Beatriz Flores nos comparte una columna sobre la reciente renuncia del del ex – comisionado Presidencial para los Derechos Humanos y Libertad de Expresión
Beatriz Flores / Colaboradora
11:46 p. m. del domingo 18 de mayo de 2025. Se da a conocer la renuncia de un hombre que ostentó el rimbombante y estéril cargo de Comisionado Presidencial de Derechos Humanos y Libertad de Expresión.
Rimbombante, porque este cargo nació con un nombre cuya finalidad era atolondrar a los incautos y sembrar una falsa esperanza entre la comunidad internacional. Lo sabemos: las palabras embelesantes son herramientas fértiles para Bukele y sus aliados, quienes, en vez de cumplir con la verdadera transparencia —esa que se constata mediante la contraloría—, se esmeran en construir guiones publicitarios que, valiéndose de la masividad, dan la falsa apariencia de que en El Salvador “nada bajo el sol se esconde”.
Estéril, porque desde su nacimiento este cargo fue concebido para cuidarle las espaldas a Bukele, al dotarlo de un comisionado chachalaca que, explotando su vanidad, aceptara aparentar tener una conexión superior con el presidente. Porque claro… la Procuraduría de Derechos Humanos no se basta en un país que rebalsa de nuevas ideas, o quizás simplemente no resultó lo suficientemente pulcra para satisfacer las ínfulas megalómanas de Bukele… sí, quizás la suciedad de la PDDHH se debe a su pasado, a su historia… la sucia historia y memoria negada del pueblo salvadoreño, esa a la que Bukele y sus aliados son alérgicos porque los revela como traidores.
Se va don Caballero colombiano, se va diciendo que este capítulo de su vida —en el que negó la censura y el espionaje contra periodistas, y los abusos físicos y psicológicos hacia las y los capturados injustamente por el régimen— lo ha marcado profundamente.
Se va diciendo que servir de tapadera intelectualoide para Bukele lo ha llenado de aprendizajes.
Se va diciendo que sus caminos no pueden ser siempre rectos… sí, perderse y torcerse para congraciarse con Bukele requirió una suspensión grosera del juicio.
Se va diciendo que, en su vergonzosa partida, se siente un salvadoreño más.
Cuando, bien encorbatado y protegido, se ha mofado de las y los salvadoreños que sufren maltratos e injusticias.
Se va fabulando sobre una pobre y sucia “Anita” que no sabía boxear… exotizando y victimizando a la desgraciada niña, porque solo así fue necesario su puesto-adorno: como salvador y pantalla en una fantasía inmoral de paz y justicia de una bancada cyanura violadora y asesina.
¡Adiós, don Caballero!
Duerma con la pasajera tranquilidad de quienes, al añadirse el sufijo -ex, se saben inalcanzables porque huyen a tiempo del mierdero que dejan atrás.

Arte: Beatriz Flores
Beatriz Flores (El Salvador) Intervencionista independiente del arte y la cultura con formación en comunicación y filosofía.