DUELO CEREMONIAL POR LA VIOLENCIA
III
Húndete en la ceniza, perra de hielo,
que te trague la noche, que te corrompa
la oscuridad; nosotros, hombres de lágrimas,
maldecimos tu paso por nuestras horas.
Más que las sombras francas, como las minas
de un campo abandonado, furia alevosa;
la luz no te conoce, por eso estamos
doblemente ofendidos de lo que escombras.
Por la sangre en el viento, no entre las venas,
donde nazcas, violencia, maldita seas.
Caminamos desnudos hacia el destino,
nos juntamos en valles de ardiente idioma
y si la estrella olvida su edad sin mancha,
si el fuego se abalanza con sed inhóspita,
si el rencor enarbola ciegas repúblicas,
cómo hablarán los días de justas formas.
¡Ah silencio infranqueable de los violentos,
nunca seremos altos si nos dominas,
nunca seremos dignos del aire inmune,
nunca seremos ojos llenos de vida,
sino que en lava inmunda vegetaremos,
entre un sol de gusanos que se descuelgan,
mientras la sangre brota de mil espejos,
oscureciendo el agua con sangre muerta.
Por la sangre en el agua, no entre las venas,
donde nazcas, violencia, maldita seas.
No, no intentes doblarnos sobre otro polvo,
no sacudas las hojas de nuestras puertas,
te lanzamos, hirviente, todo lo vivo,
todo lo humano y puro que nos preserva.
No, no confundiéramos savia y vinagre;
los ojos se te pudran, te ahogue el humo,
las ciudades se cierren igual que flores
inviolables al solo recuerdo tuyo.
Roja peste, violencia, nada ni nadie
será habitante claro donde tú reines;
desdichada agonía del hombre falso,
húndete en la ceniza, sorda serpiente.
Las espaldas, los pechos te den la espalda;
cierren tu paso frentes, ojos, ideas.
es tiempo de sonidos que instalen música.
No, no asomes tu río de manos negras.
Por la sangre en el polvo, no entre las venas,
donde nazcas, violencia, maldita seas.
Ah si el violento asume la ley del aire,
si aprieta en hierro impuro vidas y haciendas,
si desala sus pozos de hambre sin dueño,
si desenfunda el cáncer de su inconsciencia.
Por el mundo, qué huida de espesos pájaros,
qué castillo de savias que se derrumban;
en el río revuelto, redes sin nombre,
y en la tierra apagada fieras que triunfan.
¡Pero no! Estamos hechos de sangre viva,
y de huesos más hondos que el desatino;
no hay vigilias que rompan alma de humanos,
ni cinceles, ni látigos, ni colmillos.
Húndete en la ceniza, perra de hielo,
que te trague la noche que te procrea;
por la sangre en el viento, no en su recinto,
dondequiera que nazcas, ah dondequiera,
sin descanso de estirpes, años y mares,
sin descanso, violencia, maldita seas.
DEVOCIONARIO
I
La paz no necesita de los héroes.
el heroísmo de la paz es otro.
Es un sereno paso sin angustia
por aquel campo en que acechaban minas.
Y es sobre todo ese convivio afable
de la diversidad de los anónimos.
II
La paz cierra la cripta de los mártires
y los deja dormir, para que olviden
que la tierra es el sitio pavoroso
donde todos los miedos son posibles
Bien se merecen su corona de oro,
bajo la condición de que se duerman.
III
La paz no la hace nadie. Se hace sola.
Lo importante es sembrar una semilla.
La gente piensa que la guerra es fuerte:
!Qué va! La guerra es sólo un aneurisma.
Alguien la pincha, y se desangra toda.
La paz en cambio es la verdad de un árbol.
IV
No me pregunten por qué soy pacífico.
Es algo natural, quizás congénito.
Esto es lo que tal vez muchos no entienden
que no todo poeta es un revólver.
Por mí, que los revólveres se esfumen.
Eso sí: No me toquen a la rosa.
***
David Escobar Galindo (Santa Ana, 1943). Fundamentalmente poeta y narrador, aunque ha incursionado en otros géneros literarios. Es doctor en Jurisprudencia y Ciencias Sociales, graduado del Colegio García Flamenco y de la Universidad de El Salvador, y fue rector de la Universidad Dr. José Matías Delgado. Es uno de los más fecundos poetas de El Salvador, pero de entre toda su obra poética sobresalen: Extraño mundo del amanecer (1970); Duelo ceremonial por la violencia (1971); Vigilia memorable (1972); Cornamusa (1975); y Coronación furtiva (1975). Por diferentes motivos, es uno de los poetas más infravalorados de El Salvador, pero su voz es importante en la poesía salvadoreña contemporánea. Participó en la comisión gubernamental que representó al Estado salvadoreño en las negociaciones por la paz, circunstancia que lo marcó como poeta, convirtiéndolo en uno de los poetas más comprometidos con la paz.
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