¿De quién es la calle?

Hace tan solo unos días se informaba de la destrucción de estaciones de autobús y tren. Los asientos, los dispositivos de publicidad y otros elementos son sustraídos de estos sitios un día sí y otro también dejando a la intemperie a las personas usuarias de los mismos de estaciones de autobús y tren. Los asientos, los dispositivos de publicidad y otros elementos son sustraídos de estos sitios un día sí y otro también dejando


Memo Acuña | Sociólogo y escritor costarricense


Días antes, una marcha de diversos sectores sociales en defensa del agro costarricense había sido rebajada en su significado por el mismo presidente de la República.

El sentido de asumir el espacio público como un espacio político es, en un país como Costa Rica, al menos la expresión de que cierta respuesta aún pervive en el inconsciente colectivo, dada la poca capacidad de los partidos políticos no hegemónicos y la misma sociedad civil para convocar un movimiento articulado, ante la maquinaria ideológica y práctica del neoconservadurismo y la derecha tóxica que se pasea gustosa por los tres poderes de la Republica.

Ante este escenario, la calle como expresión.

Valga decir, sin embargo, que los movimientos de mujeres, tan diversos como heterogéneos pero claros en sus urgencias y planteamientos, han sostenido ese significado cada 8M y lo han dotado de sentido: el mensaje debe quedar patentado no solo en sus cuerpos (que utilizan como lienzo y pancarta) sino en las paredes de varios edificios emblemáticos en el centro de la ciudad capital. Eso es acción política, reivindicativa, cuestionadora.

Han sabido politizar la calle.

Mientras esto ocurre, mientras la respuesta social se rearticula para enfrentar la falacia de un discurso y un ejercicio gubernamental plagado de mala fe y desorientación, la calle sigue siendo disputada como ese espacio político y simbólico.

En ocasiones como signo inequívoco de las más feroces violencias.

Ocurrió días después de esa marcha multitudinaria a la que el discurso presidencial dedicó calificativos ofensivos.

Un nutrido grupo de motociclistas intentó traspasar una de las agujas de cobro de la carretera denominada Ruta 27, administrada por una concesionaria empresarial internacional. Una carretera privada en vía pública.

Al no tener éxito, algunos de los motociclistas se fueron con violencia contra la corporalidad de una persona cobradora. Le castigaron hasta reducirle a la impotencia, en el suelo. Y entonces lograron su cometido: pasar el peaje sin pagar el monto establecido.

Salvo algunas poquísimas excepciones, los principales medios de comunicación nacionales no ahondaron en este hecho en su principal significado: el uso de la violencia como mecanismo para transitar plácidamente por la vía.

Ni siquiera las autoridades gubernamentales hicieron referencia a este lamentable altercado, lo cual demuestra que desde su perspectiva hay violencias legitimadas y hay otros usos de las vías, políticos y cuestionadores, que no serán permitidos o autorizados ni en la práctica ni en el discurso.

Para ese grupo de motociclistas escudados en un colectivo descontrolado no hubo aquella frase «esas no son las formas».

Avisados estamos. En esta batalla sociocultural por la defensa de lo que nos queda de Estado Social, la calle seguirá constituyendo ese territorio de disputa al que deberemos acudir una y otra vez para hacerla propia y devolverle su sentido social y político.


Memo Acuña
MEMO ACUÑA (Costa Rica, 1969). Sociólogo y escritor costarricense con posgrado en Comunicación Social. En la actualidad prepara su tesis de doctorado en Ciencias Sociales, UNA, Costa Rica. Fue profesor investigador de FLACSO Sede Académica Costa Rica (2005-2011) y tuvo a su cargo la Dirección del Instituto de Estudios Sociales en Población (IDESPO) de la Universidad Nacional (2012-2017). Como escritor ha sido invitado a varios Festivales Internacionales y encuentros de literatura y poesía a nivel latinoamericano. Ha organizado eventos literarios, encuentros, lecturas y talleres, a nivel centroamericano, relacionados con la migración. Acompaña un espacio de escritura creativa denominado Taller del Sur, en la Universidad Nacional, Costa Rica. Ha publicado en total ocho poemarios y lo ha hecho en Costa Rica, Honduras, El Salvador y Guatemala, un libro de cuentos (Costa Rica) y uno de ensayos titulado Déjennos pasar. Migraciones y trashumancias en la región centroamericana (Editorial Amargord, España, 2019). Por esta última publicación obtuvo en Costa Rica el Premio Nacional de Literatura Aquileo J. Echeverría en la rama de Ensayo, 2020.

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