Este encuentro no se da todos los días: el poeta Alfonso Kijadurías y Mágico González, la leyenda del fútbol salvadoreño, dos glorias nacionales. En esta columna Alfaro nos comparte una crónica de ese histórico abrazo
William Alfaro | Poeta y periodista salvadoreño
El ambiente en La Galera estuvo cargado de emoción y expectativa. Después de 50 años, Falena Editores se tomó el riesgo de reeditar Estados sobrenaturales y otros poemas, lo que convirtió al sábado 11 de marzo de 2023 en una tarde de gala para la poesía salvadoreña.
Mientras, en la cámara oscura, los asistentes aguardaban la llegada del poeta Alfonso Kijadurías, el escritor vivo más importante de El Salvador. De repente, las luces se atenuaron y el anfitrión, René Lovo, dio la bienvenida a la audiencia y al poeta. En ese instante, por la puerta de cristal sellada de negro, apenas se vislumbró la llegada de alguien más. Alguien inesperado, el más grande futbolista de todos los tiempos que ha vestido la camiseta de la Selecta: Mágico González.
El público no pudo evitar sorprenderse ante la inesperada aparición del astro del fútbol, y tímidamente aplaudió. Kijadurías, sentado en la mesa y acompañado por el poeta Edenilson Rivera, no alcanzó a entender quién era el sujeto que se acababa de sentar entre la audiencia.
Unos meses atrás, en Valle del Señor, Kijadurías, en una reunión de poetas amigos entre los que estaban, si la memoria no me falla, Alfonso Fajardo, Carlos Clará, Jorge Ávalos, Federico Hernández Aguilar y quien escribe estas líneas, nos leyó un cuento que le dedicó a Mágico. Después nos confesó que le gustaría conocerlo. A todos nos brillaron los ojos y esbozamos sonrisas porque todos somos fans de Mágico. Y también de Kijadurías.
El 9 de enero anterior, el deporte salvadoreño celebró la Gala de la Espiga Dorada, convocada por FESA, y entre toda esa constelación de estrellas apareció un cometa: Mágico. Difícil de ver, y más de contactar, siendo ese sello parte de su genio.
Esa noche todos nos queríamos tomar una foto con Mágico, y así, al final del evento, me acerqué a la mesa en la que estaba con Iván Barton, el árbitro salvadoreño que pitó en Catar 2022, y le pedí una foto. Le dije que alguien tan grande como él lo quería conocer. Apenas le comenté de quién se trataba, porque atrás de él y por delante de mí, ya teníamos a otras personas pidiendo un retrato. Pero Jorge ya tenía la respuesta y la vi en su mirada, quizá esa mirada que vieron sus compañeros en Cádiz o en la Selecta cuando les mandó un pase de gol: «lo quiero conocer».
Tres palabras bastaron. Se acabó enero, pasó febrero, y llegó marzo. En las redes sociales crecía la expectativa de la presentación de Estados sobrenaturales y otros poemas, principalmente porque Kijadurías estaría allí y verle también es ver a otro cometa.
Ya entrada la segunda semana de marzo, tuve la corazonada de que el momento había llegado. Le escribí a Jorge y lo invité a la presentación. No hubo respuesta. Los días pasaron y llegó el sábado.
En La Galera, cerca de la 4:00 p.m., nos comenzamos a amontonar varios poetas y artistas de diversas generaciones, unos más viejos que otros, otros más jóvenes que otros. Y puntualmente, unos minutos antes de las 4:30, llegó Kijadurías con su esposa Marta Celia, su hijo Manrique y uno de sus nietos. Amistades y admiradores se acercaron al escritor para saludarlo, y fue porque Lovo mandó la última llamada que el evento comenzó. Minutos antes de las 5:00 p.m. todos entraron a la cámara oscura. En ese instante, el milagro comenzaba a gestarse.
Mi celular sonó pasado el primer minuto de las cinco de la tarde. La llamada era de Mágico González. La conexión fue malísima y se cortó. Intenté una segunda llamada y el crack atendió. Me dijo que estaba por llegar, así como es él, sin avisos, sólo me pidió que lo esperara a la entrada, y eso hice.
Lo recibí saltando como un niño, y él se reía porque estaba a las puertas de algo histórico. «Sólo vengo a saludar al poeta y a darle un abrazo», me dijo mientras caminábamos desde el estacionamiento al escenario.
Mágico, con un ejemplar del libro de Kijadurías en las manos, se dirigió con paso tranquilo hacia el graderío para no interrumpir las palabras de Lovo, quien le dio la bienvenida. Me tocó cortar brevemente el evento, para comentar que Jorge apenas había llegado a saludar al poeta. Jorge gestó el milagro, al mejor estilo de sus gambetas y goles.
«Disculpé, quisiera saber si es posible que pueda darle un abrazo a usted», dijo mientras el público aplaudía. Kijadurías dejó la mesa y fue al encuentro del futbolista en el corazón de la duela.
Se fundieron en un abrazo y unas sonrisas mutuas de admiración, y Jorge comentaba que es un «placerazo», y que está muy orgulloso de conocerlo. Luego volvió a su asiento, y se quedó toda la presentación.
Al final, Mágico se presentó con la humildad de un grande, hizo cola por las firmas como todos los mortales, y le pidió a Kijadurías que le firmara su libro, reflejo de la misma humildad del futbolista. El poeta, gratamente sorprendido por el gesto, no dudó en estampar su firma en el ejemplar del ídolo de los estadios, al tiempo que los presentes aplaudieron ese milagro poético.
Mientras tanto, los poetas, pintores, actores y amantes de la poesía, no pudieron evitar admirar el gesto de Mágico, quien con su sencillez y humildad se ganó el corazón de todos. Kijadurías, por su parte, también se mostró encantado de conocer al poeta del balón, y le agradeció su interés en su obra.
Finalmente, el momento culminó con un abrazo sincero entre dos figuras destacadas de la cultura y el deporte del país, y una fotografía en la que nos colamos con mi otro cómplice, el poeta Fajardo, y con el hijo mayor de Jorge, homónimo y de enorme calidad de ser humano. Un momento que quedará grabado en la memoria de todos los presentes, un ejemplo de cómo la admiración y el respeto pueden unir a personas de diferentes ámbitos y oficios.
San Salvador, 16 de marzo de 2023.
WILLIAM ALFARO (El Salvador, 1973). Escritor, periodista y productor de radio y televisión. Autor de los libros: Proclive (2007), Sal (2016), Inmaculado (2017), Amargura (2016); de las plaquettes «Déjà vu» (2001), y «Ciudad amenazada» (2004). Compilador de Vuelo de águilas (2017), antología poética de la Universidad Tecnológica, Dictadura Vintage (2021), Poetas contra el fascismo (2021); autor del relato infantil La Poesía (2021). Actualmente prepara un poemario sobre el Mágico González, es también el coordinador nacional, en El Salvador, por el World Poetry Movement, y dirige el programa radial «Poéticamente», en Punto 105. Aún no resucita.