El joven poeta Javier Fuentes Vargas nos comparte una selección de poesía de su libro “Para hacer tropezar las hormigas”, publicado por Proyecto Editorial La Chifurnia (2023). Acompañamos también el comentario que escribiera Alfonso Fajardo en su presentación
La nostalgia como expresión poética de Javier Fuentes Vargas
Decía Rilke que la patria es la infancia, solo en esa patria no hay mezquindad, traición u odio. Hay nostalgia, sobresalto y sorpresa, iniciaciones y aprendizajes. Para los poetas, en la infancia está toda la poesía que se escribirá durante toda la vida. Luego vendrá la ciudad con sus infinitos tentáculos, la familia y sus agridulces sortilegios, y la lluvia -que para el poeta es también una patria necesaria- como bases solidas de la incipiente edificación de la palabra. Todos estos son los elementos que se fusionan en la poesía de Javier Fuentes Vargas, una poesía pletórica de ensoñación y de nostalgia. En estos textos encontramos dos grandes vertientes dentro de la poesía de Fuentes Vargas: la infancia, unida a la familia, y el país. “Siempre el dolor será nuestra fotografía más sincera”, escribe el poeta que -como César Vallejo- utiliza el símil de Cristo en el madero como un espejo del ser humano. En el poema “Canción para el olvido” quizá se resuma buena parte del “Ars poético” de Fuentes Vargas: su regreso a la infancia, su lucha contra el olvido, la nostalgia de ser otro distinto al que fue.
“Tengo la cara de las ausencias,
una mancha blanca,
donde debe decir familia”
En el poema “Inocencia”, se enfatiza el recuerdo de la infancia y cómo esta repercute en el poeta que es actualmente.
“Mi ternura solo conoce un idioma:
la infancia
ahí mi voz anhelaba
gritar todos los pájaros
que mi inocencia
arrancó del cielo”
Es esta una infancia donde los pájaros ya estaban presente en su vida, pájaros que cantan, palabras que vuelan, yes que si algo de poesía hay en la infancia, está en la natural capacidad de sorprenderse , de verlo todo como por primera vez y de tratar de asimilarlo en u n ejercicio metafórico de la vida. La insistencia en el recuerdo y la nostalgia también me recuerda a Pessoa, quien aseguraba que ser poeta no era su ambición sino su manera de estar solo, y que ser poeta es también ser un gran fingidor.
Pero la vida en un país como El Salvador también retratada en la poética de Javier. Su poema “Salir de casa”, donde su gata se queda en el hogar preguntándose si el poeta regresará a casa, es una alegoría de las situaciones límite que enfrentamos a diario. Antes del régimen de excepción, no sabíamos lo que nos podía deparar en cada esquina. Durante el régimen de excepción, ahora no sabemos si aún no teniendo nada qué ocultar, iremos a parar a alguna cárcel. Mismo temor, diferentes protagonistas.
La expresión poética de Javier Fuentes Vargas es un resumen de la nostalgia que se construye con el andamiaje fresco del lenguaje de la poesía que está empezando a respirar. Un largo camino bajo la lluvia le espera al poeta, pero por sus paratextos que constituyen sus epígrafes, sabemos que está bien acompañado y que va por el buen camino, a pesar de toda la tristeza y la nostalgia que encierra este ingrato oficio del olvido.
Ceremonia
Oficiar esta ceremonia de pérdidas y encuentros,
esta ritualidad carne adentro que se apersona
en la calavera gris del poema.
Príncipe de alquitrán en esta torre abolida
donde los pájaros ceden sus tejados
a las gárgolas que, nocturnas,
acechan la fragilidad de las sombras
para coserlas a sus lenguados espejos.
La disección de la mariposa
es una bella escena para nombrar lo humano,
esa necesidad por preservar lo que fue
en un recuerdo alegre que descansa
entre el polvo y la extinción.
La mariposa se sueña poema
y el poema dice mariposas arreboladas
sobre la cantina del sueño.
Los nombres son una disección de lo nombrado.
Despojo y caída
Las catedrales ya no me prestan
su antigua imagen de aviario ensombrecido
arrebaté la ocarina de sus gargantas,
para encontrar el sonido de los pájaros
que juegan a hacer sombras
desde la altura de los parques
de su voz feroz
aprendí la nomenclatura de la ciudad
como una estela de rastros
que el humo divaga
para esconder en su espesor
los significados construidos
sobre las esquinas que la lluvia ignora
porque despojo y caída
son la misma bala en la recamara de mi cabeza
y si algo vuela, no serán las palomas de la catedral
al oír el grito de la pólvora
dejar señales de fuego sobre mis manos.
XXII
Desde mañana seré feliz,
mamá.
Abriré la ventana del hombre que era
y meteré pájaros a esa habitación vacía:
no quiero que el recuerdo se colme de silencio.
Mataré a alguien
y dejaré en su cadáver
el ramo de flores que jamás recibí
porque soy hombre
y no merezco flores para celebrar
mi ternura.
Desde mañana
las manos de quienes conocieron mi rostro
harán cuencos para sostener mi llanto
y bautizar sus nuevas nostalgias
con esa agua sucia que brotará de mi ausencia.
Porque
desde mañana seré feliz,
mamá.
XVIII
La ternura encontrará la grieta perfecta de la ciudad
para brotar como maleza y hacer tropezar a los niños.
Autorretrato
Tengo la cara de mis amigos muertos.
Juego con las palabras de sus epitafios
a componer un himno
para la orquesta de pájaros
que anidaron en sus recuerdos.
Tengo la cara de la abuela que no conocí,
porque conocer a alguien en la vejez
es conocer toda su maldad
filtrada por el tiempo.
Es ignorar las omisiones culposas
en los relatos sobre sus hijos vivos;
los muertos son una sombra ocre
detrás de sus ojos.
Tengo la cara de las ausencias,
una mancha blanca
donde debe decir familia,
una callosidad donde los labios
deberían sostener un recuerdo,
una partitura de canciones para funerales
donde se instalan los nombres
de todo lo que extraño.
Tengo una cara construida por albañiles
con aspiraciones de pugilistas.
Un nombre que no concuerda con este rostro,
una voz que no hace honor a esta cicatriz
y una mentira que le creí al espejo.
Inocencia
mi ternura sólo conoce un idioma:
la infancia
ahí mi voz anhelaba
gritar todos los pájaros
que mi inocencia
arrancó del cielo
Javier Fuentes Vargas (Santa Ana, El Salvador, 7 de diciembre del 2000) Poeta, narrador y gestor cultural. Estudiante de Antropología Sociocultural en la Universidad de El Salvador. Ha publicado en poesía: La muerte llegará (Artesanos & Editores, El Salvador); Un lugar donde espero no morir sin conocer el odio (Incendio Plaquettes, Guatemala); Vaho (FlowerSong Press, Estados Unidos); Un puerto para todos los gritos (Artesanos & Editores, El Salvador); Talismán (Claroscuro Editores, El Salvador); Para hacer tropezar a las hormigas (Proyecto Editorial La Chifurnia, Honduras); Desterrarse (Sión Editorial, Guatemala). Y en narrativa: Mal Cuerpo (Proyecto Editorial La Chifurnia, Honduras). Poemas suyos han sido traducidos al inglés, esloveno y rumano. Ha participado en diferentes eventos y lecturas a nivel nacional e internacional. Su poesía ha sido publicada en diferentes revistas impresas y digitales de Latinoamérica, España, Eslovenia y Rumania. Ha sido incluido en las antologías “Camaleónica: poesía latinoamericana contemporánea” (Libros del camaleón, Guatemala, 2020) y en Boundless: antología oficial del Festival Internacional de Poesía del Valle del Río Grande, Texas (FlowersSong Press, Estados Unidos, 2021 y 2022).