La poesía en tiempos difíciles (sobre un poema de Bertolt Brecht)

Columna de Luis Alvarenga
Imagen tomada de 400 Elefantes.

Luis Alvarenga, basándose en un poema de Bertolt Brecht, nos invita a reflexionar sobre dos tipos de poesía: la poesía de la belleza y la poesía de la denuncia


Hay un poema de Bertolt Brecht escrito en sus tiempos de exilio llamado «Malos tiempos para la lírica». En él planteaba el contraste entre el tipo de arte que se estimula, que tiene el aprecio inmediato del público, y que es estimulado, porque es el arte que se ciñe al ideal tradicional de la lírica como el canto a la belleza atemporal, inmune al deterioro, la enajenación y la maldad. Por eso, «sólo agrada quien es feliz. Su voz/ se escucha con gusto. Es hermoso su rostro».

Este poema es, sin dudas, lo que llamaríamos un ars poético, porque resume el credo del autor sobre qué es la poesía. Para Brecht la respuesta a esta pregunta no puede darse a la vera del tiempo histórico, sino adentrándose en él. La lírica, o cierto tipo de lírica a la que alude en los primeros tres versos del poema, es la que canta a lo hermoso sin tiempo. Y esta huida del tiempo gana el favor del público. Lo reafirma en los versos que vienen a continuación: lo deforme de la realidad es algo de lo que se huye: «El árbol deforme del patio/denuncia el terreno malo, pero/ la gente que pasa lo llama deforme/ con razón».

Lo que en una vista superficial parece feo, deforme, lejano de cierto ideal de belleza, nos dice el poeta, es importante, porque «denuncia el terreno malo»: el suelo configurado por el mal en el que árbol se ha arraigado. Pero es mejor soñar con paisajes idílicos, como «las barcas verdes y las velas alegres del Sund», aunque no sean parte de la vida real. La poesía en la que cree Brecht es la poesía que ayuda a abrir los ojos ante la realidad. No es que el poeta sea insensible a la belleza, no; lo que ocurre es que encuentra en esa realidad irracional la fuerza poética que le estimula a escribir: «En mi combaten el entusiasmo por el manzano en flor/ y el horror por los discursos del pintor de brocha gorda./ Pero sólo esto último/ me impulsa a escribir».

Pensamos que este poema ejemplifica el efecto estético que Brecht buscaba provocar en sus lectores, o en su audiencia, si pensamos en sus obras teatrales. Dicho efecto es el «distanciamiento»: la poesía o la obra de teatro como una especie de despertador que le dice al espectador que lo que está viendo o está leyendo no es un escape de sus circunstancias, sino el proverbial tábano socrático: algo que le está diciendo que «de ti habla la fábula». Esta es una posible respuesta sobre el hecho de escribir poesía en tiempos difíciles. Sin embargo, también la poesía es belleza y es memoria. Hay diversas formas en que el poema resiste en un mundo que atenta contra la poesía, la memoria histórica y la cultura. A veces, la barbarie es tal que ese lirismo contra el que Brecht se pronuncia también es una manera de negarse a la enajenación. Dependerá de muchas cosas. Brecht, obviamente, está en contra de una poesía que lleve a sus posibles lectores a negar la irracionalidad de su realidad. Pero también la felicidad que promete la poesía y el arte en tanto tal muchas veces ponen en evidencia la infelicidad con la cual se contrastan. Arte, poesía y memoria son parte de nuestro mínimum vital.



LUIS ALVARENGA (El Salvador, 1969).  Poeta, narrador, ensayista, docente, investigador del Departamento de Filosofía de la Universidad Centroamericana «José Simeón Cañas». Es doctor en filosofía iberoamericana por la UCA de San Salvador. Ha publicado en poesía: Otras guerras (1990); Libro del sábado (2000); Dante (2012); Hotel Central (2013) y Las florecidas arboledas del mar (2013). Entre su obra de investigación literaria y filosófica figuran El ciervo perseguido. Vida y obra de Roque Dalton (2002 y una segunda edición, corregida y aumentada, 2017); y Roque Dalton: la radicalización de las vanguardias (2010). Es autor de dos libros sobre los medios de comunicación de la guerrilla salvadoreña: Tiempos de audacia: Los mass-media de una guerrilla; y La gramática de la pólvora: los debates en la prensa revolucionaria salvadoreña, 1971-1979. Es el compilador de la antología poética Esto soy, de Claribel Alegría, y de la Obra escogida de Roberto Armijo. Es el autor del estudio introductorio y la cronología del volumen Poesía escogida, de Roque Dalton, publicado por la Colección Biblioteca Ayacucho, en Caracas. Dirigió la revista Cultura y el «Suplemento Literario Tres Mil». Es coeditor de los Cursos universitarios, de Ignacio Ellacuría, junto a Héctor Samour, y del volumen Ignacio Ellacuría: Utopía y teoría crítica, con Juan José Tamayo.


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