Este esbozo biográfico sobre Ricardo Aguilar (Humano), publicado en Resistencia Musical, David Duke afirma: «[Ricardo es] sin duda, el último heredero de Salarrué, un personaje polémico desde los años 60 hasta la fecha, un amigo desideologizado y libre al que no le han impuesto nada, ni el mercado ni las estéticas dominantes y mucho menos la fama y los amigos»
David Duke | Artista visual salvadoreño
SAN SALVADOR.- El artista salvadoreño que ha viajado por el mundo y vivido experiencias interminables, a quien culpan de todo, al que lo coleccionan un par de miembros de realeza en Europa, a quien culpan de ser amigo de Roque Dalton y a la vez de ser verdugo, de quien dicen que es un agente de lo oculto y quien es un mito viviente.
Sin duda, el último heredero de Salarrué y personaje polémico desde los años 60 hasta la fecha, un amigo desideologizado y libre al que no le han impuesto nada, ni el mercado ni las estéticas dominantes y mucho menos la fama y los amigos, ya que es especialista en ser un antihéroe de naturaleza humana.
Escribo sobre el genio Ricardo Humano o Ricardo Aguilar. Sé que a muchos de los que leerán estas líneas les causará dolor mis palabras y sabrán en sus adentros muy bien de quién hablo, algunos novatos no creerán nada de lo que escribo, otros dirán que como es brujo ya me dio paja, ya que lo culpan de todo, hasta de lo que nunca ha hecho.
Ricardo es una mancha innegable en los procesos del arte salvadoreño, alguien a quien en su juventud no le importó capitalizar su obra ni su carrera; su obra fue quedando por donde pasaba en la vida, experimentando el milagro de vivir, y su pintura es el reflejo de esas experiencias.
Subestimado por muchos de los artistas de su época y de la época actual, visto como hippie o más bien jipi latinoamericano, han dejado pasar a un genio que prefiere el sigilo mientras se burla del tiempo y de las poses. Cada vez que pinta en su estudio, produciendo una obra con carga humana y astral donde la mancha, línea o punto son base del pensamiento y del lenguaje, inicia con un viaje hacia lo desconocido, inevitable e inentendible para quienes desean el pragmatismo; pero para Ricardo es indetenible lo espiritual y la esencia de las cosas en sus lienzos, porque va más allá de lo que podamos comprender sobre el alma y lo intangible en su pintura.
El arte abstracto de Ricardo Humano se centra en el espíritu, abstrayéndose del total de la forma o figura para centrarse en lo esencial de la vida, la belleza, el destino, lo inmaterial del ser con sus características de la subjetividad, el color y la fluidez de la energía como herencia del movimiento, la perspectiva y, sobre todo, lo paranormal y esotérico de este mundo.
Una construcción que puede prescindir del color, la figura, pero no de la energía.
Ricardo es un sentido contrario de lo establecido y para muchos el sentido contrario no hace sentido común. A lo que quiero llegar es que, por alguna razón, este hombre que ha arado en la energía, cosecha obras con un sentido contrario de la estética, pero que nos hace equilibrio en el mundo de las ideas sin que este sea del mainstream del mundo del arte, siendo el lado oculto de la luna, pero con una riqueza que esconde bajo sus colores.
Es esencial saber que el hombre, más allá del mito, tiene una carrera y un fogueo como cualquiera de los artistas de su generación e incluso fue de esa tribu afincada en La Palma, donde nacen espiritualmente Llort, Óscar Soles, etc.
Pero también es necesario saber que Humano es un artista que se quita esos motes de maestro sin mirar hacia abajo. Al contrario, de verte como joven inexperto, como lo hacen algunos tontos, este te mira como igual; esto revela el espíritu del humano que sin ataduras suelta su mente y se abre ante todas las posibilidades de la vida y de la energía que abre el paso en su pintura.
Trayectoria de Ricardo Humano
Joaquín Ricardo Aguilar (Humano), nació en El Salvador –América Central– el 27 de noviembre de 1940. Después del bachillerato, ingresa en los años sesenta a la Escuela de Artes Plásticas en San Salvador y en esos mismos años viaja a San Francisco e ingresa al State College de San Francisco (California, Estados Unidos), es estudiante libre por tres años en la rama de pintura.
Regresa a El Salvador el año 1967 y expone en compañía de otros pintores en parques, plazas, ferias de pueblo, cárceles y en el Hospital Psiquiátrico. En 1972 se traslada a un pequeño pueblo de El Salvador donde se dedica a pintar, manteniendo una muestra permanente de su trabajo en la Galería.
Después de estos años, un impulso interno lo va llevando a la búsqueda del mundo del espíritu y se dedica a esta búsqueda, investigación y práctica hasta el año 1993 (estadías en México, España y Perú). En 1993 retorna a la pintura. En el 97 participa de una exposición colectiva: «Biennale des Neiges», en Savoya (Francia). Ese mismo año participa de una exposición colectiva en la galería «Hermes» de Lyon (Francia).
En el 2000 expone individualmente en el Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú. El siguiente año realiza una muestra de su trabajo en el Alvear Studio de Washington DC y en el 2005 monta una exposición individual en la galería «BOBO» de Asheville, Carolina del Norte. En el 2006 mantiene muestra de sus trabajos en la galería «La Rendija» y en el «Café La T» en San Salvador, El Salvador. Participa, en el 2007, en una muestra colectiva en homenaje a Carlos Cañas, en Miami, en la «Alpha Fine Art Gallery». Al mismo tiempo mantiene sus trabajos en la galería «SURU» en Piedra de Agua, El Salvador.
Ricardo Aguilar es el presidente de la fundación «La Casa de Salarrué», institución de carácter cultural que se dedica a rescatar la figura del escritor y pintor salvadoreño SALARRUÉ (1993 a 2003), montando exposiciones en varios lugares de El Salvador y dando conferencias, editando libros, folletos y afiches de Salarrué.
Ha dado conferencias en la Biblioteca del Congreso de Washington DC y la OEA, universidades de San Diego, (California) y Biblioteca Lincoln de Los Ángeles. Publicó, como editor, el poemario El pastor de las equivocaciones, del poeta Roberto Armijo. Como autor, publicó poesía en la antología Las cabezas infinitas, 1971, El Salvador. Es colaborador de revistas y periódicos. Con el poeta Kijadurías, en el año 1974, son responsables del suplemento «La Tortuga Emplumada». Publica El camino del ser, español-inglés (The Way of Being), 2000, Cusco (Perú).
He tenido la suerte de ser compañero de clases y posteriormente hasta vecino de Ricardo. Y puedo asegurar con plena certeza que, aunque se autoproclama «Humano», Ricardo no es humano, trasciende la materia para navegar en lo inefable del espíritu, donde solo contadísimas personas pueden seguirlo.
Orgullo de El Salvador.