«La pintura abstracta es una mezcla entre emoción, espiritualidad e intelectualidad. Se establece entonces una especie de conexión psíquica a través de los sentidos»
Juan Carlos Rivas* | Artista plástico, escritor y periodista
¿Qué es arte moderno y qué es arte contemporáneo? ¿Es la pintura abstracta un capricho técnico? Estas preguntas las he escuchado desde que decidí incursionar y experimentar con la pintura conceptual, especialmente en una sociedad rígida y convencional donde los conceptos estéticos giran alrededor de la tradición artística occidental, la cual inicia con el arte religioso y se mantiene, en el caso salvadoreño, con la pintura de caballete o academicista. Pero tanto el arte moderno como el contemporáneo en realidad tienen una historia muy larga; y en el caso específico del arte abstracto (pintura abstracta sobre todo), una historia que trasciende las eras, y nos conduce, incluso, hasta la época de las cavernas con la pintura rupestre cargada de simbolismos como resultado del desarrollo del pensamiento humano.
El concepto de arte moderno se refiere a las propuestas artísticas surgidas desde finales del siglo XIX hasta principios del XX. Se puede definir como una innovación a la tradición, y viene a representar una nueva forma de entender la teoría y la función del arte, principalmente porque su estética vanguardista surge de visiones adelantadas a su tiempo. Los trabajos producidos durante este momento muestran el interés de los artistas en reimaginar, reinterpretar e incluso rechazar los valores estéticos vigentes. Escuelas importantes como las del impresionismo, postimpresionismo, fauvismo y simbolismo fueron el punto de quiebre que dio paso a las vanguardias que surgirían en el contexto de la historia universal del arte. Veamos detalles importantes en cuanto a esto.
Impresionismo: (1874) Es considerado el principal catalizador del arte moderno porque desafió las rígidas reglas y las representaciones realistas de la pintura académica. El movimiento surgió en 1872 cuando Claude Monet empleó innovadoras pinceladas borrosas, así como un novedoso enfoque de la luz, además de usar una paleta de colores vivos. Otros artistas que estuvieron al frente de este movimiento fueron Pierre Auguste Renoir y Edgar Degas.
Postimpresionismo: (1884) Es un término histórico-artístico que se aplica a los estilos pictóricos aparecidos a finales del siglo XIX, los cuales se caracterizan por la total libertad artística. Sus principales exponentes son Paul Cézanne; Paul Gauguin; Vincent van Gogh y Henri de Toulouse-Lautrec, quienes comenzaron a trabajar estilos distintivos y fuera de lo tradicional.
Simbolismo: Tiene sus orígenes en Francia y Bélgica, principalmente en la literatura (las imágenes literarias). Su estética fue desarrollada por Stéphane Mallarmé y Paul Verlaine en la década de 1870, y cobró auge entre 1880 y 1890; es la fecha cuando inician los movimientos de vanguardia abarcados en el contexto de la pintura conceptual.
Fauvismo: Aunque sus primeros pasos inician en 1890, es entre 1904 y 1908 cuando se define como un movimiento estético importante, el cual hacía énfasis en las percepciones individuales y a través de formas reconocibles, aunque algo abstractas. Sus principales precursores son André Derain y Henri Matisse. El fauvismo se mantiene como un movimiento vanguardista hasta que surge la figura del pintor ruso Wassily Kandinsky; considerado el padre de la abstracción (1904-1914, primera etapa).
El arte contemporáneo, por su parte, y en el sentido más básico del término, se refiere a los trabajos artísticos (pintura, escultura, fotografía, performance e instalación) producidos en la actualidad. No hay que confundir arte moderno con arte contemporáneo. El primero es una manifestación innovadora en respuesta a los movimientos tradicionales; el segundo, por lo general, presenta una estética simple y en muchos de los casos invita a los espectadores a responder a lo que ven, no a lo que creen que una obra de arte representa. Es el arte de nuestro tiempo, y uno de sus objetivos es simplemente transmitir un mensaje o una idea con contenido social. Aunque su definición parece simple, los detalles alrededor de ella son bastante complejos, tanto así que aún sigue siendo tema de debate. A pesar de ello, los historiadores del arte proponen que, situar el origen de este movimiento en la segunda mitad de los años 60 (el final del arte moderno o modernismo), es una aproximación adecuada. Y dentro del contexto de la historia del arte; este comienza cuando termina la historia de las vanguardias abstractas (1960) con el pop art.
La aventura abstracta: de la filosofía a la estética
Antes de buscar una definición que se acerque al complejo mundo de la abstracción pictórica, es necesario establecer una verdad importante: el arte abstracto es un producto eminentemente intelectual. Por lo tanto, adquiere mayor relevancia que la pintura academicista o figurativa que, en general, suele ser una copia o interpretación de la realidad, pese a su énfasis en los conceptos técnicos.
La pintura abstracta trata el tema de la forma, los espacios, los planos geométricos y las sensaciones. Kandinsky decía que «todo arte es abstracción; sensibilidad e inteligencia de la forma: informal o formal», y que estas —las formas— nacen de un «impulso interior». Guillaume Apollinaire, por su parte, luego de enfrentarse a los cuadros de Robert Delaunay —precursor del orfismo— lo definió como «el arte puro, el arte de pintar conjuntos nuevos con elementos no tomados de la realidad visual, sino enteramente creados por el artista y dotados de una poderosa realidad». Y el pintor islámico Daré propone que el artista es un hombre que revela el misterio de la forma. «Es un símbolo que puede sostener las más profundas emociones e intuiciones y en las cuales el espectador puede encontrar sus propias emociones e intuiciones, definidas e iluminadas» —afirmó.
Con esto, podemos resumir y deducir que la pintura abstracta es una mezcla entre emoción, espiritualidad e intelectualidad. Se establece entonces una especie de conexión psíquica a través de los sentidos, utilizándolos para la observación y la contemplación, que son parte de las experiencias que solo nos ofrece la estética del arte.
Un pintor me dijo una vez que «el arte, especialmente la literatura y la pintura, son las respuestas violentas que el artista —en su papel de intelectual— dispara contra los esquemas, las doctrinas, los opresores o las falsas posturas». Y esto porque el arte es un todo muy complejo que, por tratarse de la expresión del intelecto y del espíritu, está cargado de un alto contenido humanista, filosófico y psicológico; una «expresión» que también se logra a través de la experimentación técnica que los medios contemporáneos ofrecen. Estas sutiles pero violentas respuestas se han convertido, en distintos periodos de la historia, en parteaguas o agentes de cambio.
El expresionismo alemán no surgió de un proceso de degeneración de las bellas artes. El expresionismo surgió como una respuesta a los horrores de la guerra y a lo bizarro de la sociedad. No obstante, el movimiento expresionista, en su planteamiento estético, es decir, en su proceso de deconstrucción de la figura para llegar a la expresión básica, alcanzó significativos avances en el campo de la abstracción con la creación de escenarios simplificados, definidos tanto por el color como por la forma.
Llamémosle ahora pintura conceptual a la pintura abstracta; porque junto con la filosofía y la psicología coinciden a la perfección en un punto: todas buscan resultados en el mundo de las ideas. En las «formas sustanciales», como las denominaba Platón, quien a su vez planteaba que la ciencia consiste «en lo universal», y, por lo tanto, «aspira a la abstracción».
Toda la teoría filosófica de Platón propone el escenario de dos mundos paralelos: el «de la cosa sensible» y «el de lo intangible». Y es por medio de la dialéctica que podemos clasificar y ordenar el tratamiento de dichos asuntos.
Luego de una larga y respetada tradición filosófica, con muchas escuelas de pensamiento surgidas, como la abstracción formalista o la logicista, aparece en Alemania la interpretación del filósofo, escritor y catedrático Christian Wolff, quien propone que la Metafísica será «la ciencia de lo posible», es decir, «de lo que puede existir».
Estos planteamientos filosóficos parecen describir una de las tantas definiciones que podría tener la pintura conceptual, en el sentido de la experimentación y búsqueda de la forma —universal, arquetípica, simbólica—, y expresada a través de la manipulación del color; el cual nos permite percibir aquello que no es perceptible a simple química. Los colores, como las notas musicales —que son abstractas—, son vibraciones que influyen en nuestras mentes y en nuestros cuerpos.
Así, podemos también definir al arte abstracto como el resultado de un largo proceso de simplificación de las ideas, donde las más indefinidas o abstractas son consideradas superiores, quizás por su cercanía a la esencia que forma el pensamiento universal. Pero dejemos el mundo de las ideas y la filosofía y pasemos al campo de la abstracción en el arte y al uso del símbolo.
La pintura conceptual y el hombre de las cavernas
Desde que los primeros homínidos evolucionaron hasta desarrollar el pensamiento abstracto, esto es, la capacidad de crear estructuras mentales mediante la asociación y la asimilación; establecieron, paralelamente, las primeras ideas y símbolos que a futuro expresarían los principios del lenguaje.
La preocupación por entender y descifrar el entorno, que estaba controlado por fuerzas poderosas y misteriosas superiores al hombre —conocido como naturaleza—, los llevó a documentar, a través de la expresión plástica, todo lo que ocurría a su alrededor, incluso aquello que estaba supeditado a esa fuerza invisible (contexto que en el estudio de la antropología pasaría a ser uno de los principios del rito).
Fue mediante el recurso del símbolo, como resultado de un proceso de simplificación y abstracción, que se descifraron, representaron y narraron los acontecimientos. No obstante, en un principio los acontecimientos estaban muy ligados a la magia y al esoterismo, por lo que el surgimiento de la astronomía terminó de complementar su carácter sagrado. Gracias al símbolo, escenas complejas de la vida diaria fueron representadas con elementos simples, que en la época moderna llegaríamos a denominar grafismo, tachismo, expresionismo, etc. Y una vez simbolizada la vida en las paredes de las cavernas —que fueron los primeros lienzos—, ocurre el primer acto de creación netamente humana.
La escritura y el dibujo evolucionaron con el tiempo y se convirtieron en arte. Así, surge la palabra pintada de los mayas y los aztecas, la escritura cuneiforme de los sumerios, los jeroglíficos de los egipcios, el grafismo de los chinos, la caligrafía árabe hasta llegar a los maestros de la Edad media, por citar los más importantes.
Pinturas abstractas y dibujos expresionistas, pinturas minimalistas y dibujos de corte informalista, etc., son considerados como las primeras obras artísticas. Aunque la historia del arte sitúa como inicio del movimiento pictórico universal al arte parietal. La abstracción como corriente artística no es situada sino hasta principios de 1880 con el surgimiento del simbolismo (de 1880 a 1890); una corriente pictórica surgida en Francia, que establece que los objetos de la realidad son símbolos de una realidad más profunda, por lo que insiste en que el arte debe poner al ser humano en contacto con esa realidad interior.
El simbolismo se caracteriza por una inspiración frecuente en lo religioso. Fernand Khnopff, Jan Toorop, Odilon Redon y Maurice Denis son algunos de sus principales exponentes y los primeros que comienzan a transformar las formas. Toorop, por ejemplo, destaca por las líneas curvas, de carácter vegetal, que a menudo pierden su función descriptiva y forman dibujos abstractos que se llegan a relacionar con el art nouveau. Entre 1907 y 1908, surge el cubismo con Pablo Picasso y Georges Braque; le sigue el futurismo, que se desarrolla entre 1909 y 1916, destacando artistas como Larionov, Max Weber y Joseph Stella.
Aquí se da un proceso de transformación que se conoce como la Primera Ola del Arte Abstracto (1908-1914), con pinturas de Francis Picabia, František Kupka y Fernand Léger. En 1913 se da el paso a la no figuración de Kandinsky. Surgen corrientes como el rayonismo (según el Manifiesto Rayonista de Mikhail Larionov [1913] es una síntesis de cubismo, futurismo y orfismo, que utiliza tanto formas abstractas como espaciales que resultan del cruce de los rayos refractados por los diferentes objetos). Paralelamente aparece el orfismo (1913-1919) con Delaunay; el sincronismo (rama del orfismo fundada por los pintores americanos Stanton Macdonald-Wright y Morgan Russell); y, nuevamente, otro proceso de quiebre o reajuste: el comienzo de la abstracción geométrica (1914-1919). Le sigue el suprematismo (1913-1923), con Kasimir Malevitch, un movimiento que comulgaba con el constructivismo y el suprematismo ruso con respecto al uso del lenguaje formal y de las ideas sociales; y el constructivismo (1913-1926), que resaltaba la estructuración del espacio. Estos artistas consideraban su trabajo igual que la actividad de los ingenieros: como un construir de objetos utilitarios, con su propia «finalidad». Principales exponentes: Vladimir Tatlin y Aleksandr Rodtschenko; el movimiento dadá (1916); y una tercera experimentación: la evolución de la abstracción programática, entre 1918 y 1922.
Posteriormente surgirían el elementarismo (1918-1925), el unismo (1924-1928); el arte concreto (1930), con artistas de la talla de Mark Tobey, Piet Mondrian y Victor Vasarely, hasta llegar al expresionismo abstracto (1945-1955) y el action painting de los norteamericanos con nombres como Jackson Pollock, Adolph Glottlieb, Willem de Kooning, Franz Kline, Cy Twombly, Lee Krasner, Jasper Jhons, etc., que recurrieron a un tipo de grafismo inspirado en símbolos.
Con este paréntesis sobre la historia de la pintura abstracta, solo quiero establecer el largo recorrido del símbolo como parte de un proceso de evolución de pensamiento. Y aunque el fenómeno encierra a la especie humana en su totalidad, pretendo hacer un paréntesis especial en el caso de la cultura latinoamericana donde el símbolo jamás pierde su carácter espiritual, por lo tanto, las obras pintadas, escritas o talladas tampoco. Ejemplo de ello son los códices mayas y aztecas y las narraciones sagradas del Popol-Vuh.
La abstracción en la pintura salvadoreña
En el proceso natural del desarrollo de la cultura —como ya lo vimos—, las primeras expresiones artísticas ocurren en el período arcaico con el arte parietal, que a su vez se convierte en la evidencia testimonial de cómo los primeros artistas utilizaron soluciones abstractas siguiendo el orden de la filosofía.
En el caso de la historia del arte salvadoreño, las ideas más complejas y más indefinidas —es decir, simbólicas— las encontramos en los petrograbados del lago de Güija, el sitio astronómico más antiguo registrado en Mesoamérica; la gruta de Corinto —con su sólida existencia de 7.000 años pese a su inevitable destrucción—; los petrograbados de Tazumal, Quelepa y Cara Sucia, así como una lista inclasificable de evidencia distribuida a lo largo de las zonas montañosas y, en muchos casos, con un acceso muy difícil —un contexto que está relacionado con el inframundo—. Estos tallados en piedra, la mayoría formados por símbolos muy complejos, conocidos en el argot popular como piedras herradas (Ahuachapán, Montecristo, Chalchuapa, Comasagua), y son la prueba de los altos niveles de abstracción que alcanzó el hombre primitivo respecto al manejo del pensamiento en abstracto.
Así, la pintura comienza su desarrollo a partir del arte rupestre hasta el surgimiento de las grandes culturas que se expresaron por medio de la palabra pintada y la talla en piedra. Con la conquista, colonización y evangelización españolas, las expresiones culturales de carácter ritual fueron destruidas morbosamente para dar paso a la imposición de un nuevo concepto artístico: el Renacimiento.
Sin embargo, el concepto abstracto no fue del todo extraviado durante el oscurantismo que significó la época colonial. Y esta vez le tocó al arte del telar prehispánico (principalmente en la zona de los izalcos y los nahuizalcos en el departamento de Sonsonate) retomar el liderazgo.
El manejo de lo abstracto fue presentado mediante un elaborado y complejo sistema de códigos que fueron utilizados para diferenciar a una aldea de otra. Una estructura que incursiona en el campo de la geometría, y esta, a su vez, en el de la metafísica. Pero una vez más el campo de la abstracción, en el contexto estético, se pierde con el tiempo y con los acontecimientos políticos, culturales y sociales.
No es sino hasta el siglo XX —especialmente en la década de los años 50 con el surgimiento en Europa del informalismo (otra corriente vanguardista del arte abstracto)— la cual lleva a que los artistas incursionan en, y experimentan con, el uso de la materia. Es a partir de la generación impulsada por el maestro Carlos Cañas, que comienza en el país la experimentación con lo matérico. No obstante, artistas de la talla de Mauricio Aguilar, Raúl Elas Reyes y Noé Canjura ya habían experimentado con arcillas, tierras y arena. Pero en este momento evolutivo, los jóvenes artistas experimentan la integración de otros elementos a la tela luego de la motivación iniciada por Pedro Acosta, quien realiza la primera exposición de corte abstracto en el país; hasta que un nuevo oscurantismo sucede con el conflicto civil a finales de los años 70. Aunque esto no evita que algunos artistas continúen experimentando con las vanguardias en la soledad creativa de sus estudios.
Con la posguerra, las nuevas generaciones se vuelcan a lo conceptual. El arte abstracto surge con mayor fuerza y el arte experimental ve un importante espacio en la galería El Laberinto; que destaca por impulsar estas propuestas, a las que considera arte genuino.
En la década de 1980 a 1990 aparecen importantísimas figuras que desarrollan la mayor parte de su trabajo con las vanguardias abstractas. Roberto Galicia, Mario Martí, Víctor Barriere, Roberto Huezo, Antonio García Ponce, César Menéndez, Óscar Soles, Nicolle Schwartz, Julio Reyes, Francisco Zayas, Orlando Cuadra, Héctor Hernández, Rodolfo Molina, Mauricio Linares, Hernán Reyes y un joven Fernando Pleités son los actores que destacan en esta década.
A partir del siglo XXI, las subsiguientes generaciones reivindican la pintura conceptual, sobresaliendo en ello, a partir de 2006, dos importantes proyectos: Abstráctica (formado por Hernán Reyes, Fernando Pleités y Juan Carlos Rivas) y el colectivo De la Mancha, impulsado por estudiantes de la Facultad de Artes de la Universidad de El Salvador. Además, los trabajos de José David Herrera, Rafael Flores, Moisés Zamora, Alberto Merino, Miguel Mira, Tomás Carranza, Amber Rose, Rodolfo Oviedo y otros.
Con la segunda década del siglo, surgen nuevos actores. Las jóvenes generaciones presentan a artistas comprometidos con la vanguardia, aunque nunca alejados de su historia ancestral simbólica: Leonardo Young, Rubén Silhy, Manuel Sandoval, Jairo Dimas y un prometedor Cristian López.
De esta forma, el arte conceptual salvadoreño comienza un nuevo proceso evolutivo, evocando las raíces y mezclándolas con las vanguardias definidas en la historia universal del arte plástico, en un afán de interpretar el pasado con lenguajes del futuro y viceversa. Aquella aventura que comenzó en las grutas, del paleolítico al neolítico, 40.000 años después están más vigentes que nunca.
* El autor fungió como director de Difusión Cultural. Es coordinador del proyecto «Abstráctica». Ha sido Premio Unicef de prensa escrita.
Gracias! Muy amables. A la orden. Felíz día.
Muy buen ensayo, bien documentado.
Felicitaciones.
Excelente trabajo, muy útil para el abordaje del arte abstracto en nuestro país, su historia y evolución.
Es un repaso importante que documenta la naturaleza del arte y su imparable evolución dentro de la sociedad humana universal, en nuestro caso es interesante entender los rumbos que ha tomado movido según nuestras características sociales y culturales creo que esto daría pie para profundizar la visión de nuestra naturaleza artística y cultural
Estimado Juan Carlos:
Lo felicito por su trabajo y su labor cultural, la investigación me parece muy interesante y simbólico el tema, son temas que me van muy profundo y tendría mucho que decir! Sólo una cosa me llama la atención y es que prácticamente no se menciona artistas femeninas, porque?
Le deseo muchos éxitos.
Excelente trabajo. Solo tengo una pequeña duda, cuales serían los rasgos más notables de la pintura y el arte salvadoreño?