La caja de Pandora del video bajo demanda

LA CAJA DE PANDORA DEL VIDEO BAJO DEMANDA

«¿Cuál plataforma es la mejor?, ¿habrá una mejor?», se pregunta Claudia Meyer sobre cuál plataforma elegir de los distintos servicios de video bajo demanda. ¿Adquirir HBO Max o Amazon Prime? La disyuntiva de muchos en un mundo saturado de contenidos


Claudia Meyer | Poeta, investigadora y catedrática

A propósito de la deslucida entrega de los Globos de Oro el pasado 09 de enero (sin alfombra roja, sin transmisión en vivo y la organización bajo sospechas de corrupción y señalamientos por falta de inclusión y diversidad), lo nominado como lo premiado ha sido difundido ya sea en salas de cine o en plataformas de video bajo demanda (VOD).

Justo me encuentro en la disyuntiva de adquirir los servicios de HBO Max o Amazon Prime (¿o por qué no los dos?); ya tengo acceso a Netflix, Disney+ y Crunchyroll. La duda va desde el catálogo hasta los planes de suscripción… Entre la vorágine de contenidos, el tiempo disponible para verlos y entrar a la temporada de premiaciones, he aquí unas variopintas reflexiones:

  • En Antiguo Cuscatlán tenemos el caso de tres centros comerciales juntos; uno pensaría que uno de los tres tendría mayor afluencia y ventas que el otro. Pero tanto año después (y cuarentena de por medio), los tres persisten. En este tipo de inmuebles se maneja el concepto de «ancla», es decir, la atracción u oferta fija por la cual un consumidor se decanta por uno u otro centro comercial. Pareciera que el video bajo demanda (VOD, por sus siglas en inglés) funciona similar: cada plataforma posee sus «anclas» (o debería poseerlas) y el consumidor salta de una a otra.
  • Veamos lo del ancla. A diferencia de una infraestructura física, en el VOD funcionaría muy, pero muy diferente. Si se habla de infoxicación de contenidos haciendo alusión a las redes sociales y a la web, lo mismo aplicaría para el VOD: el catálogo se renueva constantemente entre series y películas, teniendo productos estrella (anclas), como Stranger things en Netflix, Westworld en HBO o Fleabag en Prime. La gran oferta de contenidos y disponer de cuándo, dónde y qué ver, nos pone en aprietos a los que disfrutamos del audiovisual: es la inmediatez vs la calidad (muy asociada al gusto personal también), lo que puedo ver a las «ya» sin saber si la inversión en tiempo será redituable (si, hay reviews, pero ya ni de eso puede fiarse uno), o si será tiempo perdido. Si bien las plataformas intentan facilitar la selección («los 10 más vistos en tu región», los estrenos, etc.), todo se traduce en movimiento y flujo de suscriptores; el antiguo zapping para televisión, ahora es entre plataformas. Esto plantea otro reto, el de fidelización: ¿quién no se ha suscrito solo por un mes para ver un contenido en específico? 
  • También es un tema de audiencias: el flujo de contenidos no depende del azar, se ha vuelto un asunto de métricas; desde tiempos de conectividad, los mejores votados, los contenidos enlistados, el tiempo de consumo de una serie (el maratonear por ejemplo), el análisis de tráfico, si las series se ven completas, si se ven avanzando 10 segundos… todo eso arroja datos. Pasa que cada plataforma tiene los datos de su plataforma y toma decisiones de contenido para quienes ya están suscritos. De aquí deriva también la disponibilidad de catálogos: no es lo mismo disponer de una cuenta de Netflix en Latinoamérica que en Europa (restricciones de visualización por región), pues el contenido es diferente. 
  • La pandemia aceleró las suscripciones al VOD al estar las salas de cine cerradas. Ahora, con las salas abiertas, estamos ante otros fenómenos: el estreno en sala vs en VOD, o de forma simultánea, o de forma única (como estrenos exclusivos en sala o en VOD). Las salas de cine apelan a la experiencia única inmersiva de disfrutar una película es un espacio amplio, con calidad de audio y sonido; a través del VOD se reduce la exposición a contagios por COVID-19, y por la inversión de ir al cine una vez se dispone casi del presupuesto mensual para contratar un VOD siendo además más rentable (más contenidos casi que por el mismo valor). ¿Morirán las salas de cine ante el VOD? Esto recuerda a la quiniela del libro impreso vs el libro digital, y tanto año después el libro impreso sigue gozando de buena salud; habrá ver qué sucede con los espacios cinematográficos de exhibición. 
  • ¿Y la piratería?, ¿por qué decidir entre plataformas, pagar por acceder a contenidos, cuando pueden verse y/o bajarse de Internet? La creación de contenidos artísticos es muy afectada en términos de propiedad intelectual: los mismos creadores no suelen ser capaces de definir el costo de su creación y desconocen las cadenas de valor asociadas a ellos. Además, algo para entretenerse, ¿por qué no puede ser gratis? En la pandemia tuvimos el fenómeno de liberalización de contenidos: mucho de lo pago pasó a ser gratis. Pero el trabajo intelectual, la creación de ideas originales, genera réditos no solo al creador sino a todo el talento humano que participa en la cadena de valor del contenido (creación, producción, distribución, comercialización y consumo); tantas personas no pueden ni deben trabajar de gratis. De ahí la protección del contenido que redunda en su valor material. Al consumir de forma legal, se nutre la cadena de valor de recursos para seguir operando la maquinaria del entretenimiento.   
  • Lo publicitario es otro asunto. En salas de cine la colocación de anuncios es previo a la función, en el YouTube estándar la emisión se ve interrumpida por contenido publicitario y, para prescindir de la publicidad, ofertan el YouTube Premium. En el marco de hacer negocios, la publicidad es otra forma de monetización. Por el momento los VOD, en su mayoría, no colocan anuncios, a no ser de sus propios contenidos… por el momento. 
  • El síndrome FOMO (fear of missing out, el miedo a perderse algo), es el temor a no enterarse de información o eventos que a cada quien le puedan parecer trascendentales. El no estar atento o perderse de la actualidad, redunda en frustraciones al no participar de la popularidad o estar al día con la novedad; esto afecta más a los jóvenes. Si bien este síndrome se asocia a redes sociales, no es disparatado pensar que pueda existir una presión por «estar al día» en el VOD con los estrenos, lo que se comenta, lo que se comparte; es decir, participar activa e inmediatamente en lo digital. 
  • Sobre la temporada de premios (Globos de Oro, BAFTA, OSCAR, SAG Awards…), ¿en serio los jurados ven todo, absolutamente todo? El volumen de lo producido es impresionante, por ende, llama la atención el proceso. Cuando un contenido es nominado y luego premiado, se convierte en un must I have to see it, tanto lo nominado como lo galardonado; después de los premios suele haber un alza en las visualizaciones de estos contenidos, a través de las plataformas que los ofertan. 

Al final, lo que trajo hasta este punto es la toma de una decisión… ¿Cuál plataforma es la mejor?, ¿habrá una mejor?… ya que todo es relativo, el menú de criterios va desde la cantidad de producciones en el catálogo, la calidad de lo que se oferta, los premios o nominaciones de las producciones, el costo de la suscripción, el tiempo para disfrutar de la plataforma, etc., etc., etc. ¿Amazon o HBO? Lo seguiré pensando. 



CLAUDIA MEYER (El Salvador, 1980). Mercadóloga con estudios en gestión estratégica de la comunicación, coordinadora de UFG Editores. Es Gran Maestre en poesía, distinción dada por la Secretaría de Cultura de El Salvador (2011). Se ha desempeñado como jurado en las convocatorias nacionales de Juegos Florales del Ministerio de Cultura (de 2015 a 2018); y como prejurado local y jurado del Premio Hispanoamericano de Poesía de la Alcaldía de San Salvador (2017, 2019). Autora del poemario Estación del frío (Índole Editores, 2015, 2021). Obra suya ha sido publicada en antologías nacionales y extranjeras, y ha participado en diversos festivales locales e internacionales. Es miembro de la Asociación Salvadoreña de Cine y Televisión (ASCINE).

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