Clamor por la poesía: carta a las mujeres y hombres libres de El Salvador 

Opinión Carlos Bucio Borja
Imagen tomada de Voces.

El poeta Carlos Bucio Borja nos comparte unas reflexiones sobre el día nacional de la poesía y la realidad nacional actual


Saludemos la patria orgullosos
De hijos suyos podernos llamar;
Y juremos la vida animosos,
Sin descanso a su bien consagrar.

De la paz en la dicha suprema,
Siempre noble soñó El Salvador;
Fue obtenerla su eterno problema,
Conservarla es su gloria mayor.

Y con fe inquebrantable el camino
Del progreso se afana en seguir
Por llenar su grandioso destino,
Conquistarse un feliz porvenir.

Le protege una férrea barrera
Contra el choque de ruin deslealtad,
Desde el día que en su alta bandera
Con su sangre escribió: ¡LIBERTAD!

Libertad es su dogma, es su guía
Que mil veces logró defender;
Y otras tantas, de audaz tiranía
Rechazar el odioso poder.

Dolorosa y sangrienta es su historia,
Pero excelsa y brillante a la vez;
Manantial de legítima gloria,
Gran lección de espartana altivez.

No desmaya en su innata bravura,
En cada hombre hay un héroe inmortal
Que sabrá mantenerse a la altura
De su antiguo valor proverbial.

Todos son abnegados, y fieles
Al prestigio del bélico ardor
Con que siempre segaron laureles
De la patria salvando el honor.

Respetar los derechos extraños
Y apoyarse en la recta razón
Es para ella, sin torpes amaños
Su invariable, más firme ambición.

Y en seguir esta línea se aferra
Dedicando su esfuerzo tenaz,
En hacer cruda guerra a la guerra:
Su ventura se encuentra en la paz.

                             ***

El reconocimiento sana la herida que es en sí misma

(Georg W. Hegel)

Hoy se conmemora el Día Nacional de la Poesía, y la poesía en su sentido más profundo es la palabra y es la libertad. El 21 de enero de 1932, Salarrué dirigía una misiva a los patriotas en alusión a la violencia insurreccional y totalitaria que estaba a punto de desatarse como resultado de del golpe de Estado del general de brigada Hernández Martínez contra el gobierno legítimo y democrático de Arturo Araujo semanas antes. Noventa y dos años más tarde, a partir de una nueva violación del orden constitucional, El Salvador recorre una vez más la senda de las dictaduras. Rememorar la pasión de uno de los más grandes escritores de El Salvador y América no tiene por objetivo el polemizar con el contenido de ella, sino destacar el paralelismo y la urgencia de los tiempos.

El 4 de febrero pasado, los acontecimientos históricos que aún determinan el momento político actual, me condujeron e impulsaron a expresar y ejercer la mayor cualidad del ser humano: el clamor por la libertad —la poesía misma—, y a invocar en la poesía el artículo 87 de nuestra Constitución. En ese contexto, al leer siete artículos de la Constitución Política en El Salvador, fui ilegal e injustamente detenido en las instalaciones de la escuela “Concha viuda de Escalón”. Horas más tarde, ingresaba descalzo, semidesnudo, a una de las jaulas del “penalito”, donde, en un espacio de 25 metros cuadrados, aproximadamente, compartiría durante las siguientes 60 y tantas horas con otros 25 reos, quienes durante ese lapso de tiempo —independientemente de los graves crímenes que se les imputa— fueron nobles compañeros y me demostraron su humanidad.

Ese mismo día, en unas elecciones inconstitucionales, plagadas de ilegalidades y manipulaciones procesales, se consolidó la dictadura de Nayib Bukele, hoy presidente de facto de El Salvador. Las siguientes líneas exploran algunas claves operativas y funcionales del autoritarismo bukeleano y arrojan luz sobre una Resistencia que deberá desarrollarse en pos de la liberación por un período muy prolongado, muy probablemente, durante varias décadas.

En las etapas hegemónicas de la esclavitud —y de las dictaduras—, la mayoría de los esclavos respaldan el sistema opresor, incluso cuando las claves de la opresión les son desconocidas. Esto ocurre a pesar de que el sistema tiránico define el carácter subordinado de los oprimidos.

El actual momento histórico, el bukelismo, se inició con el legítimo triunfo electoral del presidente Nayib Bukele el 3 de febrero de 2019. Este momento marcó un cambio de ciclo histórico al poner fin al largo período de postguerra en El Salvador. Además, supuso la creciente consolidación del bukelismo como un régimen hegemónico y autoritario. Este periodo histórico coincidió con la mayor crisis global del siglo XXI —la pandemia de COVID-19—, desencadenando varias crisis subsidiarias a nivel regional y local, abarcando aspectos económicos, sociológicos y geopolíticos.

Bukele ascendió al poder en 2019 porque de todos sus rivales, incluyendo sus otrora “camaradas”, el FMLN, era el que mejor —si no el único— leyó una compleja y dinámica realidad histórica. En tanto, sus némesis políticos, de derecha e izquierda, continuaron leyendo la realidad de una manera panfletaria y osificada. Durante la pandemia mundial que se suscitó meses después, durante el primer período presidencial de Bukele, mientras este tomó una actitud proactiva, asertiva, y siguiendo, en términos generales, las orientaciones y metodología científicas prevalecientes, la oposición política y social a Bukele desarrolló una postura antagónica, anticientífica y superficial.

Superada la crisis histórica de la pandemia, cuando el COVID-19 se ha tornado endémico en todo el mundo, hoy se pueden valorar muchas de las medidas de Bukele durante la pandemia como contraproducentes y abusivas: concentraciones de personas libres del virus con otras contagiadas en centros de confinamiento, fuertes indicios de corrupción institucional, etc. Y, sin embargo, lo mismo que un rey tuerto en reino de ciegos, al final, la sensación social de protección que el manejo asertivo y de apoyo subsidiario focalizado de Bukele —a la par de una oposición simplista, y a veces pueril de parte de sus adversarios durante la pandemia—, condujo a una mayor acumulación hegemónica de Bukele, más el afinamiento de su maquinaria política.

Lejos de promover el proceso democrático, a pesar de su acumulación hegemónica y popularidad política abrumadora, que podría haberlo encaminado hacia una dirección más democrática —un proceso que, otrora, aunque precario y viciado, desde los Acuerdos de Chapultepec hasta el último gobierno del FMLN, se aproximaba al modelo costarricense—, Bukele intensificó sus abusos institucionales y autoritarismo. Esto ocurrió en medio de una nueva crisis histórica, desencadenada por la ofensiva pandillera en marzo de 2022, durante la cual reiteradamente decretó un estado de excepción constante. Este estado de excepción se convirtió en una herramienta política de opresión y represión clasista contra sectores altamente agobiados de la clase trabajadora y del lumpenproletariado salvadoreño, una precarización que se desarrolló durante los gobiernos de Arena, el FMLN y el dictador Nayib Bukele, como consecuencia de sus políticas neoliberales. El estado de excepción como control social, junto con el eclipse de la retórica democrática y constitucionalista de la oposición política y de la sociedad civil, así como su uso para una mayor acumulación hegemónica fascistoide a través de la manipulación y violación de la constitución política vigente, ha conducido a una cooptación totalitaria de todos los poderes e instituciones del Estado. Además, las empresas de comunicación han sido avasalladas, y la mayoría de los políticos convertidos en siervos aduladores del neofascismo bukeleano que aún está en ascenso en El Salvador. Un ejemplo emblemático del carácter clasista del bukelato es la detención el pasado 11 de marzo de Verónica Delgado, madre de una menor de edad, Paola Jimena Arana Delgado, quien fue detenida y posteriormente desaparecida durante el régimen de excepción que ahora define la política predominante de la dictadura.

El ascenso presidencial de Bukele en 2019 significó un cambio de ciclo histórico en El Salvador, el cual prosiguió al período de posguerra. La segunda etapa del primer quinquenio presidencial de Bukele se caracteriza por la consolidación de su dictadura, que ha transformado un proceso democrático ya precario y viciado en una república bananera y despótica del siglo XXI, disfrazada de democracia cool y participativa, una supuesta “dictadura del electorado”, en realidad, una dictadura cesarista-bonapartista. En la actualidad, la dictadura bukeleana se define por su naturaleza cesarista-bonapartista, adoptando una retórica postmodernista con expresiones políticas protofascistas, y que tiende a convertirse en un régimen neofascista —siguiendo el análisis de Umberto Eco en cuanto al carácter esquivo del fascismo—, dependiendo del grado de cooptación de las instituciones de la sociedad civil por parte del régimen.

De acuerdo a Gramsci, el cesarismo se caracteriza por derivar de “una situación en la que las fuerzas en lucha se equilibran de forma catastrófica, es decir, se equilibran de manera que la continuación de la lucha no puede concluir más que con la destrucción recíproca. Cuando la fuerza progresiva A lucha contra la fuerza regresiva B, puede suceder no sólo que A venza a B o B venza a A, puede suceder también que no venza ni A ni B, sino que se desangren recíprocamente y una tercera fuerza C intervenga desde el exterior sometiendo lo que quede de A y de B”.

El bonapartismo, según la perspectiva de Marx, se refiere a un fenómeno político en el cual un líder carismático emerge como un árbitro por encima de las clases sociales en conflicto, supuestamente actuando en nombre del interés general, pero en realidad protegiendo los intereses de una fracción de la clase dominante. Esta forma de gobierno se caracteriza por la centralización del poder en manos del líder, quien utiliza medidas autoritarias para mantener el orden social y preservar el status quo. Marx analizó este fenómeno en el contexto del Segundo Imperio Francés de Napoleón III en el siglo XIX.

Tal como he indicado arriba, en el contexto salvadoreño, la situación política de la que derivó el cesarismo bonapartista bukeleano, la constituyó el fin del ciclo histórico de la postguerra, o la llamada crisis de los partidos tradicionales que dio pie al primer período presidencial de Bukele. En el caso del FMLN, la crisis fue más profunda y compleja. Mientras para el resto de partidos tradicionales, su crisis política se remitía meramente a su pérdida de credibilidad, para el FMLN, este por tener orígenes revolucionarios —y supuestamente sostener esos principios aún—, su crisis involucraba la ausencia de una lectura dialéctica y dinámica de la realidad económica, sociológica, e ideológica de la población. Y, al no lograr hacerlo, tampoco pudo comunicarse adecuadamente. Administrando un modelo neoliberal, aún miraba la economía política en términos de la economía cafetalera del siglo XX, a pesar de que, a la par de implementar políticas subsidiarias, también implementaba adecuadamente el programa del Consenso de Washington, lo cual, concatenado al avance de las tecnologías digitales en la comunicación (en particular los teléfonos inteligentes y la 4G) implicó la alfabetización funcional básica de toda la población salvadoreña joven y de edad mediana, a pesar de que, dado el lastre académico de décadas más el espíritu del modelo, también implicó una mayor precarización de la formación cultural de las masas. Esto significó la anulación casi completa entre estas del pensamiento crítico, el apego generalizado a la comunicación y raciocinio de guasa en las redes sociales digitales, más el distanciamiento profundo de los mecanismos tradicionales y densos de formación intelectual, esta última, ahora desdeñada como algo pedante e inútil.

Así se formó lo que podríamos denominar el Homo nayiliberus salvadoreño, el cual en su versión más sofisticada y burguesa podríamos identificar como Homo nayiliberus nayiliberus salvadoreño. Este sujeto social tuvo sus orígenes evolutivos desde el primer gobierno del FMLN, y la negativa del presidente Funes de “dar un salto al vacío”, es decir, no romper con el Consenso de Washington, ni implementar una reforma fiscal progresiva, una reforma socializante del sistema de pensiones de los trabajadores, y ni siquiera valorar técnica e intelectualmente un sistema básico de ingreso universal sustentado en el artículo 1 de la constitución, etc. El FMLN logró entender que jóvenes y personas de mediana edad salvadoreña hoy se comunicaban a través de guasa y memes, pero no pudo hacer un fenómeno más denso de este fenómeno sociológico-comunicacional y sociológico-ideológico, al punto que el Chino Flores sin poder exponer con el debido peso su supuesto marxismo más allá de recitar de manera panfletaria “las tres leyes de la dialéctica”, pero desconociendo a fondo las discusiones de Marx, Lenin, Rosa Luxemburgo, Trotsky, Raya Dunayevskaya, Dussel, Varoufakis, o Žižek, y, por el contrario, convirtiéndose él mismo y al FMLN electoral en un meme: “The Chinese Flower”, “The front”. El Homo nayiliberus salvadoreño y “The Chinese Flower & The Front” representan dos caras de una misma moneda. La rendición del FMLN electoral ante un modelo económico y político desde su primer mandato, más el distanciamiento de un análisis marxista dinámico, lo condujo a desfigurarse en memes y caricaturas. Peor aún, sin comprender las deformaciones sociológicas que sus administraciones neoliberales generaban: millones de niños y jóvenes marginados y tiktokeros, que ya no se sentían atraídos por figuras como el Che Guevara o Monseñor Romero, sino por “El viejo Lin”, “El Crook”, youtuberos y tiktokeros graciosos, y especialmente por “El Tío Nayic”, quien se convirtió en un nuevo General Maximiliano Hernández Martínez, en este segundo acto bajo la apariencia de “CEO” y “dictador cool”. Parafraseando a Marx en su 18 Brumario, vemos que la historia se repite, pero esta vez como una farsa y una caricatura. Así, muchos creadores de contenido, al igual que la mayoría de su audiencia, formados bajo la educación digital neoliberal, honestamente están cansados de los vicios políticos, la ineptitud y la corrupción de los gobiernos neoliberales anteriores, pero, alienados, perciben que la violencia y la estigmatización de clase contra los jóvenes de las colonias obreras o zonas marginadas son actos de “liberación”, y confunden la actual contrarrevolución burguesa, que instaura otra clica y una nueva oligarquía en el poder, con una revolución emancipadora.

Pero el fenómeno Bukele —y, por ende, el Homo nayiliberus—, al igual que la crisis de los partidos tradicionales, trasciende las fronteras nacionales. Desde hace tres décadas, en el contexto de los ciclos políticos que se condujeron al actual período neoliberal global, han surgido —y continúan surgiendo— diferentes líderes cesaristas, tanto de izquierda (Hugo Chávez) como de derecha (Trump, Giorgia Meloni, Bukele, Milei, entre otros). Sin embargo, de todos estos nuevos líderes cesaristas, Bukele se configura en las circunstancias históricas presentes como “el nuevo príncipe”, el nuevo modelo a replicar a nivel mundial, en consonancia con los postulados analíticos de Maquiavelo y Gramsci. De esta manera, decenas de jóvenes aspirantes a liderazgos políticos alrededor del mundo, se sienten más atraídos a la figura de Bukele que a las de Daniel Ortega o Rosario Murillo en la vecina república bananera.

Aquí, en su reino nayiliber —este reino de espejos digitales— en el ámbito de una crisis perpetuada y controlada, la violencia pandillera, bagazo sociológico del neoliberalismo instaurado en los años 90, Bukele convirtió esta última en moneda de cambio para acosar y estigmatizar a jóvenes proletarios y lumpen-proletarios, lo mismo que a sus familias y vecindarios, y al tiempo que —suprimiendo las libertades ciudadanas indefinidamente—, “rescata” a la nación de la anterior farsa y las pandillas, negociando la libertad del Crook, luego lo caza, e instaura una nueva clica en el poder.

Aunque ya desde antes de 2019 se requerían medidas de control policial, e incluso medidas excepcionales para hacer frente a la violencia pandillera, es crucial reconocer tanto la envergadura del problema como la imperiosa necesidad de abordarlo de manera integral, comprendiendo sus raíces y dinámicas económicas y sociológicas —lo que arriba he denominado como el bagazo del neoliberalismo—, cuyas fuentes aún no han sido completamente entendidas ni resueltas. A partir del establecimiento del estado de excepción en marzo de 2022, y ante los primeros informes de violaciones a los derechos humanos durante dicho periodo, era esencial implementar un mecanismo de revisión y corrección institucional. En lugar de ello, Bukele optó por agudizar un enfoque dictatorial, perpetuando indefinidamente —y como medida de chantaje y control social— el estado de excepción, lo cual ha resultado en la tortura y muerte violenta de decenas de personas detenidas sin condena, es decir, personas jurídicamente inocentes, lo cual viola tanto los principios del derecho nacional como internacional, destacando el caso de Alejandro Muyshondt, exfuncionario de inteligencia durante la dictadura. Asimismo, el análisis de los aspectos sociológicos y antropológicos del fenómeno de las pandillas se entorpece por el acoso del régimen y sus hordas digitales hacia los únicos investigadores nacionales sobre dichas estructuras, Óscar Martínez y Juan José Martínez, quienes son investigadores y autores destacados en este campo.

La experiencia política bajo el régimen de Bukele sugiere que este se enfocará en desarrollar y dirigir la segunda etapa de su gestión con base en los siguientes puntos clave: 1) buscará legitimar aún más su aparato estatal a través de reformas constitucionales que encubran la naturaleza dictatorial del gobierno, y de esta manera, su consolidación y prolongación; 2) continuará normalizando su régimen mediante una estrategia de maquillaje que oculte su carácter manipulador y opresivo, similar al comportamiento de un estuprador que utiliza tácticas de seducción y dominación a través de la manipulación, el ocultamiento y el chantaje; 3) mantendrá el control sobre las narrativas políticas, históricas e ideológicas; 4) promoverá un modelo educativo que se alinee con su narrativa y proyecto político-económico; y 5) adoptará un enfoque altamente pragmático en la articulación ideológica y la gobernanza.

Paralelamente a la narrativa hegemónica del régimen, marcada por su triunfalismo inadvertido, ni Bukele ni sus principales líderes consideran que los derechos humanos de los pandilleros y sus familias también deben ser garantizados, violando los tratados internacionales inalienables de los cuales el Estado salvadoreño es signatario. Además, no prevén que si el Estado no cumple con el artículo 1 de la Constitución salvadoreña —el cual establece la obligación de garantizar a todos los habitantes del país la libertad, la salud, la educación, el bienestar económico y la justicia social—, los hijos menores de miles de presuntos pandilleros, ya sean culpables o inocentes, podrían reproducir los mismos comportamientos antisociales, o similares, en su vida adulta.

Para la Resistencia y la oposición política, un desafío adicional reside en comprender esta compleja realidad de manera dinámica y práctica, evitando el panfletarismo, es decir, la mera retórica. Es a través de una comprensión dinámica que podrán desarrollarse tácticas y estrategias políticas efectivas para la emancipación frente a la sociología política de la violencia pandillera y la violencia estatal que restringe la libertad ciudadana. También, deberán anticipar y responder a las diversas políticas y narrativas hegemónicas del régimen.

La Resistencia y la oposición electoral partidaria deben converger en una alianza sólida y equitativa, manteniendo su identidad individual y fomentando un liderazgo colectivo arraigado en la integridad moral y valores libertarios. Esta alianza debe adoptar una estrategia inclusiva y diversa, abarcando todos los sectores de la sociedad y adaptándose a una realidad en constante cambio. De igual manera, la vocación democrática y libertaria de esta Resistencia y oposición implica solidarizarnos y aliarnos con la Resistencia democrática nicaragüense, pues las rutas históricas emancipadoras de ambos pueblos están entrelazadas —hombres libres nicaragüenses han ofrendado sus vidas por la libertad en El Salvador, y hombres libres salvadoreños han ofrendado sus vidas por la libertad en Nicaragua—, y este espíritu libertario y federalista está contenido en ambas constituciones. Igualmente, es crucial incorporar de manera progresiva a la juventud trabajadora y crítica, así como promover una educación cultural profunda que alimente un nuevo movimiento ilustrado emancipatorio. En esta fase de la lucha, es fundamental establecer un nuevo orden democrático-constitucional como objetivo estratégico. Esto implica la creación de una comisión de la verdad compuesta por destacados líderes tanto nacionales como internacionales. Esta comisión tendría la responsabilidad de investigar los abusos a los derechos humanos, en particular abusos de los derechos humanos contra niños y menores de edad, así como las prácticas corruptas y colusorias que han afectado el proceso democrático desde la firma de los Acuerdos de Chapultepec hasta el final del régimen dictatorial del bukelato. Dado que la lucha por delante será larga y probablemente se extienda durante décadas, es imprescindible que la estrategia sea flexible y sostenida, y que los líderes estén preparados para enfrentar los diversos desafíos. Es altamente probable que esta luche se prolongue durante décadas, lo cual requiere que la estrategia sea prolongada y dinámica, y que los liderazgos partidarios, lo mismo que los de la sociedad civil y los colectivos de la Resistencia, se preparen para enfrentar dichos desafíos con agilidad y determinación.

A medida que transcurran los años de esta nueva campaña por la libertad, tanto la economía política global y local como la geopolítica, junto con los fenómenos sociológicos asociados, experimentarán transformaciones significativas, y de hecho, aceleradas: la cuarta revolución mundial, el ascenso de la inteligencia artificial, nuevas dinámicas y tensiones regionales e imperiales, etc. En este contexto, los demócratas y los revolucionarios, es decir, los hombres y mujeres libres de El Salvador, deberemos ajustar nuestra experiencia y comprensión de estos cambios, y basándonos en las dinámicas objetivas, nuestras estrategias de lucha.

El 2 de diciembre de 1931, el general de brigada, Maximiliano Martínez, orquestó un golpe de Estado contra el gobierno legítimo del ingeniero Arturo Araujo. Treinta y tres mil seiscientos sesenta y siete días después, el 4 de febrero pasado, el actual presidente de facto, el señor Nayib Bukele, orquestó, a partir de un contrato social con una masa electoral y ciudadanía precarizadas, una nueva dictadura, la que hoy busca someternos… Una vez más, la Poesía susurra nuestros nombres, y nosotros respondemos su llamado. Nos encontramos nuevamente atrapados en las fauces de la opresión y la manipulación, en un Estado que, lejos de ser democrático y libre, se erige sobre la base de engaños y falsedades. Es nuestra responsabilidad, como defensores de la Libertad, trascender las meras palabras y luchar contra una dictadura disfrazada de “democracia representativa”, valiéndose de la manipulación y la ignorancia histórica del pueblo. Hoy, una vez más, las mujeres y hombres libres de El Salvador debemos romper una vez más las cadenas dictatoriales. Mientras resistamos seremos victoriosos…

VENCEREMOS…

Dictadura de Nayib Bukele

A. Realidad tal cual es:

La dictadura se sustenta en un contrato social con el sector más relevante del electorado (el 87% del 52.60%), el pacto pretoriano con los cuerpos de seguridad y represión del Estado, y la cooptación absoluta de los 3 poderes y todas las instituciones del Estado. Una realidad altamente dinámicaOposición diezmada y Resistencia dispersa
B. Factores históricos que fortalecieron a la configuración de la dictadura y debilitamiento de la oposición
Personalidad cesarista de Bukele (ímpetu, sagacidad política, mejor lectura de la realidad histórica y sociológica cual era, y cual es, a su conveniencia)1) Crisis de partidos políticos 2) Incapacidad del FMLN de leer las nuevas dinámicas económicas y sociológicas del siglo XXI 3) Expectativas revolucionarias o reformistas de la población respecto al FMLN; más la no implementación de políticas revolucionarias o reformistas (reforma fiscal progresiva, ingreso básico universal, programa de vivienda popular, etc.)
C. Elementos que caracterizan la dictadura y razones que la explican desde la oposición
  1) Hegemonía de la narrativa histórica, sociológica y económica   Negación históricaManipulación histórica   2) Dictadura neofascista (discusiones de Eco, Arendt, etc….)    1) Pérdida hegemónica de la narrativa histórica     El pasado como horizonte nostálgico e histórico   2) Crisis de los partidos políticos tradicionales y otrora hegemónicos. La crisis política de los diferentes partidos es idiosincrática. En el caso del FMLN en particular,  
D. Factores sociológicos que fortalecieron (y fortalecen) a la configuración de la dictadura y debilitaron (y debilitan) a la oposiciónNormalización, adaptación y Resistencia durante la dictadura bukeleana
Normalización de la dictadura y enmascaramiento de esta con una narrativa de democracia, o proceso democrático en un momento revolucionario o transformación. La dictadura bukeleana se perfila como un período que podría durar décadas, aun más de dos décadas:     1) Youtuberos y creadores de contenidos digitales 2) Presentadores y analistas de televisión, algunos alineados abiertamente al régimen, otros dando muestras de recato intelectual y político, pero normalizando la dictadura 3) Líderes sindicales alineados 4) Funcionarios y tecnócratas alineados 5) Empresarios y bloque gerencial alineado 6) Intelectuales públicos alineados al régimenAdaptación / normalización / olvido / Resistencia. Esta dinámica y proceso también se proyecta de larga duración: cuanto se sostenga la dictadura:   1) Youtuberos y creadores de contenidos digitales 2)  Presentadores y analistas de televisión antagónicos al régimen (diversos tonos y actitudes: unos creyeron en el proceso electoral de 2024, otros no 3) Líderes sindicales no alineados 5) Empresarios y bloque gerencial no alineado 6) Intelectuales públicos no alineados al régimen
E. Sujetos históricos que sostienen y se oponen a la dictadura
Sujeto histórico bukelista: los llamados “nayilibers” (el “Homo nayiliberus salvadoreño”)Sujeto histórico de la Resistencia: en construcción. En el momento histórico actual, sus semillas se encuentran dispersas en el sector trabajador más avanzado, y entre bloques progresistas de la pequeña burguesía

F. Status quo hegemónico de la dictadura y su posible evolución estratégica

1) El presidente de facto, Nayib Bukele es el principal ideólogo y arquitecto de la dictadura

2) El régimen de Bukele continuará impulsando un modelo económico de desarrollo neoliberal digitalizado (“cyberpunk bananero”)

3) Bukele continuará tendiendo trampas y provocaciones a la oposición y la Resistencia, buscando respuestas y articulaciones panfletarias, así como miopía en torno a una economía política y sociología política altamente dinámicas, debido al acelerado desarrollo de la inteligencia artificial y la alta inestabilidad geopolítica global

4) A diferencia de la dictadura orteguista-murillista en Nicaragua, Bukele tratará de no conducirse con tanta brutalidad contra la oposición; pero ya ha demostrado que en realidad puede ser brutal y despiado, aun respecto a antiguos camaradas  (el caso de Alejandro Muyshondt). La brutalidad con la que pueda responder a acciones contestatarias o “incómodas” de parte de la oposición buscará ser discreta. Sin embargo, debemos tomar en consideración la posible descomposición psicológica gradual del dictador debido a presiones locales o internacionales. Una mayor incógnita consiste en la especulación respecto a cuáles podrían ser las expresiones despóticas de un posible sucesor dentro de la misma dictadura

Bibliografía consultada

Georg W. Hegel, Fenomenología del espíritu, Abada Editores, 1980.

Antonio Gramsci, Sobre el fascismo, Editorial Era, 1979.

Umberto Eco, Contra el fascismo, Editorial Lumen, 2019.

Marx, El 18 brumario de Luis Bonaparte,edición digital.

Slavoj Žižek, Mapping Ideology, Verso, 2012.

Raya Dunayevskaya, Marxism and Freedom… from 1776 until Today, United Printed Services, 1958.

Leon Trotsky, Fascism: What it is and How to Fight it, Pathfinder, 1996.

Lenin, “Notas de un publicista”, (Obras completas, tomo XII, 1921-1923), Editorial Progreso, 1923.

Hannah Arendt, Crisis of The Republic (Lying in Politics, Civil Disobedience, On Violence, Thoughts on Politics and Revolution), Harcourt & Company, 1972.

Carlos Bucio Borja: poeta, antropólogo y sociólogo.



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