Fabricio Estrada nos comparte este sentido homenaje a su compatriota hondureño, poeta, actor y gestor cultural, Edgardo Florián, quien falleció el 13 de febrero luego de un trágico accidente. Florián, en palabras de Fabricio, fue el Virgilio de la Resistencia, una figura comprometida con la palabra poética de una Honduras libre
Fabricio Estrada | poeta, blogger y poadcaster de «Bitácora del Párvulo»
Para recordar a Edgardo Florián (1975-2021) debo remitirme a la película brasileña El hombre que se convirtió en jugo, producción inserta en el Nuevo cine latinoamericano de los años 70; y es que la referencia tiene muchos ángulos en común con la Tegucigalpa que fue exprimiendo a Florián en la medida en que se iba estrechando el horizonte social y la desaparición de los espacios culturales en pro del desplazamiento de «la modernidad» urbanística del centro histórico hacia los nuevos polos comerciales de la capital. Veo, entonces, en Florián la destrucción de la última Tegucigalpa romántica donde la dinámica cultural se mantenía unida por los viejos callejones y cuestas del barrio Morazán hacia La Plazuela, y de ahí hasta el final de la peatonal, el Teatro Manuel Bonilla y el Parque Dionisio de Herrera. Ese era el circuito que caminamos una y otra vez, cuando todos los grandes nombres de la última generación del corpus intelectual y creativo que nos llegaba desde los sesenta aún vivían y dinamizaban nuestro imaginario y aspiración.
Como poeta, y desde el Taller de Poesía Casa Tomada, en la que fuimos compañeros, Florián siempre estuvo seguro —con proverbial desenfado— de que su estatura creativa sería decisiva en la reinvención de la poética de Honduras, y todo lo que leía y miraba iba encauzado en crearse un mundo multidimensional que corría en busca del llamado de Rimbaud a ser absolutamente modernos. He repetido esta frase de Rimbaud porque ese llamado fue tomado por Florián con total compromiso. Sin embargo, el ámbito que todos esperamos ver crecer junto a él, en lugar de ascender en oportunidades intelectuales retrocedió aceleradamente al ritmo de la cavernaria visión sociopolítica que retomaba impulso entre los sectores más conservadores del país, hasta desembocar en el nefasto golpe de Estado del 2009.
La realidad ya había mordido a Florián desde mucho antes, pero fue el golpe de Estado el que rompió gran parte de la red de subsistencia laboral que todo artista necesita. Si antes del golpe Florián sobrevivía con ocasionales participaciones como actor de teatro y cine, luego del golpe le quedó un consuelo: todxs en Tegucigalpa entramos a la precariedad o a estar a filo del desempleo por nuestras posiciones de resistencia. Su figura entonces se niveló anímicamente. Todxs salimos a las calles donde él ya se movía con soltura. Virgilio de la Resistencia, lo veíamos atravesar los círculos en que cayó la movilización, siempre con el periódico El Libertador bajo el brazo, ofreciéndolo junto a una consigna o un poemario amorosamente en ristre contra los golpistas: R de Resistencia, su libro de esos días del 2009. ¿Sus otros poemarios? Yazz (2003), 2ª. Estación (2006), Aguacadabra (2010) y El andar-alacrán (antología 2015).
Juana Pavón aún vivía y era la contraparte de Florián, y como dos fuerzas anímicas que rivalizaban en mística popular, no era compatibles una vez compartían el mismo espacio. Eso es anécdota, pero lo que hay de fondo, lo que realmente me motiva a nombrar a Juana, es que representaban dos sistemas poéticos muy diferenciados. Juana desplegaba poesía oral y la mayoría de las veces en genial improvisación según la atmósfera del momento o recordando de memoria sus poemas ya célebres e interiorizados en todxs. Florián, en cambio, leía de sus textos recién escritos en su libreta, mismos que anunciaba como parte de su próxima publicación y cuando le tocaba declamar su oralidad se remitía a los poemas de grandes poetas hondureños. Aquí doy un punto de partida para entender la sistematización permanente que Florián realizaba sobre el texto. Lo que una vez le fue reconocido como poesía experimental ya en él era estilo, es decir, la impronta de su personalidad-estro sobre el papel. Su oralidad, que nunca quiso competir con la de Juana, era una necesidad para acercar sus textos a posibles lectores de su obra en preparación. Su libreta, llena de dibujos y pátina del diario vivir, era la libreta de un cronista permanente, y toda la realidad que se derrumbaba era transcrita al instante, como un dibujo a pulso urgido de inmediatez por la taquicardia provocada por un asalto, represión policial o fuegos cruzados sicariales. La sintaxis de sus poemas, por lo tanto, dieron con la fórmula clave para evocar con rapidez y dualidad: el silogismo que desdoblaba las cosas o emociones a su alrededor. Una pared que se mira con tristeza, por ejemplo, era la mirada-muro. El cielo sin nubes era, en su captación urgente del cosmos, la desierto-luz que entraba por la ventana. Su imaginación iba tomando nota tratando de no interrumpirse con artículos ni lirismos sobre expuestos, justo como las transiciones abruptas del Nuevo cine latinoamericano. En cada verso de sus libros es evidente que no se concluye. No hay definiciones fijas: todo va en fuga porque el mismo poeta va en fuga para sobrevivirle a lo que se le va encima. La muerte misma se contrasta consigo misma in extremis, como escribió en uno de sus poemas («Mister Jones o poemas a la visita de Bill Clinton a Tegucigalpa»): Muerte a la muerte.
La denuncia de la realidad dictatorial de Honduras pasaba primero en Florián por denunciar el uso canónico del lenguaje, su mecanización evocativa, su ranciedad cívica, en resumen, su hipócrita academia, y fue su base de estudio como actor lo que lo despojó (así como cuenta la actriz y maestra de teatro Lourdes Ochoa) de «todo aquello que le pesaba». Temo que llevó esa mística más allá de los cálculos y que el confinamiento por la pandemia le quitó el agua a un pez alucinantemente bohemio. De las calles de su circuito clásico ahora cerrado derivó hacia la filosa Comayagüela, saturada de otros círculos menos tolerantes con la poesía, aún y cuando la melliza haya sido la cuna de Juan Ramón Molina. Ahí, en los alrededores de la Escuela Nacional de Bellas Artes y de la estatua del poeta fue donde un microbús lo atropelló.
Si aún no digerimos lo que ha sucedido al fallecer Gustavo Campos (1984-2021) en San Pedro Sula, no podemos ni rozar lo que significa el fallecimiento de Edgardo Florián. Ha sido un doble golpe estremecedor y sin embargo considero que debe ser un doble campanazo para ponerle un alto a la indiferencia intelectual —y básicamente humana— que es la que realmente aplasta en vida a nuestrxs artistas en Honduras. Ambas obras, la de Gustavo y Florián deben mantenerse vivas más por su verdadero impacto en la literatura del país y Centroamérica que por su asombrosas y dolorosas anécdotas. El poeta que se convirtió en jugo recibiría así, por la eternidad, un purgatorio peor: el nunca traspasar el personaje anecdotario que ha consumido la trascendencia de muchxs luminosxs creadorxs de nuestra historia literaria.
Magnífico texto como lo es todo el trabajo literario de Fabricio Estrada. Lástima ese lenguaje subnormal de las «x» y la guerra a la letra O. Siempre he admirado la obra poética de Fabricio y su peculiar inteligencia.
Querido Gloria y Te extrañamos. Eras un gran hombre y poeta.
EXCELENTE Fabricio. Una configuración de nuestros artistas y sus desprovistas realidades. Estuviste muy cerca de Florian, eso te da la ventaja de poder describirlo con tanta naturalidad y cotidianeidad. Este duro golpe al pueblo hondureño vino ha dejarnos sin visos de esperanza. Larga vida a nuestros artistas Florian y Gustavo, en nuestras memorias.
La poesía no es eso que nos busca sino eso que nos encuentra. Y a través de ese encuentro nos descubrimos a nosotros mismos y la forma más auténtica de la realidad que nos rodea, aquella qué difícilmente podremos cambiar solo con nuestras ideas o con nuestra poesía. La historia de Honduras es la historia de todas las Honduras que habitan, de una u otra forma, y salvando las diferencias, las cuales, tal vez no sean muchas, en toda nuestra América. Y la de los poetas que han hecho suya, a través de su obra, las reivindicaciones sociales (¡coño!) y también humanas que nos merecemos, deben cuando menos formar parte, o mejor aún ser un punto de partida para lograr esas reivindicaciones. Sí la poesía es revolución, que lo es más allá de las licencias que nos permitimos en el lenguaje y a las cuales nos quieren reducir los «dueños de todo» también es compromiso con esa revolución que todo poeta, escribale a lo que le escriba está obligado. Me quito el sombrero ante quienes han entendido este compromiso de su arte. Y toda mi solidaridad, y también mi tristeza por ello, por la necesidad de que este perdure más allá de la muerte de quienes con tanta entrega han levantado la bandera de esta lucha. De esta lucha de todos. Y de todas. Desde la Honduras y Centroamérica que hay, en mayor o mejor grado en mi República Dominicana, les abrazo. Que la poesía siga siendo «revolución, lucha, resistencia, compromiso» como nos han enseñado aquellos y aquellas que lamentablemente, nos lo quitaron antes.
Siempre he admirado a fabricio Estrada,por sus escritos sustanciales,honor y gloria para los grandes intelectuales ,en mi país Honduras.
Intelectuales excluidos desde el golpe de estado ese era florian,con sus grandes protesta en contra de esta oligarquía corrupta que nos consume.
Que opinion teneis al respecto ; https://www.redaccionmedica.com/secciones/enfermeria/cinco-sueldos-perez-raya-cargo-enfermeria-juzgado-4214
Ojalá, los que ahora dicen apreciarlo y extrañarlo lo hubieran hecho hasta el final de sus días y no abandonarlo ni correrlo ni despreciarlo ojalá lo hubieran valorado realmente como dicen esas palabras ahora muerto sí el grandioso poeta y antes decían mira ahí viene Edgardo , no lo dejes entrar , ..hasta sus grandes amigos como el que escribió esta nota lo abandonó y le dio la espalda . Qué fácil resulta poner palabras y no el hombro cuando alguien realmente lo necesita pobre amigo mío abatido la gente se honra en vida y se le quiere como está en vida no se espera que se muera para mencionar lo grande que era muy bonito lo escrito muy acorde con el q lo escribió, pero no lo que escribiría un verdadero hermano , mi hermano jamás se abandona como todos ustedes abandonaron a florián.
como era para mí él mi amado Edgardo florian, mi amigo abatido perdóname por no haber estado allí hasta el último momento.