/

‘Cuentos de barro’ en inglés: ¿traducción o transposición cultural?

A 125 años del nacimiento de Salarrué, Nelson López Rojas analiza los desafíos de traducir Cuentos de barro al inglés. Más allá de un ejercicio lingüístico, la traducción se presenta como una transposición cultural que debe preservar la autenticidad de las voces rurales sin simplificarlas. La obra exige sensibilidad y conocimiento profundo para proyectar el legado de Salarrué hacia una audiencia internacional


Nelson López Rojas | Escritor, académico y editor salvadoreño


Ya señalaba el crítico literario y traductor Carroll Coates, «La literatura no es inocente; la traducción tampoco». Esta afirmación, cargada de implicaciones éticas y epistemológicas, aborda la complejidad de la traducción literaria. La traducción de una obra no es un proceso mecánico ni puramente técnico: ¡ni los CAT ni la Inteligencia Artificial!, más bien una labor que requiere sensibilidad cultural, conocimiento histórico y, sobre todo, una conciencia profunda del papel del traductor como mediador entre dos culturas. 

En este contexto, la pregunta que surge al traducir Cuentos de barro es si realmente se puede hablar solo de «traducción» o si, más bien, el proceso de localización— término utilizado en la jerga traductológica— debe entenderse como una verdadera transposición cultural. Es decir, ¿cómo trasladar una obra que está tan profundamente arraigada en un contexto lingüístico, social e histórico específico, a un idioma y cultura completamente diferentes, sin sacrificar la riqueza simbólica y emocional del original?

La traducción como puente cultural

La edición bilingüe de Cuentos de barro lanzada por la Editorial Universidad Don Bosco (2011) ha sido uno de los proyectos más exitosos de la institución, logrando una recepción positiva durante más de una década. Esta obra no solo ha generado un interés renovado por la figura de Salarrué, pero más bien ha contribuido a posicionar su legado como un punto de referencia en la literatura salvadoreña. Rafael Lara-Martínez ha destacado cómo esta obra, a diferencia de otros textos emblemáticos de la literatura salvadoreña, como Las historias prohibidas del Pulgarcito de Roque Dalton, ha logrado unificar posturas dispares en torno a la construcción de una identidad cultural común.

Sin embargo, el verdadero reto radica en llevar esta obra a una audiencia internacional, lo cual requiere un esfuerzo de mediación cultural bajo un prisma multidisciplinar. La traducción al inglés de Cuentos de barro no es simplemente un esfuerzo académico o comercial; es una apuesta por proyectar el mayor legado artístico de El Salvador a un público que no comparte ni el idioma ni el trasfondo cultural del texto original. 

Retos lingüísticos y culturales: las voces subalternas en la obra de Salarrué

Otro aspecto crucial de Cuentos de barro es la representación de las voces subalternas, aquellas que históricamente han sido marginadas o silenciadas en los discursos oficiales. Salarrué retrata a los campesinos y a los indígenas salvadoreños desde un punto de vista estético o antropológico, pero además les otorga una voz propia, un espacio donde pueden expresarse en sus propios términos, con su propio lenguaje. Esta decisión estilística y ética tiene profundas implicaciones para la traducción, ya que la lengua de los personajes no es una lengua «educada» o «normativa», sino una lengua viva, coloquial, cargada de expresiones locales y giros idiomáticos que reflejan la realidad de las comunidades rurales.

El uso del «vos», una forma pronominal característica del español hablado en Centroamérica, es un ejemplo de esto. Durante mucho tiempo, el «vos» fue visto con desdén por las élites culturales y educativas, quienes lo consideraban una forma «inferior» de hablar. Incluso Andrés Bello, uno de los gramáticos más influyentes en la historia del español, llegó a calificar el «vos» como una aberración lingüística. Este prejuicio no solo afectó la percepción del «vos» en la vida cotidiana, sino que también influyó en la recepción de obras literarias que empleaban esta forma, como Cuentos de barro. Durante décadas, las historias de Salarrué fueron vistas por algunos sectores como una literatura menor precisamente por su uso del lenguaje popular.

Sin embargo, lo que en un principio fue considerado un defecto por parte de la crítica literaria tradicional, hoy es reconocido como una de las mayores fortalezas de la obra de Salarrué. Al utilizar el «vos» y otras formas del habla popular, Salarrué captura la realidad lingüística de las comunidades rurales y, a la vez, otorga a estas comunidades una presencia en el canon literario. Por ello, la traducción de Cuentos de barro al inglés debe ser consciente de la importancia de estas elecciones estilísticas y buscar formas de transmitir la autenticidad de las voces subalternas sin caer en simplificaciones o estereotipos.

En este sentido, nuestro voseo se convertiría en uno de los desafíos más grandes: la traducción del dialecto. En inglés, no existe un equivalente directo al uso del «vos», por lo que decidí optar por un inglés coloquial que reflejara el tono y la cercanía de las interacciones entre los personajes, sin convertirlos en caricaturas o estereotipos. La tentación de utilizar un dialecto rural o marginalizado en inglés para reflejar el lenguaje campesino de los personajes fue grande, pero decidí evitar esta estrategia, ya que podría haber resultado en una representación distorsionada de los personajes. En lugar de ello, opté por un inglés que, aunque coloquial, fue cuidadosamente modulado para no caer en estereotipos o simplificaciones y mantener la dignidad y la autenticidad de las voces de los personajes. El objetivo era lograr una traducción que respetara el espíritu de los personajes sin caer en el error de hacerlos sonar como caricaturas en inglés.

Asimismo, el uso de arcaísmos en español planteó otro reto. Algunas palabras tienen un peso histórico y emocional que no puede ser fácilmente traducido al inglés moderno. En estos casos, utilicé términos más antiguos en inglés o expresiones que transmitieran un sentido de antigüedad o rareza, conservando así el carácter intemporal de la narrativa.

En Cuentos de barro, lo universal y lo local se entrelazan con fluidez, al igual que lo religioso con lo mítico, lo urbano con lo rural. Salarrué eligió contar estas historias en la lengua del pueblo no por falta de recursos estilísticos, sino porque conocía íntimamente a las personas y las culturas que representaba. Originario del oeste de El Salvador, la región que alguna vez fue el último bastión indígena pipil, Salarrué creció rodeado de las lenguas y las tradiciones de las comunidades indígenas, así como de la lengua española hablada por su familia.

Este contexto cultural y lingüístico juega un papel central en mi proceso de traducción. No se trata solo de trasladar palabras de un idioma a otro, no. Es necesario reconocer que el lenguaje de Cuentos de barro está impregnado de la historia, la identidad y las luchas del pueblo salvadoreño, especialmente de los indígenas pipiles, quienes fueron brutalmente masacrados en 1932, pero revividos como personajes en los cuentos. Al elegir la lengua vernácula, Salarrué estaba sutilmente reclamando la voz de un pueblo marginado. 

Uno de los aspectos más fascinantes y, a la vez, más desafiantes de la obra de Salarrué es la riqueza y diversidad lingüística que emplea para retratar la vida rural salvadoreña. En Cuentos de barro, el español que utiliza no es un español estándar; es un lenguaje profundamente influido por regionalismos, neologismos, arcaísmos y términos indígenas que, a menudo, no tienen equivalentes directos en inglés como el «endeviduo neshnito» en el cuento Bruma. Traducir este discurso subalterno para una audiencia angloparlante plantea una dificultad evidente para el traductor, quien debe decidir hasta qué punto es posible o deseable adaptar estos términos a una audiencia angloparlante sin comprometer la autenticidad del texto.

Los términos indígenas y regionalismos son particularmente complejos. Al no existir equivalentes directos en inglés para muchas de estas palabras, es necesario encontrar un equilibrio entre una traducción literal y una traducción que capture el contexto cultural y simbólico. El nombre de un árbol o un ave local puede no tener un referente exacto en inglés, lo que me llevó a realizar investigaciones adicionales en la botánica y la zoología, consultando con informantes nativos y recurriendo a mis propias experiencias en las zonas rurales del país. Por ejemplo, el uso de términos indígenas como «zopes» (un ave de rapiña), «izote» (una planta nativa de la región) o «jocote» (una fruta autóctona) presenta un reto inmediato: no existen equivalentes en inglés que capten plenamente las connotaciones culturales e históricas de estos términos. Una opción sería traducir estos términos utilizando nombres científicos o descripciones genéricas, pero esto corre el riesgo de despojar al texto de su riqueza simbólica y de la conexión íntima que tiene con el paisaje y la cultura salvadoreña. 

El desafío de traducir una lengua rural que forja un universo singular hacia una matriz extranjera es una tarea que resulta ardua, ya que destilar el español rural salvadoreño a un estándar es difícil, y mucho más desafiante es trasvasarlo a una lengua extranjera. El trabajo de traducción no se centra en reproducir el contenido del cuento equis tal cual, más bien se enfoca en recrear el apoyo material sobre el cual se cimientan esos contenidos concretos. La obra de Salarrué demanda una consonancia absoluta entre la fonética y sus variaciones regionales y el significado lleno de imágenes.

El filósofo francés Jacques Derrida ya advertía sobre las complicaciones inherentes en la traducción, subrayando que no es una simple tarea de reemplazar palabras. Como traductor, hay que transmitir no únicamente los significados, sino también las múltiples capas lingüísticas que Salarrué integraba en sus relatos. Es por eso por lo que el proceso no podía limitarse a una traducción técnica. Los desafíos que enfrenté me llevaron a una investigación interdisciplinaria, abarcando desde la arquitectura medieval mencionada en las descripciones hasta detalles sobre la vida rural salvadoreña, reflejando un viaje hacia el pasado histórico y cultural del país.

Proceso creativo y decisiones estilísticas

La traducción de Cuentos de barro ha sido un proyecto profundamente enriquecedor, pero también lleno de desafíos. Traducir una obra tan intrínsecamente ligada a un contexto cultural específico como la de Salarrué no es una tarea fácil, y cada decisión que tomé a lo largo del proceso tuvo implicaciones importantes para la recepción del texto por parte de los lectores angloparlantes. A medida que avanzaba en el proceso de traducción, me di cuenta de que cada vez era más consciente del delicado equilibrio entre la fidelidad al texto original y la necesidad de adaptar ciertos elementos para hacerlos comprensibles a una audiencia internacional.

El proceso de traducir Cuentos de barro fue, sin duda, un viaje intelectual y emocional que requirió de múltiples lecturas del texto original y una constante revisión de las decisiones estilísticas que tomaba en cada etapa del proceso. La traducción literaria no es lineal; es decir, la traducción, en sí misma, fue un viaje circular y recursivo. 

Comenzaba con una lectura profunda del original, buscando entender las palabras, el tono, la intención y las emociones detrás de ellas. Lo anterior implica un diálogo constante entre el texto original y la nueva versión que se está creando en otro idioma. 

Después de una primera interpretación, volvía a analizar el vocabulario, siempre comparando los dos idiomas y consultando con informantes nativos para verificar la veracidad de mis interpretaciones. La consulta con los informantes fue un aspecto crucial de este proceso para determinar el contexto cultural y lingüístico de los cuentos, e identificar posibles errores o malentendidos que podrían haber surgido durante el proceso de traducción. Los informantes me ayudaron a validar la fidelidad de mis interpretaciones del texto y a verificar si las palabras que había elegido en inglés capturaban con precisión el significado literal, pero sobre todo el «sentir» de los cuentos. 

¿Cómo transmitir, por ejemplo, el peso histórico y emocional de un término relacionado con la migración en el cuento Semos malos? Estos detalles exigían una reflexión profunda y decisiones estilísticas cuidadosamente pensadas. 

La revisión constante me permitió refinar mi trabajo y asegurarme de que la traducción mantuviera la autenticidad del original. Cada nueva lectura de los cuentos de Salarrué revelaba nuevas capas de significado que no había captado en lecturas anteriores. Este proceso de descubrimiento constante fue fundamental para asegurar que mi traducción no solo fuera fiel al contenido, sino también al espíritu de la obra original.

Otra decisión estilística importante al intentar preservar la autenticidad de la obra de Salarrué fue la de mantener ciertos términos en español, como los nombres de las plantas y aves locales —e.g. ishcanales, majonchos, el guas negro, entre otros— acompañados de notas al pie para ofrecer al lector una breve explicación en ambos idiomas lo cual permite al lector angloparlante una experiencia más cercana al original sin sacrificar la comprensión del contexto. 

Este enfoque ayudó a preservar el carácter distintivo del texto de Salarrué, y, al lector angloparlante, le permitió experimentar, en cierta forma, el paisaje lingüístico y cultural de El Salvador. Si bien esta decisión generó algunas críticas por parte de lectores que encontraron confuso el uso de términos en español, fue una decisión acertada, ya que evitó una domesticación excesiva del texto. Al final, el objetivo de esta traducción no es hacer que el texto sea completamente accesible al lector extranjero, sino permitir que el lector se adentre en un mundo cultural diferente y experimente, aunque sea en parte, las dificultades y riquezas de ese mundo.

Este tipo de decisiones estilísticas son fundamentales para evitar una «domesticación» excesiva del texto, un concepto que el teórico de la traducción Lawrence Venuti ha explorado en profundidad. Según Venuti, una traducción que busca domesticar el texto para hacerlo completamente accesible al lector extranjero a menudo sacrifica los elementos culturales que hacen único al original. En lugar de ello, la estrategia que he adoptado en mi traducción de Cuentos de barro busca preservar el carácter distintivo del texto de Salarrué, incluso si esto requiere que el lector se esfuerce más para comprender ciertas referencias culturales. La traducción se convierte en un puente entre dos culturas, pero también en un desafío para el lector, quien debe estar dispuesto a cruzar ese puente y adentrarse en un mundo lingüístico y cultural que puede resultar ajeno.

Reflexiones finales

Traducir a Salarrué es más que un ejercicio lingüístico; es una forma de preservar y compartir la cultura salvadoreña con el mundo. La riqueza de sus relatos radica en su capacidad para capturar la vida cotidiana de las comunidades indígenas y campesinas, y hacer visible una parte de la historia que, en muchos casos, ha sido ignorada o invisibilizada. Mi esperanza es que, al llevar estos cuentos a una audiencia internacional, contribuyo a la difusión de la literatura salvadoreña, pero principalmente a un mayor entendimiento y respeto por las culturas indígenas y campesinas.

La recepción de la obra traducida ha sido variada, pero en general positiva. Para los lectores angloparlantes, Tales of Clay ha ofrecido una ventana a una realidad cultural que antes les era inaccesible. He recibido comentarios sobre cómo los lectores han podido conectar emocionalmente con las historias de Salarrué a pesar de las barreras culturales, lo cual es una validación del esfuerzo por mantener la autenticidad en la traducción. El periódico L.A. Times calificó la traducción como un trabajo formidable.

El impacto de esta traducción va más allá de la literatura. Es un acto de recuperación cultural. En un país donde la memoria histórica ha sido fragmentada por conflictos internos y desigualdades, hacer accesible la obra de Salarrué en inglés permite que su mensaje resuene más allá de las fronteras lingüísticas y geográficas, creando puentes entre culturas. También es una forma de corregir la narrativa oficial, que muchas veces ha marginado las voces de los más vulnerables.

Uno de los aspectos más gratificantes de este proyecto ha sido la respuesta positiva de muchos lectores angloparlantes, quienes han señalado que la obra les ha permitido sumergirse en una realidad cultural previamente desconocida. Este tipo de respuesta es un testimonio de que, a pesar de las barreras lingüísticas y culturales, la literatura puede trascender las diferencias y resonar en un nivel más profundo, conectando emocionalmente a los lectores con las historias, los personajes y los paisajes que retrata.

A medida que celebramos el 125 aniversario del nacimiento de Salarrué y casi el centenario de la publicación de Cuentos de barro, es importante reflexionar sobre el impacto duradero de su obra y sobre el papel de la traducción en la difusión de su legado. Así, el lector de Cuentos de barro debe superar la tendencia a ver las historias como relatos de «los otros», de aquellos sin educación o alejados de la modernidad, y empezar a entenderlas como una parte integral de la salvadoreñidad que todos compartimos. Mi traducción busca desafiarnos a aceptar nuestra herencia negra, indígena, mestiza… a reconectarnos con esa parte de nuestra historia que a menudo ha sido ignorada o marginada.
A través de la traducción de Cuentos de barro, las historias de Salarrué viajan a un público internacional, pero también contribuyen a la preservación y difusión de una parte fundamental del patrimonio cultural salvadoreño. Así, la traducción de Cuentos de barro no ha sido solo un ejercicio académico o técnico, sino un acto de resistencia cultural, un esfuerzo por mantener viva la voz de un autor cuya obra sigue resonando en el presente, recordándonos la importancia de nuestras raíces y de nuestra identidad cultural.



NELSON LÓPEZ ROJAS. Director de la Editorial Universidad Don Bosco. Ha retornado a San Salvador después de haber estado en Binghamton University en Nueva York como director asociado en el Latin American and Caribbean Area Studies Center y en la UW-Milwaukee donde ha sido lector de estudios latinoamericanos. Es columnista y reportero para ContraPunto, ha participado en radio, TV, teatro y en ExFabula, grupo que promueve la creación y divulgación de historias personales en el escenario, donde es coach. También ha sido profesor de grado y posgrado en la UES, UEES y en la Universidad Don Bosco, donde se desempeña actualmente. Tiene un doctorado en traductología y ha traducido al inglés la única versión completa de Cuentos de barro de Salarrué, la cual fue elogiada por el L.A. Times como “un trabajo formidable”. Otras traducciones incluyen las loas guatemaltecas de Florencio Valey, al brasileño  Machado de Assis y el Poema de amor de Roque Dalton. Ha publicado los poemarios bilingües Juegos de la memoria/Mindgames y Micos y pericos/Everything but the Bee’s Wings; el poemario multilingüe Aguacero, el cual logró situarse como número uno en Amazon en su lanzamiento; una sociobiomitografía, Semos malos y diversas participaciones digitales y en papel en español, inglés y portugués. 



LEER ESPECIAL SAGATARA ETERNO

Deja una respuesta

Your email address will not be published.