Pareciera que, poesía y etnografía, caminan a la par, conversando, oliéndose, tocándose, sintiéndose, coincidiéndose como dos mundos diferentes y tan iguales a la vez, como cuando Borges escribió «El etnógrafo»… o como cuando Ruth Benedict, que siendo antropóloga, escribía poesía bajo seudónimos
Nathaly Campos | Egresada de Antropología
En un día de enero, cuando los árboles florecían y esos colores caían con el único propósito de tapizar el mugroso y grisáceo asfalto de las calles de San Salvador, la conocí y fue la poesía el camino hacia ella.
El hombre está dotado de una increíble capacidad simbólica, lo que le ha permitido estructurar y codificar la realidad, por ello, le ha permitido poner un orden a algo tan bello y humano como es el caos sensible. Humberto Eco alude que el hombre vive y nombra las cosas, estipulándole significados racionales a los perceptibles por los sentidos y, en ese acto tan humano, le va otorgando sentido a la realidad, caótica, poética…
Sentir es una condición básica de toda especie. Existe ese instinto por satisfacer el hambre de estímulo, pero es el hombre la única especie que abre una ventana fuera del mundo propio; y es que todo lo humano le atañe a la poesía y no existe una poética que no sea antropológica y viceversa, como me lo dijo un buen amigo mientras cogía su fría y seca copa de gin.
Michel Leiris inquiere en esta idea: «La poesía es el corazón de la etnografía». Pareciera que, poesía y etnografía, caminan a la par, conversando, oliéndose, tocándose, sintiéndose, coincidiéndose como dos mundos diferentes y tan iguales a la vez, como cuando Borges escribió «El etnógrafo»… o como cuando Ruth Benedict, que siendo antropóloga, escribía poesía bajo seudónimos. Claro, lo poético es una función compleja e indecible, por ello requiere de la intervención de múltiples áreas del cerebro. A decir verdad, la poesía es la intermediaria entre el mundo sensible y el racional.
¿No es la poesía hija del hombre?
¿Qué sería de los hombres sin la capacidad de sentir y de expresar? ¿Qué sería sin la risa que interrumpe la circulación de la palabra porque es un impulso natural del cuerpo, donde nadie puede escapar de ella o del dolor que reorienta las prioridades e induce a una metamorfosis? Lo poético exterioriza el espíritu humano… y quién es sino la poesía que logra someter al mismo hombre a vadear el umbral de lo sensible.
En esa insaciabilidad del hombre por intentar arrebatar al mundo simbólico de cosas bellas, distintas y únicas que lo condujeron inevitablemente a la deconstrucción y construcción de su propio mundo sensible, es decir, la poesía nombrando la realidad que la circunda en la medida de describir y escribir en una manera sobrehumana la relación del hombre-naturaleza, la relación del hombre-cuerpo y la relación del hombre con el todo.
No se puede escribir poesía si los sentidos no están altamente expuestos. Solo así se lograr penetrar la condición humana del sentir, y es entonces cuando el lenguaje se convierte en belleza, siendo tu poesía el camino hacia ella…
***
Sonrisas de la geografía humana
Aquella noche nuestra
en aquel lugar habitados por los otros
éramos la única especie que sonreía
ese asombroso acto de sonreír
escrito en singular en todo el mundo
haces que se escuche en plural cuando explota en mí
cuando me miras alucinada
y yo te miro tan bella como ayer
y nada parece más humano
cuando irrumpes el silencio con tu sonrisa
esa pequeña materia prima de sociabilización
ese dulce gesto de contacto
ese beso
fundido en esta complicidad.
Nadie se escapa de ella
podría dibujarte mapas de las sonrisas de la geografía humana
que la articulan y
remarcaría la tuya
es la tuya la que quiero
entonces
te darás cuenta de que vos misma
sos un mundo
mi profesión es estudiarte
hacer que sonrías
al pensarme
cuando me veas llegar
cuando estoy ausente
que sea una voluntad buscada
un escape del pensamiento
un impulso natural del cuerpo
…que tu sonrisa sea
de placer
y yo sea la causa
o de dolor
cuando no consigas dormir
y el insomnio
que engulle las horas del reloj
y te bese los párpados
me busques
y busques mi sonrisa bajo tu cama
entre las sábanas
en los libros
en los niños que ríen solos de sus agudezas
en el rostro de los otros
en los mensajes y llamadas que no recibiste
y que el camino te lleve siempre a mí
solo así sentiré que vivo
y que en tu búsqueda
nombres las cosas con mi nombre.