Antes de la publicación de las nominaciones a los Premios Oscar, el poeta y cinéfilo Josué Andrés Moz nos brinda su mirada particular sobre las que para él son sus películas favoritas de 2021
Josué Andrés Moz / Poeta y cinéfilo
Advertencia: al presentar este listado no pretendo determinar cuáles son las mejores películas del 2021, sino hablar de aquellas cintas que se volvieron mis favoritas, ya sea por contar con una historia que llegó a conectar conmigo, por su gran apartado visual, por la calidad de sus actuaciones o en general por cualquier aspecto que pudiera llegar a seducirme. También debo acotar que hay algunas películas que han quedado fuera porque no las pude llegar a ver, y otras que podría encontrar sin problemas en línea, pero que esperaré mejor a disfrutarlas en la pantalla grande. A su vez, debo decir: esta no es la opinión de ningún experto, sino únicamente de alguien que se ha llegado a enamorar del cine, tanto como de la literatura. Dicho todo lo anterior: comparto mi top 10 principal, seguido de otras 10 películas que también disfruté y que considero importantes de ver.
TOP 10
10) Annette – Léos Carax: pese a encontrarme en una casi permanente aversión ante los musicales, me resultó imposible contener la emoción ante el anuncio de esta cinta dirigida por el francés Léos Carax, quien, a mi forma de ver, es uno de los cineastas más innovadores y atrevidos de los últimos años; un tipo capaz de armar grandes alegorías, con un torcido lenguaje visual y que suele sacar lo mejor de los actores que tiene a su mando. Incómodo como suele ser, dirige a un muy versátil Adam Driver y a una mesurada Marion Cotillard, a quien habría sido genial poder ver mucho mejor aprovechada en pantalla.
Al tener el registro de una película tan impactante como Holy Motors del 2012, la expectativa fermentada era demasiado alta, y llegué a sentirme satisfecho hasta cierto punto. Me explico de mejor manera: creo que, al ser un musical, la música como tal es sumamente adecuada para las escenas, pues el dúo Sparks, hace un gran trabajo con respecto a ello, y es que: el sonido sabe acompañar de forma atinada las sensaciones provocadas por las escenas, pero las letras, o el gran porcentaje de ellas, carecen de ingenio, y parecerían describir simplemente lo que vemos en pantalla, a excepción de las ocasiones en que sirven como compensación para contarnos aquello que se pudo perder en las elipsis.
Entonces ¿Por qué colocar esta película como una de mis 10 favoritas si lo que se ha leído hasta el momento no parece tan prometedor?, pues porque la historia sabe sostener muy bien una cantidad impresionante de discursos, que se configuran tan potentes como el odio o la ternura que provocan sus personajes principales. Y aunque la trama podría resumirse en que ‘‘existe una pareja que vive en Nueva York, conformada por un exitoso comediante de stand-up y por una cantante de reconocimiento internacional, que tienen una hija y disfrutan de las bondades del amor hasta que uno de los dos miembros de la pareja muestra su verdadero rostro’’, esta es una película que va mucho más allá. Es un filme que cuestiona las motivaciones de dedicarse al arte, y en específico a las artes escénicas, es una película que cuestiona el amor y sus formas, que deja caer una flecha potente sobre la explotación de la fama infantil, que aborda la culpa, el resentimiento, la violencia doméstica, el alcoholismo y que, sin dudas, hace su mejor trabajo retratando la pérdida de la inocencia.
Esta, como se puede percibir, no es mi favorita del director, pero sí, una de las películas que he recomendado de forma constante en las últimas semanas y que creo que sabrá conectar muy bien con un público que sepa soportar el ácido de sus personajes.
9) Tick, Tick… Boom! – Lin-Manuel Miranda: aunque sé que mi afirmación inicial parecería no corresponderse con la inclusión de otro musical en la lista, debo aceptar que esta fue una película que me sorprendió gratamente, de tal modo que tuvo un puesto más elevado en mi cariño, aún cuando el director del puesto anterior es alguien que me apasiona desde hace ya algún tiempo, y Lin-Manuel Miranda, es un personaje que se estrena con esta obra en el campo de director (en solitario) de cine.
A Lin-Manuel se le conocía más como un actor intermitente con papeles en su mayoría pequeños, pero memorables, como un compositor y letrista multipremiado, y un ícono contemporáneo del mundo del teatro. En esta ocasión, se aventura a retratar con muchísimo corazón al estadounidense Jonathan Larson, en ese intenso periodo en que se encamina hacia el tan ansiado e incierto éxito artístico.
Basada esta película en la obra autobiográfica de Larson, nos podemos encontrar con un Andrew Garfield digno de poder sacudirse de encima cualquier prejuicio que cosechara tras sus participaciones en The Amazing Spiderman, prejuicio de sobrado infundado cuando se revisan el resto de sus actuaciones en filmes realmente potentes, como lo fuera en 2015 la impecable y extrañamente desconocida: 99 homes.
Por su parte, Steven Levenson se encarga de adaptar este guion con un gran acierto, logrando transmitir la presión, la tristeza, la rabia y la frustración en los momentos más intensos, y la absoluta satisfacción al cierre de la película. Temas como la homosexualidad, la obsesión por el éxito instantáneo, el ensimismamiento, la amistad, y el anuncio de la fatalidad, serán entregados al público a través de coreografías cargadas de naturalidad, por composiciones musicales muy llevaderas y variadas y por un montaje que considero podría ser justo premiar.
Para alguien a quien le gusten los musicales, y también para aquellos que no sean muy fanáticos de estos, ¡Tick Tick…Boom!, será la película que los podrá despedir satisfechos de la pantalla pequeña y con más de alguna lágrima en sus rostros.
8) Una película de policías – Alonso Ruizpalacios: en este puesto nos estaremos enfrentando a uno de los ejercicios experimentales más interesantes de los tiempos recientes en materia de documentales, cosa que no es dicha para nada a la ligera, considerando que en 2020 existió la entrañable película documental: El agente topo, dirigida por la chilena Maite Alberdi, quien fue la dueña de toda mi admiración en ese año, gracias a sus aportes en este género.
Por su parte, a Ruizpalacios lo había escuchado referenciado en distintos lugares, y aún tengo en mi lista personal algunos de sus trabajos. Pero creo que no pude tener mejor puerta de acercamiento a su obra, que el que tuve con Una película de policías. El experimento abre con unos versos del oficial Daniel Alatorre, versos que se presentan como premonición de uno de los tantos tonos que tendrá la cinta:
«Oirás las sirenas cantando
más y más cerca de aquí
reza que no estén cantando
esta noche para ti»
Tras esta lectura, logramos ubicarnos no solamente en la percepción que tiene el mexicano promedio con respecto a la policía, sino que también en un sitio compartido. Nos ubicamos detrás de ese ojo incierto que me atrevería a nombrar como latinoamericano, en ese (re)sentimiento que no sólo se ve despertar en el delincuente, sino también en el ciudadano que se encuentra fuera del crimen, ese parpadeo que despierta la pregunta: ¿Están los policías realmente para cuidarnos o son ellos parte de la corrupción que dicen combatir?
Entregar una imagen humana y honesta respecto al quehacer y los conflictos dentro del cuerpo de policía en México, me parece uno de los mayores logros de este director, quien, a través de entrevistas a dos exmiembros de esta institución, nos lleva de la mano por los sinuosos caminos de la moral, por la injusticias que viven los propios policías, por el desgaste mental y físico a los que se ven expuestos y sobre todo: a pararnos en esa plataforma que nos hace comprender que la vida no va de ver todo en blanco o negro.
Y aún cuando lo dicho con anterioridad podría ser ya una propuesta sólida, el director lleva a sus actores mucho más allá, pues estos se ven en la difícil tarea de ‘‘infiltrarse’’, tomando el curso de entrenamiento en la academia de policía. Acto que no solamente servirá para afinar el desempeño de sus papeles, que, dicho sea de paso: se podría definir como una auténtica demostración de destreza actoral, sino que también, ayuda a ahondar mucho más en ese mundo íntimo que es la mente del policía bajo amenaza, bajo el desprecio público y bajo el desgaste que presentan los mecanismos internos de poder.
Con respecto a algunos detalles técnicos, prefiero guardarme la información, con el único objetivo que si quien lee este texto aún no ve el documental, pueda disfrutar de sus sorpresas.
Como dije en líneas previas: este es un trabajo en escala de grises, que nos deja ver que las cosas nunca son tan simples. Detrás del uniforme la ética es una marea nocturna, y esta cinta permite sumergirnos, (un poco más que otras del mismo género) en esas aguas.
7) Titane – Julia Ducournau: sin lugar a dudas, esta resulta la más frenética, atrevida e incómoda entre todas las películas de la lista. Esta cinta francesa, esculpida en tonos del género neo-fantástico y protagonizada esencialmente por Agathe Rousselle y Vincent Lindon (quizá mi actuación favorita de todo el listado), es una feroz alegoría de la soledad, que se termina dividiendo en dos partes, fácilmente diferenciables, y que tiene tantas cosas qué decir, que lo primero que se me vino a la mente para intentar definirla fue: una escopeta cargada y dispuesta a derramarse sin pedir permiso alguno.
La primera parte, está cargada de erotismo, violencia y extrañeza, y permite ubicar al espectador, al menos de manera parcial, en la psicología del personaje protagonista. La segunda, por otro lado, llega a aterrizar en un reposo casi permanente, pero que no por ello deja de incomodar, y de contar con calma; a su vez, es en esta segunda mitad donde vemos el derroche absoluto de talento por parte de los dos actores protagonistas, quienes a mi forma de ver deberían estar, por lo menos, nominados en esta próxima temporada de premios.
A nivel visual la película es impactante, y por momentos parecería que ese uso lisérgico de los colores es algún tipo de sello francés (recordando el cine de Gaspar Noé). Y pues, me limito en los detalles de la trama para no echar a perder la experiencia, ya que la historia no es para nada compleja de contar, pese a que sus elementos son extraños. Y esto lo hago porque lo que me permitió vivir a plenitud los efectos propuestos por la directora, fue precisamente eso: llegar sin saber mayor cosa de la película.
Lo que sí me puedo permitir antes de soltar este párrafo, es declarar que la cinta posee un sountrack muy pulido que facilita la asimilación del ambiente que dibuja. También puedo recalcar que Titane tiene imágenes muy poderosas, metáforas extrañas y a su vez desgarradoras, y, además de todo esto: mi escena de baile favorita entre todas las de la lista, con música de la banda Future Island, que llega oportunamente con su ‘‘Light House’’, para volver glorioso un momento clave de la historia.
6) Inside – Bo Burnham: la supervivencia a este periodo incierto de pandemia ha sido algo que nos ha unido a todos, sin excepción. De allí que los libros, la música, las películas, las series, la pintura, los videojuegos, o cualquier tipo de creación artística llegaran a servirnos de refugio día tras día.
El tiempo que hemos tenido para sobre pensar el vacío, para reflexionar acerca de qué tan frágil es nuestra propia existencia mientas vemos partir a seres queridos, ha sido también tiempo que nos ha dejado marcas imposibles de borrar. Es por esto que cada quien busca su ungüento ideal, y puede optar por consumir productos salvavidas, o decidir fabricar un gran producto salvavidas que no sólo permita evitar su propio ahogo, sino el de otras personas más. Este último es el caso de Robert Pickering Burnham, escritor y director de Inside, el especial de comedia que realiza desde la intimidad de su apartamento ubicado en Los Ángeles. Metraje que puedo decir sin ningún problema: cuenta con uno de los guiones de comedia mejor logrados y más honestos que he tenido la suerte de ver en los últimos años.
El especial es una lluvia de ideas muy bien organizadas, capaz de empapar la vista en ciertos momentos, y de generar a su vez una sensación de frescura. El comediante propone en una serie de canciones compuestas por sí mismo, abordajes muy inteligentes sobre temas importantes, como la muerte, la soledad, el encierro, la distancia, el suicidio, nuestra relación con las redes sociales, la sexualidad, el arte y el ego; todo a través de un humor ácido, incisivo y autoconsciente, que se apoya a su vez de un metalenguaje muy interesante, y de una producción de alto atractivo visual, con encuadres estéticamente hermosos, y con montajes que nada tienen que envidiar a una película con un extenso equipo de producción.
En fin: una necesaria inversión de tiempo, en toda la extensión de la frase.
5) The card counter – Paul Schrader: de la pluma y la dirección de uno de los guionistas más icónicos de la historia del cine, se presenta esta película de cocción lenta y de alta madurez autoral.
Paul Schrader, guionista de la clásica e imprescindible Taxi Driver, propone en esta ocasión, un violento y reposado retrato psicológico, a través del cual podrán visitar un racimo variado de temáticas poderosas, tales como: la infancia, la culpa, el autoconocimiento, el valor del pasado, los traumas y la soledad.
Si hablamos de trama, esta es muy sencilla: un expresidiario, ahora contador de cartas, interpretado por un pulcro Oscar Isaac, lucha con su pasado, apostándole a la salvación ajena, a esa casi ingenua reivindicación a través de los terceros, y siendo muy honesto (mientras tanto) con sus propios errores del pasado. Al protagonista lo acompañan dos excelentes actores: Tye Sheridan y Tiffany Haddish en dos papeles muy bien logrados y entrañables en su transparencia, y que serán esenciales para poder terminar de delinear la moral del contador de cartas.
La cinta es en toda regla cine negro, y junto a ello viene un lenguaje cinematográfico pausado, pero que lleva la tensión en un crecimiento constante. El soundtrack resulta memorable, gracias al trabajo de inmersión que propone Robert Levon Been, quien sabe cuándo ir aportando tensión y cuándo crear un hormigueo auditivo para anunciar la fatalidad.
Además de lo anterior, debo decir que quedé fascinado con varios planos, con la sobriedad de las imágenes cuando debían ser así, con el goce estético cuando lo que se quiere es ilustrar el florecimiento de algún tipo de amor, y lo demencial que se ve todo en esos momentos en que ocurren los flashbacks; momentos que, en su rareza visual, logran representar el daño psicológico que provocan los recuerdos en el protagonista, y que, dicho sea de paso, a más de algún espectador terminarán dejando helado.
Recomiendo The Card Counter, para todas aquellas personas que se sientan atraídas por las sutilezas y las historias simples, pero bien contadas. Y espero también, que puedan vivir lo mismo que yo viví tras ese plano sostenido con el que se despide la película.
4) Lamb – Valdimar Johannsson: quizá, entre todos los largometrajes de la lista, esta cinta en específico, sea la que esperé con mayor emoción a lo largo del 2021. Amparada por el sello de A24, una de las productoras más innovadoras e interesantes de los últimos años, llega esta primera película de Valdimar Johannsson, autor del cual no tenía ningún dato, pero que, investigando un poco, llegué a enterarme que poseía en su haber, ya algunos años trabajando en apartamentos de arte y efectos especiales; datos a tener en consideración, para comprender de qué manera siendo esta su primera película, haya obtenido tan buenos resultados.
Johannsson junto a su compatriota islandés Sjón Sigurdsson, guionizan un relato minimalista de folk horror, acompañado de una honda y extraña belleza. Un relato cuya magia se encuentra en la manera en que los personajes conviven con los elementos fantásticos sin reaccionar con la extrañeza que podríamos esperar. En este sentido, me recuerda mucho a los personajes que acostumbra dibujar en sus cuentos la salvadoreña Claudia Hernández.
Lamb no es un filme que contenga sustos o reiteradas imágenes inquietantes, sino uno que propone su propio código del miedo a partir de cómo el ambiente va cambiando en consecuencia de las circunstancias. Para algunos, esta podría resultar una propuesta de poco interés, pues tanto los juegos de cámara como las actuaciones podrían encontrarse en el ámbito de la mesura y la contención, pero es precisamente allí donde creo que la película logra su brillo propio.
Los actores que dan vida a la pareja protagonista son Noomi Rapace e Hilmir Snær Guðnason, y estos hacen un trabajo impecable transmitiendo su desolación y dolor interior. Es impresionante cómo con una simple mirada entre ellos, o en un pequeño intercambio de palabras podemos adentrarnos en su conflicto, y dimensionar mucho mejor hacia dónde nos lleva la historia.
Si alguien llega a Lamb con la intención de salir «aterrorizado» o «perturbado», debo decir que esta película no es la opción ideal, pero si alguien llega con el deseo de vivir una historia acerca de la maternidad, la pérdida, el amor y nuestra relación con la naturaleza, esta podría volverse, sin ningún problema, en un referente digno de recordar. Y es que, como ocurriera en años previos con Robert Eggers o Ari Aster: estamos frente a un debut que hará que como amantes del cine estemos pendientes de todo lo que traiga este director en fechas futuras.
3) Noche de fuego – Tatiana Huezo: conocida esencialmente en el mundo del cine como una fina realizadora de documentales, Tatiana Huezo (salvadoreña radicada en México desde su infancia), se estrena como directora de ficción, con una entrañable historia, que tiene origen en las páginas de la novela Ladydi, escrita por la mexicana-estadounidense Jennifer Clement.
A partir de un guion bastante sólido y diáfano, se yergue este relato desgarrador, que alejado del morbo gráfico y con la característica de dotar de dignidad a sus personajes, nos cuenta la amistad de tres niñas y la manera en que estas, crecen y sobreviven en las lejanas montañas de Guerrero, asediadas por el omnipresente espectro de la violencia, al cual se opondrán estratégicamente en distintas oportunidades.
Noche de fuego, es una cinta que sabe muy bien cómo alejarse de los lugares comunes, y tratar con madurez un abanico de temáticas, que no conciernen (ni tocan) únicamente a México, sino a esa Latinoamérica cuyas heridas parecerían atravesarnos a todos, tal como diría en uno de sus versos el poeta chileno Joaquín Prada: puede que los perros sean otros, pero la sensación del colmillo la conocemos todos. En la película, todos los discursos están colocados de forma ordenada sobre la mesa, y como espectadores, sabremos qué tomar y en qué momento será oportuno hacerlo. A lo largo de las casi dos horas que dura la película, seremos capaces de presenciar el terror que genera el narcotráfico, la manera en que estas estructuras llegan a ser más poderosas que la ‘‘autoridad’’, cómo las mujeres cuidan de sus hijas a través de diversas estrategias y poniendo en riesgo su propia vida. A su vez, cómo es manejada la muerte o las desapariciones en una comunidad, qué ocurre con esa imagen latente del migrante, cuáles son las condiciones de educación y, sobre todo: de qué manera la infancia absorbe todos estos eventos, que, a todas luces, pueden considerarse como traumáticos.
El filme, brilla en su primera parte por la sutileza de la tragedia y la potencia de sus imágenes, pero, sobre todo: por la manera acertada en que se encuentran representados sus personajes. En mi opinión, creo que el elenco en general funciona de maravilla, pero si debo destacar una actuación, sería la de Ana Cristina Ordóñez González, la niña que encarna a la protagonista de la historia en su etapa más joven, y quien, además, puedo considerar como: la actuación infantil que más llegó a transmitirme, entre todas las películas mencionadas en este listado. Asimismo, la segunda parte se sostiene en ese conflicto que tienen las madres de: ¿qué hacer con estas niñas que ahora han crecido, y entienden el mundo de otra manera?, y ¿cómo poder asirse a la libertad, si se vive abiertamente en una jaula de violencia ininterrumpida?
Al concluir con la cinta, me fue imposible evadir ese sentimiento de vacío, el cual acabó por arrancarme algunas lágrimas, gracias a su elegante tratamiento de las metáforas, que se hilan sin ninguna pretensión, y encuentran su punto más alto en lo no dicho. Esta primera obra ficcional de Tatiana Huezo llega con potencia y ternura, y con la promesa de que valdrá la pena esperar en los años que se avecinan (al igual que lo dije en el puesto anterior): un nuevo regalo de esta directora.
2) The innocents – Eskil Vogt: el 2021 fue un año cargado de producciones cinematográficas enmarcadas en el género del terror, pero si me mantengo honesto, debo decir que muchas de esas películas llegaron a decepcionarme, pues, aunque no estuviera en búsqueda de encontrar algo que me levantara del asiento, sí esperaba tropezarme con historias bien contadas, y no fue hasta que vi The innocents que me sentí satisfecho. Esta cinta escrita y dirigida por el noruego Eskil Vogt, quien tiene en su registro ya varios guiones destacados, se instala directamente en mi memoria, como uno de los metrajes de terror mejor logrados de los últimos años.
En el plano de la trama tenemos una historia sencilla, pues si quisiéramos entregar un resumen de esta, podríamos decir: trata acerca de un grupo de niños que desarrollan poderes y a partir de ello se desatan cierto tipo de dificultades. Sin embargo, esta película es mucho más que eso, y se aleja de los moldes a los que nos hemos acostumbrado por la masificación de los productos cinematográficos tradicionales provenientes de Marvel o DC, y aún de aquellos que han buscado abordar otras aristas de los personajes con algún tipo de poder, explorando y torciendo ese imaginario que rodea al tan atractivo mundo de los superhéroes, de la forma en que lo han hecho películas como Watchmen, Super, Brithburn, El protegido, Kick-ass, o Joker, o series como The boyz, Ivincible o más recientemente Peacemaker – por mencionar algunas.
El gran acierto de The innocents, radica en los mecanismos que utiliza para ir elevando la tensión de manera progresiva, en ese tiempo que se toma para cosechar la incomodidad, en esos largos y hermosos planos contemplativos, en esos breves diálogos que sirven para tomarles cariño a algunos de sus personajes, y también para ir sintiendo repulsión ante otros. La inocente perversidad de los niños que protagonizan la cinta es la que nos llevará de la mano hacia cada momento clave de la misma, gracias al grado de credibilidad con el que cada uno ha sido inyectado, y también gracias al gran desempeño de los actores del elenco infantil.
La película, mientras nos lleva hacia la inminente realización de la fatalidad, hace un raudo retrato de la sociedad noruega, permitiéndonos acceder a esas vistas que, sin problemas, puedo pensar como fronterizas, respecto a las diferencias económicas. A su vez, maneja un discurso ambiguo acerca del autismo, y las formas en que funciona la mente humana, dejando paso a distintas interpretaciones. Y nos empuja, una vez llegados los créditos, a preguntarnos: cuáles son las fronteras de la moral, y qué tipo de conciencia o peso de esta puede llegar a atribuirse realmente a las acciones de los niños.
En mi fascinación por el filme, y en esa resaca de emociones que me dejó haberlo concluido, me topé con una entrevista que Cineuropa le realizara a su director, y de la cual recupero un extracto que considero importante para terminar de convencer al lector de esta entrada, de darse la oportunidad de conocer esta película:
«Decir que nuestras infancias fueron maravillosas y que solo recordamos las cosas buenas es algo que me he propuesto evitar. Hablamos de la imaginación maravillosamente ilimitada que teníamos de pequeños, que nos podían llevar a vivir pesadillas horribles. Yo nunca he pasado más miedo que de niño. También me llama poderosamente la atención el aspecto moral: puedes decir que un niño hace algo malo, pero ¿significa eso que ese niño es malo? Yo lo veo como que se está desarrollando, que está empezando a empatizar y a tener valores morales, o al menos es como lo quiero ver. El caso es que, aunque seas “buena persona” puedes hacer algo impulsivo, puedes jugar y probar los límites, puedes experimentar y, de repente, hacer algo terrible. Porque los niños no están aún “acabados”, dan lugar a narraciones muy interesantes».
A mi modo de ver: The innocents es la gran película de terror del 2021; memorable y necesaria.
1) The power of the dog – Jane Campion
Cowboys are frequently secretly
fond of each other.
Ned Sublette
Libra de la espada mi alma.
Mi vida, del poder del perro.
Salmos 22:20
Con amplia experiencia en el territorio del guion y con una basta carrera como directora, la premiada neozelandesa Jane Campion presenta esta adaptación, de la que fuera la quinta novela escrita por el estadounidense Thomas Savage. Inteligente, elegante, sorpresiva y visualmente hermosa en su serenidad, The power of the dog, es una obra que se toma el tiempo para construir su encanto, como una red hilada por pequeños detalles, que al final atraparán de golpe al espectador.
No tengo ninguna duda, de que esta cinta, llegará a instalarse en la cultura popular con el paso de los años, tal como hiciera en su momento Brokeback mountain de Ang Lee, pues comparten no sólo un manejo excepcional del tema de la diversidad sexual y el daño provocado por la concepción tradicional y recalcitrante de la masculinidad, sino también, un tipo de parentesco en el género del western-romántico, pero con la novedad, de que la película de Campion, puede llegar a seducir también desde su suave naturaleza de thriller psicológico.
En el elenco se cuenta con actores muy hábiles, como Kirsten Dunst, Jesse Plemons, Benedict Cumberbatch, y el cada vez más notable Kodi Smit-McPhee, quien se lleva toda mi admiración por la ejecución de su papel, y quien, sin vacilación, merece estar nominado en los próximos premios. Y es que, estos actores dan todo de sí para poder agudizar y llevar a buen puerto los discursos que propone la cinta; ellos y la mezcla oportuna con el resto de elementos que la configuran como toda una experiencia, pues el ambiente conformado por la limpia y hermosa fotografía de Ari Wegner, y el trabajo musical de Jonny Greenwood (Radiohead), no hacen más que engrandecer el peso sensorial del filme.
Esta es una película en la que nada sale sobrando, y en la que no hay manera de decir que algo nos ha quedado a deber. A título muy personal, creo que, si lo vemos con el cuidado que se merece, estará hablándonos sí del machismo, del alcoholismo, de la diversidad sexual y los prejuicios, pero también con gran atino: del sacrificio y de los alcances del amor filial.
Puede que Jane Campion agregue su segundo Oscar a su carrera, y que finalmente sea premiada en la categoría de mejor dirección, pero si ese no es el caso, ya habrá cumplido con lo más importante para el mundo del cine: haber entregado una película memorable, que entra fácilmente en la categoría de las imprescindibles de todo un año repleto de buen cine.
*
MENCIONES DE HONOR
Nota: las siguientes películas no se encuentran en ningún orden particular de jerarquía, como sí ocurrió en el top principal. Las descripciones serán hiper-breves, y con la única intención de entregar un rápido brochazo de cada producto. Sin más, he aquí las menciones honoríficas:
1) The lost daughter – Maggie Gyllenhaal: atrevida y por momentos incómoda, esta cinta presenta una visión disidente alrededor de la maternidad, que se deja querer a partir de una muy buena actuación protagonista y de un telúrico guion adaptado, de uno de los libros más importantes de Elena Ferrante.
2) Fue la mano de dios – Paolo Sorrentino: película autobiográfica, que, valiéndose de un humor bastante particular, (y del pretexto del ambiente de fervor que levanta la figura de Maradona), termina entregando un homenaje íntimo y amoroso al cine mismo.
3) The Little Things – John Lee Hancock: con un buen elenco y un manejo adecuado de la intriga, este thriller que tiene rimas con Se7en y Zodiac cumple con su función de seducir a los amantes del cine de criminales.
4) Bajocero – Lluís Quílez: violenta, intensa, sorpresiva y con un bien trabajado cuestionamiento de las leyes y la moral, esta película es de las joyas ocultas del 2021.
5) Nobody – Ilya Naishuller: frenética y de argumento sencillo, esta cinta nos trae un desfile de violencia a la mejor manera de John Wick, y nos permite ver un registro actoral de Bob Odenkirk, que no había sido explorado con anterioridad. Nada como ver a Saul Goodman desmantelando media mafia rusa a punta de golpes, explosiones y balas.
6) The unforgivable – Nora Fingscheidt: Sandra Bullock en un papel que podría llegar a conseguirle otra nominación en los premios próximos, gracias a su buen desempeño actoral, y a un guion que, si bien no es una maravilla, por lo menos logra ser acertado y contenido.
7) Old – M. Night Shyamalan: una película extraña, a lo mejor con varios agujeros argumentales como suele ocurrir con las películas más recientes de Shyamalan, pero con una propuesta original e interesante.
8) Spencer – Pablo Larraín: una cinta que fácilmente podríamos considerar de terror psicológico, con planos preciosos, con un manejo muy bello del color y una necesidad tremenda de Larraín por recordarnos su gusto por la armonía visual. Todo esto acompañado de la actuación más destacada de Kristen Stewart, por la cual espero: obtenga todavía más reconocimientos, que los que sumó a lo largo de estos meses.
9) Don’t look up – Adam McKay: una sátira de ciencia ficción, con un elenco de primer nivel, que si bien me resulta valiosa por cómo propone temáticas, me parece que llega a caerse en varios momentos por su irregular ejecución. La creo interesante porque podemos ver a DiCaprio y a Jennifer Lawrence explorando otro tipo de registros actorales, y bastante divertida gracias a personajes como los que encarnan Jonah Hill y Meryl Streep, a diferencia del prescindible personaje que le asignan a Timothée Chalamet, el cual pudo haber sido interpretado por cualquiera; hecho que termina evidenciando la pereza con la fue tratado el guion.
10) Malcolm and Marie – Sam Levinson: con un cuido excepcional de la imagen, y con tomas llenas de líneas precisas y contrastes visualmente seductores, esta película nos entrega una intensa y condensada historia de amor conflictivo, que involucra críticas ácidas al mundo del cine, a las dinámicas nocivas de pareja y al ego que oscila en el mundo artístico. Zendaya y John David Washington funcionan muy bien en pantalla, aunque es evidente, que una vez termina el filme, es ella quien se gana un lugar firme en la memoria.
JOSUÉ ANDRÉS MOZ (El Salvador, 1994). Poeta, narrador, vendedor de libros, corrector de estilo y gestor cultural. Actual egresado de la Licenciatura en Letras por la Universidad de El Salvador. Ha publicado poemas en diversas revistas literarias, así como en numerosas antologías dentro y fuera de su país. Como obra individual, publicó las plaquettes: Carcoma (Editorial La Chifurnia, 2017), Pesebre (Editorial La Chifurnia, 2018), Babel (Malpaso ediciones, 2020), y como primer libro oficial: El libro del Carnero (Editorial EquiZZero, 2021). Algunos de sus poemas han sido traducidos a distintos idiomas. En los últimos años ha participado en congresos y festivales de literatura, entre ellos: l Festival Internacional de Poesía de Aguacatán (Guatemala, 2018), Primer Congreso Centroamericano de Literatura (USAC, 2019), trigésima edición del Festival Internacional de poesía de Medellín (2020), ANTIFIL (2021), en el 15vo Festival Mundial de Poesía de Venezuela.
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