Presentamos las palabras que a manera de prólogo o nota introductoria escribe Otoniel Guevara en el libro La paz no se logra sólo con el deseo, compilado por el mismo Guevara y que recoge poetas de diferentes países bajo un mismo común denominador: la defensa de la vida, de la paz y de la democracia.
De la paz en la dicha suprema,
siempre noble soñó El Salvador;
fue obtenerla su eterno problema,
conservarla es su gloria mayor.
Juan José Cañas
I
El libro está aquí.
Este proyecto nació hace varios años, cuando en el ambiente salvadoreño maduraba una nueva religión, alentada por el fortalecimiento de un periodismo que pasó del sensacionalismo a la descarada noticia falsa en apoyo a proyectos políticos vacíos de contenido, pero ricos en imágenes y concesiones superficiales, sobre todo a la juventud.
Este populismo, envasado para preservar y fortalecer la ignorancia y el ahistoricismo, maquilaba aceleradamente una capa de corrosivo moho: el fanatismo.
La idea de abordar, desde la poesía, una confrontación civilizada que tendiera a la ciudadanía herramientas para la defensa de sus derechos y de la relativa institucionalidad que han costado sangre y sacrificios sin fin a los pueblos, se colocó en el horizonte. Diversas razones, pero fundamentalmente la pandemia y la historieta de amor que muchos salvadoreños establecieron con quien hoy gobierna en El Salvador, dejaron claro que todavía no era el tiempo para este libro que, sin embargo, ya crecía entre amigos y cómplices.
La violenta irrupción de la Policía Nacional Civil y la Fuerza Armada de El Salvador, encabezadas por el presidente de la república, a las instalaciones de la Asamblea Legislativa, en un intento de golpe de estado al aparato legislativo el 9 de febrero de 2020, fue la campanada que despertó a muchos de que a El Salvador no le esperaban buenos tiempos.
Y así ha sido. El desmantelamiento del Estado de Derecho y la confirmación del sentido autocrático y dictatorial de este régimen se coronaron con la instalación de la nueva asamblea legislativa, el 1 de mayo de 2021, cuyo primer movimiento político fue guillotinar al órgano judicial, para satisfacción del ejecutivo. A partir de ese momento la violación a la ley, los debidos procesos y, sobre todo, el manoseo impune a la constitución, es pan de cada día. Basta con que surja un capricho en el despacho de casa presidencial para que las instancias, pertinentes o no, las ejecuten.
En medio de este ambiente decadente y hostil se perfila este libro, que toma su título de un verso de Amílcar Colocho, poeta salvadoreño muerto en una emboscada en octubre de 1990, casi al final de la guerra.
En octubre de 2021 se envió una carta a unos 200 poetas de habla hispana del continente, invitándoles a ser parte del proyecto con poemas y testimonios. En el centro de la convocatoria destacaba esta definición:
Se trata de un libro conformado por una compilación de poemas en defensa de los derechos humanos, la convivencia pacífica y el respeto a la vida del planeta, así como de crítica a regímenes que alienten y promuevan el fanatismo, el odio, la mentira, el totalitarismo y el irrespeto a la vida en todas sus manifestaciones.
Las respuestas se dieron a lo largo de dos meses de interrelación con más de 100 poetas. Al final, tejimos este lienzo con 110 voces de 18 países. Y, aunque este es un libro de poemas, también es de poetas, porque su participación es una toma de posición ante el autoritarismo y la injusticia institucionalizados. A todos los que participaron les dejo mi gratitud por estas páginas henchidas de dignidad, rabia y ternura.
II
Las demandas más urgentes de nuestro tiempo deben iniciar por la defensa de la vida en el planeta, la instalación de un sistema de justicia verdaderamente efectivo y con premisas que coloquen siempre la vida por delante, una reorganización del estado que permita viabilizar un principio tan útil como urgente: cada quién según sus posibilidades y a cada quién según sus necesidades, humanizando desde la realidad todo el marco conceptual de lo que debemos entender como posibilidades y necesidades humanas.
Este libro contiene un enorme abanico de abordajes alrededor de la lucha por la convivencia armónica, desde el más rabioso señalamiento contra la guerra, la violencia, el terrorismo de estado, pasando por el testimonio de las pérdidas irremediables, el drama de las confrontaciones sociales, la ternura de personajes entrañablemente queridos, la caricia al árbol, al pez, a la piedra y a la brisa, hasta el unísono clamor por un mundo con niños felices, sin hambre y con panoramas de auténtica humanidad. Por momentos el sarcasmo y la ironía arrancarán una sonrisa, a veces quedaremos sencillamente desolados, por momentos nos identificaremos con alguien o recordaremos algo que preferíamos mantener oculto. Este libro pretende no dejarnos indemnes. Más de un centenar de poetas, cada uno con su voz propia, se manifiestan en este habitáculo donde la luz yace mortificada: urgen de la conciencia lúcida de cada lector para acabar con semejante suplicio. Incluye un apartado especial de testimonios de algunos autores, quienes a través de sus experiencias contra regímenes inhumanos muestran esas terribles fotografías de lo que han sido capaces de destruir los tiranos a lo largo de la historia.
Este libro seguramente será leído por muchos poetas, pero es esencialmente para ciudadanos interesados en el bien común y la convivencia pacífica, con un acento más fuerte hacia los jóvenes, que a veces se atreven a pensar que entregar todo el poder a unos pocos no conlleva ningún peligro.
Se abre la invitación a reflexionar sobre cómo el asistencialismo mata la creatividad y el ingenio de supervivencia de los pueblos; cómo los liderazgos auténticos y necesarios para los trabajadores se generan en la lucha y no en procesos electorales; cómo aprender de la experiencia de los demás para no ser engañados fácilmente por sus cuentas de colores, entre tantas otras situaciones con que bregamos a diario. Pero, ante todo, este libro es para impulsar la paz, esa suprema dicha que se nos ha negado por siglos; este libro es por la vida, por la justicia y, nuevamente, por el indiscriminado reparto de la belleza entre los seres humanos.
Gracias, de nuevo, a todos los que lo han hecho leíble.
Quezaltepeque, 21 de marzo de 2022.