoño de tus cabellos.
Déjame ser tú, tu savia, río con emoción de tormenta que se dispersa.
Que sean tus labios sangre en puntillas, primavera que muere o sueña,
endiablada miel volcada sobre mí marea.
Perversa, suave y triste boca-amapola que de mi sombra da caza,
que devora de madrugada mi corazón.

Claudia Reneé Meyer. (El Salvador, 1980). Máster en Gestión Estratégica de la Comunicación y mercadóloga, además de Gran Maestre en Poesía (2011). Poeta, narradora y articulista con publicaciones nacionales y regionales. Autora de Estación del frío (2021; 2015) y participante en antologías como Jardín de sangre (2020), Mujeres al centro. Relatos y ficciones de mujeres centroamericanas (2019), Tierra breve. Antología centroamericana de mini ficción (2017) y La poesía del siglo XX en El Salvador (2012), entre otras publicaciones. Ha sido jurado en certámenes literarios como los Juegos Florales del Ministerio de Cultura de El Salvador (2015–2018) y el Premio Hispanoamericano de Poesía de la Alcaldía de San Salvador (2017, 2019). Publica en revistas como Disruptiva, FACTum, El Escarabajo y EsCultural, donde aborda temas relacionados con la cultura, la comunicación y el pensamiento crítico. Su producción académica versa sobre economía creativa, arte y cultura, desde la publicación de artículos científicos y ensayos, ponencias y conferencias presentadas en diversos foros especializados y espacios académicos de prestigio. A la fecha, labora como coordinadora de UFG Editores.

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