Los tristes más tristes del mundo

Los salvadoreños y Roque Dalton

Luis Borja, en este artículo publicado originalmente en su blog personal, reflexiona sobre la actualidad nacional y toma algunos versos de Roque Dalton para explicarnos parte de la salvadoreñidad y el ejercicio del poder

Luis Borja | Poeta, catedrático de Letras y director de la Editorial
Universitaria (Universidad de El Salvador)


I

Hace tiempo, Roque Dalton pensó nuestra colectividad, en su bello «Poema de amor», de esta manera: Los tristes más tristes del mundo. Un poema escrito desde el «afecto», pero también desde una identidad de clase. Roque relata en sus versos un proceso de dominación, de ejercicio del poder, sobre el cuerpo. El obrero es dominado a través de su fuerza de trabajo, construyendo el Canal de Panamá; la mujer es dominada a través de su cuerpo, llenando los bares y burdeles. El cuerpo es, pues, un espacio de disputas del poder, un espacio donde se ejerce el poder.

Recientemente, nuestro país está siendo llevado a la construcción de unos discursos que buscan ejercer el poder ya no en el cuerpo, sino en la «mente de los sujetos». Estos discursos están alimentados por el odio y el desdén a la memoria; que se construyen desde el olvido, desde la anulación de todo símbolo que implique resistencia. Y para ello apelan a un juego desde las emociones. Apelar a las emociones es apelar al afecto.

Deleuze, comentando a Spinoza, sostiene que, cuando mi poder de ser afectado está completo, disminuye mi potencia de actuar. El filósofo francés observa que es a partir de las emociones que se puede ejercer el poder. Para ello comenta que «tener el poder sobre alguien es estar en condición de afectarlo de tal o cual manera. Los poderes son fundamentalmente instituciones hechas para afectarlos de tristeza, eso funciona así y no puede funcionar de otro modo». Y concluye que, entonces, el sujeto afectado por la tristeza se deprime.

II

Veo en las redes sociales una imagen que circula con la frase: «Somos una generación triste, repleta de fotos felices»Pienso que nuestra sociedad es una sociedad triste, melancólica. Hemos pasado —como diría Byun Chul Han— de una biopolítica a una psicopolítica. En este panorama de la psicopolítica, el sujeto se ha olvidado de su identidad de clase y busca pertenecer a un grupo para no sentirse excluido. Así, los grupos se vuelven «grupos de apoyo» y dejan de ser colectivos de lucha. «Se vuelven sujetos deprimidos en esta sociedad del cansancio» —dice Han—, perfectamente, dialogando con Deleuze.

III

Estamos ante este panorama de una sociedad triste, quizás la más triste del mundo, afectada por el poder y el odio. También, el poeta Dalton, en su poema de amor, nos da una lucha en el mismo plano de afectividad. Es decir, Dalton considera que también se puede resistir desde la ternura, la hermandad y la solidaridad. Por ello, termina su inspiración desde el proyecto de la nación y los afectos: Mis compatriotas, mis hermanos.

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