Meandros y travesías

El escritor y periodista salvadoreño Eric Lombardo Lemus nos comparte una selección de su material inédito Meandros y travesías, poemario donde explora el sentido del viaje, los lugares, los caminos y el destierro

Eric Lombardo Lemus / Comunicólogo y periodista



ulises

he dormido en hoteles,
en pasillos uniformes,
sillones mullidos y
sábanas con olor a limón.

he visto ventanas, 
cortinas raídas,
una lámpara en vilo
y la tapa de un libro vacío.

he visto salas de espera,
rostros curiosos adentro de un ascensor,
manos frágiles con olor a jazmín 
y pijamas dentro de un refrigerador.

he visto una huésped curiosa,
unos labios que mordisquean su lozana timidez,
una palabra metálica que ciega el alba
y un picaporte que advierte: ne pas déranger si’l vous plaît.

he visto un indocumentado, 
una sonrisa de arcilla, 
unas manos que vacilan 
y una pregunta inútil porque no entiende inglés.

he visto ascensores repletos con bandejas y frazadas
est-ce que vou montes?
una nariz aguileña que curiosa olfatea alrededor 
est-ce que vou descends?

he visto que espera, 
esboza una sonrisa triste,
percibo la palidez de sus manos 
y escucho el artificioso adiós.

he visto turistas, ejecutivos, 
banqueros, modelos de ocasión,
estrellas desvalidas meciendo una copa vacía 
y bares prístinos con olor a tabaco y licor.

he visto un tablón que anuncia una conferencia, 
Un título en cadente neón: ¿por qué luchar por las células madre? 
Súperman sonríe esa noche sentado en una silla de ruedas
la piel cetrina, los ojos cristalinos… disculpe, ¿es usted Christopher Reeve?

he visto mucamas tamborileando un rap,
frágiles volutas saliendo de una boca, 
huéspedes corriendo envueltas en babydoll
y transeúntes radiantes pendiendo de un bourbon.

he visto niños latosos, ancianos aguzados,
las piezas que no encajan en un tablero de ajedrez, 
hijos de puta, bitcoiners voraces, corredores de bolsa
y gente que da todo por disfrutar una ocasión. 

he visto un viejo que ladea el sombrero, 
arremanga su camisa a cuadros, sorbe un trago de agua,
escucha el sonido del zíper de la maleta que abren
y protesta por todo lo que le van a saquear.

Crucé a nado el atlántico dormido,
escuché el tañido de unas flores de espuma,
una playa desolada, una cascada de agua cristalina,
y un sendero de caracoles en la bruma.

he  visto que ella sonríe tímida
cierra sus ojos negros, diminutos, 
disimula una mueca de espanto.
y balbucea palabras porque no llega a puerto. 

he visto cientos de niños que aprietan el rostro, 
cuelgan del cuello del padre balanceando la nostalgia, 
escucho la aglomeración de las maletas en una cinta sin fin 
y al oficial de aduanas que escruta si es blanco o negro.

La luna riela más allá de la ventana.


no digas nada

a Roberto

legañas marchitas
sonrisas a medias 
confesiones dormidas
dame un café sin leche, por favor
no sé si recuerdas aquella tarde de espera
aguardando la señal antes de bajar del autobús 
anoche intenté llamarte, 
pero es que no me atrevo
a sobrevivir a tu reminiscencia, 
al recodo de tus agudas orejas, 
a la nostalgia de tus palabras, 
a la vacilación de tu mirada, 
a los tanteos de tu sonrisa, 
a los contornos de tus manos y 
a los pliegues desaliñados de tu barba hirsuta.
Imagino el sol matutino bajo tus párpados 
y el té humeante que levita sobre la taza. 
No me digas nada
afuera escuchas el ronroneo del bulevar Saint Germain.
No me digas nada
vives a unos metros del Quartier Latin.
No me digas nada
¿por qué bebes café negro al mediodía?
No me digas nada
pero la ciudad es una maravilla al pie de Sacre Cour.
No me digas nada
veo urdida junto a la claraboya tu efigie de minotauro.
No me digas nada
¿dónde has escondido el último mechero?
No me digas nada
¿por qué agrias la inevitable despedida? 
No me digas nada
sales del metro y corres hacia el primer estanco.
No me digas nada
ça déchire grave… 
¿Quieres que vuelva a fumar el vapor de las manzanas? 
No me digas nada
un ataque de asma dispersa el frasco de tinta.
No me digas nada
tengo una crisis de la hoja en blanco.
No me digas nada
cuida tu equilibrio sobre el filo de la navaja.
No me digas nada
escudriñas entre los sonetos perdidos.
busca una ligera fisura,
rompe la piedra que sella tu ombligo,
garabatea glifos, escribe con firmeza,
palabras, amenazas, vocablos nimios como
policía, persecución, macana, destierro, 
sonetos, teatro, ensayos y cenizas…
No me digas nada
todavía debes remontar  
a los primeros garabatos 
a los noveles versos
a tus andanzas partideñas
antes de eternizarte en leviatán
y bajar a navegar de la mano del barquero
que esparce tus cenizas.

Hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí dentro,
no voy a permitir que nadie
te vea.

Pájaro azul
Charles Bukowski

confines

otea la espuma en el horizonte
más allá de la selva están los cocoteros 
chorros de sol delinean el muslo a tientas 
la luz baja rotunda desde los peñascos
la espuma baña el calcañar 
el olor salino nubla mis pupilas 
enmudece mis palabras
no puedo decir brazo pierna cabello rostro
porque arrancan mi hálito de un tirón
impelido guiñapo soy
olas jirones briznas
ni erizo
ni anémona
ni moluscos
ni medusas
ni estrellas de mar
no puedo decir luceros
cometas polvo cósmico grano de arena
regresa en la próxima ola de una vez
disipa la duda en la espuma mezclada con sal
escucha cómo crepita la espuma
escupe el documento de identificación
escucha el pliegue de tus dedos
aburres con la misma cantaleta
una lágrima titila dentro de la pupila
me harté que no puedes inhalar 
vivo sentado al borde de tu ombligo
jugando a tientas con tu lencería
esperando a que el reloj indique el mediodía
¿a qué horas dices que regresa tu marido?

Conjugación caraqueña

a Luis 

yo bachaqueo
tu bachaqueas 
él bachaquea
ella bachaquea
nosotros bachaqueamos
vosotros bachaqueais
ellos bachaquean…
Luis, no pases la línea amarilla
ahora que bajas al metro 
salvo cuando el vagón haga stop, mi niño.
Sube a bordo, saluda y saca de la bolsa de la guayabera 
lo que traes:
Poemas endecasílabos, sonetos, rimas,
verso libre, cuentos y ensayos dedicados al poeta narigón, 
caramelo mentolado a cien bolívares
(billetes soberanos, por favor)
caramelo, caramelo, caramelo…
¿Va a querer caramelo de menta, eucalipto, hierba buena?
Acá le traigo sus versos:
Perdona, pero yo verificaría la cadencia, la entonación,
–protesta el pasajero– 
¿dónde queda la educación? 
Yo bachaqueo
Tu bachaqueas 
Él bachaquea
Ella bachaquea…
Si todos llevamos un poquito
No creo que sea delito
ahí van en fila, bien ordenaditos
con su bachaco bajo el brazo…
Nosotros bachaqueamos
Vosotros bachaqueais
Ellos bachaquean.
¿Dónde queda la conciencia social, compañero?
No sé si el pasado fue mejor, señor pasajero.
Tu sabes que Darwin dijo evolución, 
pero los camaradas le llamaron revolución.
Oye, chamo, ¿me escuchas?
Si, tú, el de las bocinitas que entró al vagón
detente ya con esa musiquita.
Pum pum pum ra ta pum
Pum pum pum ra ta pum
¡Respeto, chamito, espera el turno!
¿no ves que el poeta despliega sonetos?
¿acaso no entiendes que no encuentra la rima?
Yo bachaqueo,
Tú bachaqueas…
¡No entiendes cómo va la cosa!
¡bájale el sonido a esa bocinita!
Pare, caballero… Perdónelo, poeta. 
Seguro su mamá no le cantó: 
Duérmete niñito cuando era chamito.
¡Bájele frecuencia a la melodía!
Por eso pienso que no nos cambia la economía
seguimos en esta agonía.
¡Por san José Gregorio Hernández
si ya rimo sin monotonía,
mira, que yo ni me oponía!
¡san José Gregorio Hernández, salva mis versos!
Usted sabe que vengo de la hoguera
y bajé de Petare sin incidencias, le aclaro.
Sabe que pernocté ahí varias noches,
que correteo en La Candelaria de madrugada,
que escucho el eco de tu risa en una cubeta
y marcho en silencio.
Ay, Luis, ¿por qué escocen las articulaciones de tu nombre
mientras parpadeo?
Duele, querido Luis, despertar y ver la vereda sola,
que Caracas rumia tus dos sílabas
opaca, linerme, pero siempre en guardia…
La próxima crisis está a la vuelta de la casa de Bolívar.
Ven, Luis, cruza la Francisco de Miranda
decidido, sin titubeo.
Balanceo el miedo y me empujo a la orilla.
No hay piedad que valga,
no hay misericordia,
mientras busco una alternativa 
revolucionaria, proletaria, socialista
que me ayude a escabullirme entre tus líneas
y confrontar tus versos.

malecón

orondo el viejo de la guayabera
abanica la brisa salobre desde el pedestal
hace unas horas encalló el galeón
escudriña por debajo de sus narinas
merodea entre los arbustos del jardín
a sus pies está el horizonte que bate el mar 
Cuba está recibiendo turistas
desde 1492
Cristóbal Colón se comió unas cuatro indias
y le encantó
el viejo de la guayabera escarba sus encías
hinca el mondadientes
runrunea unas sílabas que las lleva el mar
fíjate en los detalles
en los pestillos de las puertas 
en la forma de las aldabas 
¿acaso crees que todo es rumba maracas y ron?
¿acaso crees que todo es una caja de habanos?
a veces asoma el barroco que llevas dentro, caballero
se te ve el plumero, comemierda 
atiende, oye, confiesa ¿qué llevas bajo la guayabera?
el otro día fui al agro mercado 
compré una docena de plátanos 
me los comí durante la tarde
no sé por qué paso con tanta hambre 
en 23 y H pregunta si puedes coger la guagua 
la que te lleva al otro lado de la bahía 
sino prueba con un almendrón
el pelado viste pantalón de lino 
abanica el trópico con un sombrero 
mira con descaro el escote de mi amiga
ostia, tío 
un italiano pasea una mulata embutida en terciopelo 
abajo está la tienda de boberías
ríe por el escote 
Cuba recibe turistas desde 1492
recuerda
Cristóbal Colón se comió unas cuatro indias
y le encantó

La Habana, 2015

Eric Lombardo Lemus. Comunicólogo y periodista. Escribe crónica, cuento y poesía. Phd en Comunicación por la Universitat Pompeu Fabra. Actualmente es académico invitado por el Instituto Kellogg de la Universidad de Notre Dame. Premio Nacional de Poesía “Luis Borja” de la Universidad de El Salvador (2023), Premio XIV Certamen Literario Conmemorativo a Mártires de la UCA (2022), mención honorífica en Premio Michael Jacobs de crónica viajera (2023), Premio V Certamen de Poesía Conmemorativa de los Mártires de la UCA (2012) y finalista del Premio de Crónicas Seix Barral (2007).

Deja una respuesta

Your email address will not be published.