«Killers of the Flower Moon»: Scorsese en su mejor versión

Crítica de Killers of the Floor Moon

Especial para El Escarabajo | Héctor Silva Ávalos, reconocido periodista salvadoreño, nos comparte la crítica de Killers of the Flower Moon, del director Martin Scorsese. Esta es la primera entrega de críticas de Silva Ávalos sobre las producciones cinematográficas nominadas a ‘mejor película’ de los Premios Óscar 2024


Héctor Silva Ávalos | Periodista e investigador salvadoreño


Lily Gladstone, la actriz que interpreta a Molly Burkhardt en esta nueva entrega del director Martin Scorsese, es una presencia arrolladora frente a la cámara. Y lo es más cuando guarda silencio. Eso habla del calibre de su actuación. Ella se muestra en delicados cara a cara con Robert De Niro e imponerse al legendario actor con un gesto tan sutil como el roce de una mano. Ella explica al personaje de Leonardo DiCaprio, el otro protagonista, cómo un amor inmenso se convierte en desprecio infinito. Lo hace como pocas. Ella es lo mejor de The Killers of the Flower Moon.

Esta película de Scorsese, que llega tras The Irishman, es el genio en su mejor versión. Si él es uno de los directores más relevantes de su generación ―esa que incluye a los últimos en inventarse universos cinematográficos que no han sido superados, como Ford Coppola y su ‘Padrino’ o Lucas y su ‘guerra galáctica’―, esta es una de sus mejores películas.

Aquí, además de usar el pincel que le ha servido para contarnos la épica del Estados Unidos más violento, el que se hizo a fuerza de ráfagas de plomo, ambición desmedida y machetes, el de Goodfellas y Gangs of New YorkScorsese vuelve a otras herramientas narrativas que también domina con maestría: aquí, como en Raging Bull o en Taxi Driver, el director se presenta de nuevo como un gran escultor de personajes, desde los más arquetípicos hasta los más complejos, y también como un maestro de la fotografía y el esteticismo: las imágenes de Killers of the Flower Moon (KOTFM), desde su paleta de colores hasta su densidad, son de una belleza clásica, como lo eran las del Nueva York decimonónico en Age of Innocence.

Y aquí el cineasta nos brinda al que es probablemente su mejor personaje femenino. Desde la May Welland de Wynona Ryder en Age of Innocence, la fuerza dramática en los filmes de Scorsese había recaído, casi siempre, en los personajes masculinos. Hasta que llagaron Lily Gladstone y Molly Burkhardt.

Lily Gladstone, ganadora del Globo de Oro y nominada al Óscar por su interpretación de Molly Burkhardt en Killers of the Flower Moon de Martin Scorsese. Foto: sitio web de promoción de la película.

El guion de KOTFM es una adaptación de la novela homónima del estadounidense David Grann. Es la historia de un genocidio ocurrido en los años 20 del siglo pasado en el norte del estado de Oklahoma, donde indígenas de la etnia Osage son asesinados por hombres blancos que quieren despojarlos de sus tierras y sus bienes. Es una historia de depredación colonial, como tantas que han ocurrido en los Estados Unidos de América. 

Muchos miembros de la tribu Osage, a diferencia de otros indígenas norteamericanos, se hicieron millonarios luego de descubrir petróleo en sus tierras. Atraídos por el oro negro, miles de hombres blancos de toda calaña, burócratas, estafadores, asesinos, llegaron a la región a depredar. Algunos de ellos, como los personajes que interpretan Leonardo DeCaprio y Robert De Niro, lo hicieron entrando sin invitación a las comunidades de los Osage: se convirtieron en sus proveedores, en sus empleados, en sus «civilizadores», y se casaron con sus mujeres.

Esa historia, la del genocidio, aparece, en principio, como la trama principal de la película de Scorsese, pero es, en realidad, un lienzo magnífico para contar otra historia, más profunda y devastadora, más cercana al ADN estadounidense, el relacionado con el asunto racial, con el desprecio del hombre blanco por los otros, a los que siempre consideró extranjeros aunque, en el caso de los Osage, estuvieron en estas tierras mucho antes que los descendientes de los europeos. El centro de gravedad de esta historia, que es la más importante de la película, es Molly Burkhardt, el personaje al que da vida la actriz Lily Gladstone.

Todo, la acción que mueve al relato, el desarrollo emocional de los otros personajes, incluso el hilo de suspense que se teje alrededor de los asesinatos de los indígenas, ocurre en torno a Molly. Scorsese, un director que tantas veces nos ha mostrado su maestría para hacer que los engranajes de sus historias y de la Historia ―con― mayúscula que estas cuentan ―el del colonialismo estadounidense aquí―, lo sabe muy bien y actúa en consonancia: con el esmero y la paciencia de un escultor renacentista, el director esculpe a Molly frente a la cámara y la actriz le responde con pasión y con muchísima elegancia.

Hay dos escenas bellísimas que hablan de la evolución de Molly-Gladstone y de su capacidad para echarse a la espalda todo el peso que implica ser el centro en una epopeya de Martin Scorsese en la que comparte set con De Niro y DiCaprio. Una ―alerta de spoiler― ocurre al principio de la película; es una escena que sirve de punto final a una secuencia larga, la de la seducción del hombre blanco, encarnado por Leonardo DiCaprio: él, un veterano de guerra, pobre diablo sin demasiado futuro, se esfuerza por ser del agrado de ella, heredera de buen dinero; él, torpe y simplón, ella, sabedora de lo que hay, resignada, tomando las riendas de aquello. Y ella, Gladstone, la actriz, lo hace todo, casi siempre, con la fuerza del gesto, con la entrega exacta de las emociones en los diálogos ―exacta: creíble, natural― y con silencios que hablan inmensidades. La otra escena es al final: Molly, hastiada de la colonización que la rodea ―la de los hombres blancos, pero también la de los hombres propios, los de su tribu― observa con desprecio comedido pero intenso, se levanta de su silla y se larga. Todo en silencio.

Martin Scorsese es, además, un gramático de la cinematografía, un erudito. Lo suyo, en KOTFM, es como las mejores novelas de Gabriel García Márquez, el genio del parrafeo. A las escenas íntimas en que la cámara ve ojos, rostros, bocas, gestos, y a las que el director ilumina con tonos más oscuros, las rodean secuencias amplias, de colores más cálidos, casi de Western, que le sirven para trasladar las emociones al colectivo y abordar la épica, la de la violencia y la sangre que son, como pocas otras cosas, cimientos de este Estados Unidos.

La filmografía de Scorsese, larga y diversa, encuentra en esta película, alejada de sus afanes narrativos más comunes, que tienen en Nueva York y sus calles su inspiración más querida, los rasgos más finos de este cineasta maravilloso.



HÉCTOR SILVA ÁVALOS. Periodista e investigador salvadoreño. Fue editor en español e investigador senior de la Fundación InSight Crime. Estudió periodismo en la Universidad Centroamericana de San Salvador y en la Universidad de Barcelona. Trabajó como reportero y editor en La Prensa Gráfica de El Salvador durante 15 años. Fue diplomático en Washington y fellow en el Centro de Estudios Latinoamericanos de American University. En 2014 escribió Infiltrados: Crónica de la corrupción en la PNC de El Salvador (1993-2013) y fundó Revista Factum. Ha colaborado con varios medios centroamericanos, con El País de España y The New York Times, entre otros.

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