EXTRAVÍO DEL PAÍS
Después de todo están aquí los huesos amarillos en una lágrima y esos arlequines en los que cualquiera se apoya: en el somnífero nunca hacen falta los mordiscos ni las cucharas del zarandeo morir ya es parte de la disolución de las asperezas y de la obviedad de los adioses a la edad de mis ojos todavía la desafían las tormentas entre el pétalo quebradizo del aliento los asedios de ceniza de los sueños y esta rotunda desnudez de hijo pródigo nunca es fácil sobrevivir al tropezón abrasado de los rincones ni a la mueca del vendedor de bisutería ni al perenne mercado de las pesadillas nunca es fácil entender ese extraño juego de carnaval y disfraces tampoco el mortecino sexo del cansancio cada quien se arrima con ahínco a esa palabra destartalada que se llama democracia a mi desamor al país le agrego los ojos que me faltan para argumentarlo la paciencia no es una cobija azul de bandera nacional sino torpeza de querer abrigar con ropa vieja la memoria que tropieza con la almohada: la paz conquistada sin estupideces
En la región de la escarcha solo perviven atavismos de terror y fuegos de infatigable desvelo por mero extravío el país nunca se escribe con ternura nunca de ciudad en ciudad la noche que pensamos es sinónimo de luto no obstante es bella esta fealdad donde zumban las moscas de la otredad es bella la muerte cuando se adueña del mundo es bello el país en pedacitos es bello bello bello…
Del libro: Estado fósil, 2017
©André Cruchaga
CUCHILLO DEL LUTO
Un cuchillo de luto habita en mi tórax un solo luto de contrarias vidas: es común caminar sobre trenzados ríos de sangre nos gastamos el aliento chocando contra puertas y paredes acuosos búhos agonizan en la memoria bajan mirando la cacofonía del filo sobre la piedra en ese cuesta abajo el pajarito de los desgarramientos o ese mar emponzoñado de la historia vivimos a cada rato la infamia y se nos da como un trofeo de suculento almíbar: en la carne y el grito el ojo ciego del estanque y los sueños de las muchachas felices que se arriman a mis ojos un delantal de vaticinios se agolpa en las sienes como el estremecido pájaro del alarido como la continua e invariable muerte de las esquinas jamás descansa en la pupila rota de la sombra siempre es agua cercenada el aletazo de viento indecible en los vacíos y en los juguetes infantiles no hay día para olvidarse del charco de ceniza y del espeso cieno que resbala de la boca: nos hieren también los bostezos y los desperdicios nos duele la rotura de los ojos y las vaginas estropeadas y los penes yertos respiramos por cierto en la cobija de sal del fuego y en ese largo columpio del hastío por suerte las estadísticas oficiales dicen otra cosa: se respira amor aunque sea en ojos ciegos la claridad nos acaricia con su pecho de sol indeleble —claro de noche o de día uno desconoce la identidad de los sueños y esa virtud de rezar el padrenuestro y ese por fin que nunca llega y que sin más enturbia las pupilas o el espejo allí en los viejos horcones del abrigo maldigo todos los inviernos de la súplica maldigo el feísmo de los relojes negros que golpean mis escalofríos todo el filo me conduce a los senderos destejidos de los párpados…
Del libro: Estado fósil, 2017
©André Cruchaga
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André Cruchaga (Nueva Concepción, Chalatenango, El Salvador, 1957). Además de poeta, ejerció la docencia desde el nivel primario hasta el universitario, durante treinta y ocho años. Sus poemas han sido traducidos parcialmente a varios idiomas. Ganador del Primer lugar en los Juegos Flores de Zacatecoluca, La Paz (1985), Chalatenango, (2001) y de Ahuachapán, (2005). Primera Mención de Honor, Juegos Florales de San Miguel, San Miguel, 1988. Primera Mención de Honor, Juegos Florales de San Vicente, San Vicente (2001); Finalista. Primer Concurso Internacional de Poesía Paseo en Verso, Editorial Pasos en la Azotea, Querétaro, México, 2004. Tiene en su haber más de 20 poemarios editados en español, catalán, inglés, francés, rumano y sueco, y 5 plaquettes; cinco de sus libros han sido publicados en México, Cuba, Chile y Suecia.
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