Una mirada a la edición académica

La edición académica es una práctica que media entre el conocimiento y sus lectores. Este texto examina sus dimensiones, con énfasis en la experiencia de la red ExLibris en El Salvador

Claudia Meyer / Investigadora, docente y poeta

El trabajo editorial, lejos de ser una tarea mecánica, constituye una práctica especializada que articula forma y contenido, y que, al hacerlo, construye valor cultural, educativo y científico. En su acepción más amplia, editar es mediar entre el conocimiento y sus audiencias, entre la autoría y la lectura. En el campo de la edición académica, esta mediación no se trata solo de producir textos, sino de cuidar y proyectar discursos que configuran el pensamiento crítico y el desarrollo de la ciencia.

Editar una obra, en términos generales, es acompañarla desde su recepción hasta su publicación, circulación y preservación. El proceso involucra múltiples tareas (lectura crítica, evaluación de calidad, corrección ortotipográfica y de estilo, diseño, maquetación, producción impresa o digital, comercialización y divulgación) que no funcionan de manera aislada, sino articuladas por una visión editorial que propicia coherencia al producto final.

La labor editorial se distingue según el tipo de contenido. Mientras que la edición literaria se propone el tratamiento estético de la lengua y la preservación de una voz autoral, la edición académica (también llamada universitaria o científica) trabaja con otro tipo de visión: velar por la exactitud, la verificabilidad y la inserción disciplinar del conocimiento. La edición literaria privilegia la voz del autor y la expresión estética; la edición académica prioriza el rigor metodológico y la claridad conceptual.

En este sentido, editar textos académicos es intervenir con conocimiento, criterio y respeto por las convenciones propias de cada campo del saber. Las obras académicas, en particular las que resultan de procesos de investigación, son construcciones que articulan marcos teóricos, decisiones metodológicas, cuerpos de datos y referencias bibliográficas. El equipo editorial que las trabaja debe estar familiarizado con los lenguajes disciplinares y los principios que rigen la producción del conocimiento. Los sistemas de referencias (APA, MLA, IEEE, Chicago, Vancouver, entre otros), por ejemplo, son un componente estructural del discurso académico: permite reconocer las fuentes, dialogar con otros autores, sostener afirmaciones y evitar prácticas fraudulentas como el plagio.

Una obra académica implica responsabilidad en múltiples niveles. No solo representa a su autor, sino también a una institución, a una comunidad de conocimiento y, en muchos casos, a una política científica nacional. Por ello, la edición académica debe observar estándares de calidad que promuevan la credibilidad, trazabilidad y difusión de los contenidos. Al respecto, Cordón (2009) indica: “Los  controles  de  calidad  obedecen  a  la  lógica  interna  del  campo,  mediante  las  regulaciones establecidas por la comunidad científica, que es la que certifica la idoneidad de una investigación y su incorporación a la literatura constitutiva de la disciplina” (p. 3).

La corrección ortotipográfica y de estilo en este tipo de textos no busca embellecer, sino clarificar: que cada término se use con propiedad, que el discurso utilizado favorezca la comprensión, y que el texto responda a las exigencias propias del ámbito académico al que se dirige (a diferencia de los textos literarios, donde la expresión puede transgredir normas gramaticales o estilísticas como parte de su propuesta estética, como Saramago, que hace caso omiso de signos de puntuación).

El diseño y la diagramación también obedecen a una lógica funcional más que estética. El objetivo es facilitar la lectura analítica, jerarquizar la información, ordenar visualmente los contenidos. En este sentido, el diseño editorial académico es, sobre todo, diseñar para facilitar la comprensión.

Publicar no es únicamente producir un libro o subir un archivo a Internet. En el mundo académico, la publicación conlleva una serie de procesos técnicos y normativos: gestión de ISBN (International Standard Book Number) o ISSN (International Standard Serial Number), generación de identificadores persistentes (como el DOI: Digital Object Identifier), incorporación de metadatos normalizados, elaboración de resúmenes en varios idiomas, conversión a formatos accesibles (PDF, HTML, EPUB, entre otros), y definición de estrategias de colocación en plataformas especializadas, repositorios o bases de datos.

También es importante distinguir entre difusión y divulgación científica. La difusión se orienta a públicos académicos: otros investigadores, docentes, estudiantes de posgrado; sobre ello, Karp (2018) indica: “… las universidades, a través de su producción editorial, desempeñan un papel preponderante al hacer accesible el conocimiento y la cultura al mayor número posible de personas, especialmente a las comunidades académicas y estudiantiles a las que se deben” (p. xix). La divulgación, en cambio, busca traducir ese conocimiento para públicos no especializados: medios de comunicación, redes sociales, videos educativos, etc. Ambas formas son necesarias: mientras que la difusión busca el rigor, la divulgación se orienta a la apropiación social del saber.

En El Salvador, la Red de Editoriales Académicas de El Salvador (ExLibris) ha sido un actor estratégico en la articulación de estos esfuerzos. Su existencia responde a una necesidad concreta: fortalecer las capacidades editoriales de las instituciones que editan publicaciones académicas, compartir experiencias, establecer criterios comunes de calidad y promover la circulación del conocimiento producido en el país. Surgida como una iniciativa interinstitucional en 2012 y formalizada en 2018, ExLibris agrupa actualmente a más de veinte sellos editoriales universitarios y académicos (redexlibris.com).

Desde entonces, ExLibris ha impulsado actividades como ferias del libro académico, ciclos de formación en gestión editorial, análisis de plataformas de indexación (como CAMJOL, DOAJ, Latindex, entre otras), la gestión de revistas científicas mediante la plataforma Open Journal Systems (OJS), y alianzas nacionales y regionales para profesionalizar la edición académica. En noviembre de 2024, celebró su cuarta Feria del Libro Académico, un evento que no solo exhibe títulos, sino que permite reflexionar colectivamente sobre el rol de la publicación científica en el desarrollo nacional e impulsar el quehacer investigativo. Estas acciones buscan mejorar la calidad y visibilidad de las publicaciones académicas salvadoreñas.

ExLibris forma parte de redes más amplias como la Asociación de Editoriales Universitarias de América Latina y el Caribe (EULAC), con la que firmó en 2024 el «Acuerdo de Guadalajara» para fortalecer la cooperación internacional. Este tipo de articulaciones demuestra que la edición académica, lejos de ser una tarea auxiliar, es una actividad estratégica a favor de una cultura científica abierta y pertinente a los desafíos contemporáneos.

El trabajo editorial académico (tal como lo entiende y promueve ExLibris) no es una actividad invisible ni marginal. Es una forma de cuidado del conocimiento, una práctica profesional exigente y una responsabilidad institucional con la sociedad. Apostar por la edición académica es favorecer una educación crítica, la circulación de saberes y un modelo de desarrollo sustentado en la investigación, el pensamiento y la evidencia.

Referencias

Cordón García, J. A. (2009). La  edición  universitaria  en  el  contexto  de  la  edición científica.  En C. García  Caro y J. Vilches  Pardo (coord.)  Homenaje  a  Isabel  de  Torres: estudios  de  documentación  dedicados  a  su  memoria.  Editorial  Universidad  de Granada, 2009.
https://www.researchgate.net/publication/47559543_La_edicion_universitaria_en_el_contexto_de_la_edicion_cientifica

Karp, S. (2018). Prólogo. En E. Giménez Toledo y J. F. Córdoba Restrepo (Eds.). Edición
académica y difusión.  Libro abierto en Iberoamérica. Editorial Universidad del Rosario – Editorial Comares. https://doi.org/10.12804/th9789587841671

Claudia Reneé Meyer (El Salvador, 1980). Máster en Gestión Estratégica de la Comunicación y mercadóloga, además de Gran Maestre en Poesía (2011). Poeta, narradora y articulista con publicaciones nacionales y regionales. Autora de Estación del frío (2021; 2015) y participante en antologías como Jardín de sangre (2020), Mujeres al centro. Relatos y ficciones de mujeres centroamericanas (2019), Tierra breve. Antología centroamericana de mini ficción (2017) y La poesía del siglo XX en El Salvador (2012), entre otras publicaciones. Ha sido jurado en certámenes literarios como los Juegos Florales del Ministerio de Cultura de El Salvador (2015–2018) y el Premio Hispanoamericano de Poesía de la Alcaldía de San Salvador (2017, 2019). Publica en revistas como Disruptiva, FACTum, El Escarabajo y EsCultural, donde aborda temas relacionados con la cultura, la comunicación y el pensamiento crítico. Su producción académica versa sobre economía creativa, arte y cultura, desde la publicación de artículos científicos y ensayos, ponencias y conferencias presentadas en diversos foros especializados y espacios académicos de prestigio. A la fecha, labora como coordinadora de UFG Editores.

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