DECRETO DE ESTE TIEMPO
Con mugres cambiantes en los rostros,
los habitantes perseguidos por el decreto de los plomos,
se entregaron sin medida a la ebriedad con antifaz
de la ciudad de los falsarios.
Nada ha quedado de los retratos enterrados.
No hay cruces, no hay flores de la pasada tormenta de las tejas.
Ahora una oquedad se imprime con tinta de ceniza en el salón de los togados.
Ahora la amnesia se conjura,
como el reventado párpado de una aurora traicionada.
FOTO
Pero llévame a diario en tu recuerdo
me extinguiré si para ti yo he muerto
Galy Galiano
La niñez es una foto desteñida
que esconde frío un viento en cada una de sus sombras.
El volcán tenía una cresta de oro y fuego,
solemne sobre los edificios de la Zacamil,
a la hora de Mazinger Z
o cuando la atmósfera era la marcha turca de Beethoven,
invasiva en la intro del «Chavo del ocho»,
que a las cinco de la tarde, entraba y salía por todas las ventanas.
Un oso de plástico pasaba bajo el abrazo de una niña,
inmensos dientes blancos pasaban fugaces en el grito de Juancho sobre una bicicleta verde.
La sonrisa achinada de Edwin, triunfante después de jalar los risos de Giovanni
que corría llorando en busca de los brazos de doña Tonita.
Recuerdo el canasto que cercaba la acera afirmando la llegada de los panes,
y una multitud cercando el canasto de los panes, que cercaba la acera común de los vecinos, enchiladas y pasteles, radiantes en los fragantes humos de la sartén de doña Luisa.
Pero acá más cerca en la ronda de cervezas,
enrojecidos los borrachos proyectaban ganador al «Once Lobos» después del partido del domingo,
con el Frío de la ausencia de Galy Galiano sonando al fondo,
en el viejo bafle que don Manuel tenía
en la tienda al lado de mi casa.
Una foto es a veces una retención de vientos.
La erección de los polvos cuando el helicóptero despegaba del cuartel,
que urgentes salíamos a ver
—como cuando llegaban los circos—,
con Pablo
con Ricardo
y con todos los demás que no recuerdo.
Entonces las formas de la guerra respiraban nuestro aire,
que era el mismo aire en las faldas adolescentes de mis primas en patines,
que equilibraban el pasillo del edificio cincuenta y uno con todas sus amigas,
bajo el griterío de las seis de la tarde.
Era cuando yo salía en triciclo con Lupita,
quien siempre ganaba la carrera por el tamaño mayor de su rueda delantera.
Era la hora que llegaba el loco con disco de neblina en uno de sus ojos,
y vociferaba puteadas a la policía nacional, con aquellas muecas de máscara roja.
Y también vociferaba el que arreglaba los chorros y lavamanos,
y vociferaba la señora de la pupusa de arroz,
y vociferaba el borracho de la cuarta planta y su mujer,
y vociferaba mi tío entre risas diciendo que mi hermano no era Hulk.
Y mi hermano vociferaba afirmando que era Hulk,
—y también el hombre araña—,
entonces al igual que el hombre araña,
una tarde de escándalo,
balanceó sus tres años en lo alto,
pero no con la tela de la araña.
Y vociferaba auxilios en lo alto de la cuarta planta, sin la tela de la araña.
Entonces el llanto de auxilio nunca quedó registrado adentro de las fotos. Un peso de vientos estremece edificios arrastrando ecos sobre una extensión que avanza, desde las imágenes únicas, fijas, en el sepia del recuerdo. Desmelenados mares de música, risas y fiestas familiares se desatan; con vecinos ahora enmohecidos en túneles de tiempo, entretelados de arañas; con primos verdes en el aroma de la grama, bajo la lluvia de los dulces que caen desde penduladas piñatas, colgadas en nieblas de apartamentos en fuga, de multifamiliares edificios y canchas que desgreñan su polvo, cuando el sol cae precipitándose pulcro bajo el movimiento de la atmósfera, que la foto fija, cuando enclaustra el aire, bajo el sepia de la tarde.
***
Erick Chávez Salguero (San Salvador, 1976). Poeta y gestor cultural. Perteneció al extinto Taller Literario El Cuervo (1998-2000), Taller Literario La Fragua (2000-2001) y Taller Literario La Casa del Escritor (2005). Licenciado en Filosofía UCA (El Salvador, 2010) y Doctorado en Filosofía en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (Chile, 2020). Ha sido publicado en la Antología poética de la Universidad de El Salvador (UES, 2000); Antología del Foro de Poetas y Escritores de El Salvador (FOPES, 2008); antología Lunáticos (Índole Editores, 2012); antología poética Memorias de La Casa del Escritor (Índole Editores, 2012), revista La Guadarraya (diciembre, 2015) de Los Ángeles, California; Revista Puerto Poético (julio, 2018) de Valparaíso, Chile. Ha publicado En el mal tiempo de la amnesia (Editorial Ixchel, Tegucigalpa, 2015). Actualmente reside en Valparaíso, Chile, donde se ha destacado como gestor cultural y educativo, entre Chile y El Salvador.
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