Colecciones

Figuritas del Mundial Qatar 2022
Imagen tomada de «Clarín».

El mundial de fútbol, Qatar 2022, está a las puertas. Pero antes, como ya es tradición, se desata la fiebre del Álbum del Mundial. ¿Qué significa coleccionarlo? Vicente Henríquez nos cuenta su experiencia de participar desde hace cuarenta años en este ritual futbolero


Manuel Vicente Henríquez B. | Comunicador y escritor


Como cada cuatro años, nos alistamos para la mayor fiesta del balompié internacional: El mundial de fútbol, Qatar 2022. Sin embargo, este certamen tendrá la particularidad que será el primero que se jugará a fin de año, entre el 20 de noviembre y el 18 de diciembre, esto porque las altas temperaturas del país sede imposibilitan que se desarrolle entre junio y julio, como tradicionalmente se hacía. Así que, a unos meses de iniciar esta grandiosa fiesta deportiva, la «fiebre mundialista» aumenta. 

En abril pasado se difundió Hayya Hayya, la canción del Mundial de Qatar, se presentó «La’ebb», la curiosa mascota mundialista y se rifaron los grupos de equipos que disputarán el preciado trofeo. Actualmente, vemos todos los medios de comunicación inundados de anuncios publicitarios de la cita mundialista y en el mes de agosto se lanzó el esperado Álbum del Mundial, Qatar 2022. 

Quienes tenemos la tradición coleccionista de los álbumes de fútbol sabemos que este es un rito preparatorio para la gran cita futbolera y el coleccionar (y llenar) el álbum con todos los jugadores de cada país forma parte intrínseca del ambiente mundialista. 

Yo, este año, cumplo cuarenta años de coleccionar estos álbumes. Fue allá por el año de 1982, en mi lejana infancia, que inicié con esta pasión que mantengo hasta el día de hoy. En ese año, todos los niños estábamos locos al saber que nuestra selección, aquella selección de Ever Hernández, el Pajarito Huezo y el enorme Jorge Mágico González, iba a participar en un Mundial. 

Recuerdo lo difícil que era llenar la página de El Salvador y lo que costaba conseguir la tarjetita del Mágico. Y así, mundial tras mundial, cada cuatro años, vuelvo a coleccionar el álbum mundialista. 

De esta forma, coleccionar el álbum del mundial es otra forma de honrar al fútbol, el deporte más popular del planeta. Conocer de primera mano los jugadores de cada equipo, intercambiar con otros coleccionistas las tarjetas, sentir el placer de llenar una selección, hacer tu lista de faltantes, son sensaciones que experimentamos los coleccionistas, porque, al fin y al cabo, al coleccionar los álbumes, no solo se coleccionan las tarjetas, sino también experiencias. A lo largo de estos 40 años tengo diversas anécdotas de mis correrías llenando los álbumes mundialistas, que no alcanzaría el espacio de este artículo para narrarlas, pero en todas y cada una de ellas existía el furor de cambiar las tarjetas y completar el álbum.

Actualmente, siempre se hacen los intercambios, lastimosamente siempre hay personas inescrupulosas que se aprovechan de las necesidades de los cambistas y en lugar de fomentar el intercambio o la venta solidaria se dedican a vender las tarjetas a precios excesivos. Esta, digámoslo así, mercantilización del Mundial se ha dado desde hace como 10 años, en que el fenómeno del Mundial se ha comercializado en demasía. Hay que tener en cuenta que la esencia de coleccionar el álbum del mundial es el intercambio, no la venta de tarjetas; sin embargo, se entiende que pueda haber ventas, dependiendo de las necesidades del coleccionista. 

Otra faceta que encontramos entre los coleccionistas del álbum es que usan las redes sociales como vías de intercambio. Hay grupos en Facebook para intercambiar o vender tarjetas y álbumes. Acá también encontramos ejemplos extremos a la hora de coleccionar el álbum. Personas que venden los álbumes «pasta dura» a altísimos precios o que venden, de igual manera, tarjetas, escudos de los equipos a precios absurdos. Se debe tener mucho cuidado, sino se quiere salir timado por parte de algunos de los integrantes de estos grupos.

Sin embargo, a pesar de seguir coleccionando el álbum, las cosas han cambiado. Cuando era pequeño, el simple placer de intercambiar tarjetas y llenar el álbum tomaba tu tiempo, costaba, pero al final, tenías la satisfacción del «deber cumplido». Hoy nos regimos por otras lógicas. Recuerdo que el lanzamiento del álbum de Qatar 2022 fue un sábado 27 de agosto; pues bien, en uno de esos grupos de intercambio de los que hablé antes, vi el caso de un tipo que avisaba, fotos en mano, que había llenado el álbum el lunes 29 de agosto. 

Hoy vivimos en una sensación de constante rapidez, de que todo es urgente, incluso llenar un álbum mundialista; estas colecciones son una extensión del mundo de hoy, que todo lo queremos de manera inmediata. Que todo sea rápido. Hoy que vivimos en una sociedad ansiosa de novedades, en la cual apenas si tenemos tiempo para disfrutar algo, coleccionar el álbum del mundial se ha vuelto una carrera contra el tiempo. Transitamos por la «modernidad líquida» de la que habló certeramente el filósofo Zygmunt Bauman, todo es más precario, provisional y efímero.

Yo, por de pronto, sigo llenando mi álbum, aún no lo termino, no tengo prisa. Disfruto abriendo los sobres, sorprendiéndome cuando me sale Messi o Cristiano Ronaldo, pegando con detenimiento cada una de las tarjetas, tachando los números de las tarjetas que voy consiguiendo. Así como cuando tenía 10 años. Así como cuando era un niño.




MANUEL VICENTE HENRÍQUEZ B. (El Salvador, 1972). Comunicador de profesión. Escribe narrativa, crónica y ensayo. Es articulista en diversos medios impresos y electrónicos de El Salvador y latinoamericanos. Recibió mención honorífica en el Segundo Certamen Nacional de Ensayo «Agustín Espinoza, S.J.» (2000), convocado por la Universidad Iberoamericana Torreón (UIA), México, con el ensayo «Posmodernidad y nuevas tecnologías». Obtuvo mención honorífica en el Primer Concurso Nacional de Reseñas Literarias (2002), organizado por el periódico mexicano La Jornada y editorial Alfaguara, con una reseña sobre la novela La virgen de los sicarios, de Fernando Vallejo. Ha sido catedrático de literatura y redacción. Es autor de Una pequeña dosis de ternura (Índole Editores, cuentos, 2017). 

Deja una respuesta

Your email address will not be published.